"En la estación de autobuses"

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"¿Y sí..?"

Esa era la pregunta que se hacía Miguel todo el tiempo dentro de su cabeza.

"¿Y sí..?"

¿Y si tan solo se acercaba un poco más? Un par de asientos tal vez.

¿Y si tan solo se atrevía a saludar? Algún, "buenas noches. Lindo clima, ¿no?"

¿Y si tan solo le lanzaba un cumplido amigable? "Pero que bonitos...¿zapatos?"

¿Y sí se animaba a conocerle mejor? "¿ Bueno, y qué autobús esperas, eh? Yo espero el que lleva a las afueras de la ciudad."

¿Y sí tan solo..?

Todas las noches camino a casa Miguel llegaba a la estación de autobuses a pedir un boleto, obviamente, él vivía a las afueras de la ciudad y le era imposible alquilar un lugar donde hospedarse en el mero centro, por lo que iba y venia todos los días al final de su jornada estudiantil y laboral.

Pero no le molestaba en lo absoluto.

Porque también había alguien que siempre iba y venia, al parecer...

Un joven de estatura baja, piel clara, ojos grandes y cabello negro. Le gustaba observarle durante el tiempo de espera. Se la pasaba leyendo y acomodando sus anteojos, se encogía en su lugar victima del frío y jamás levantaba la cabeza hacía ningún otro lugar que no fuera el reloj de pared que colgaba en el tablero de viajes.

Y a pesar de eso se veía encantador, con los pantalones ceñidos, el cabello alborotado, el abrigo demasiado grande como para ser de su talla y una afelpada bufanda azul. A Miguel le gustaba todo lo que le rodeaba.

Mientras el moreno llevaba un vasito de unicel con café caliente en una mano y en la otra un bolillo, dispuesto a comer en lo que llegaba su autobús. En ese transcurso de tiempo se sentaba frente a la fila de asientos que daba directamente a cierta persona, le gustaba admirar el paisaje.

El frío de esa noche podía calar hasta los huesos, le hacía pensar que su chamarra no era suficiente, debido a que en cualquier momento la temperatura comenzaría a descender más y la cosa se pondría fea. Era una mala temporada para estar solo. Y el vaho saliendo de sus labios solo reafirmaba sus pensamientos.

Le gustaría tener algo más que ponerse encima...

...Regresaba del trabajo todos los días a las 10 de la noche y esperaba el autobús de las 12 que le llevaría a su hogar, no salían en otro horario, con suerte ese era el único, por lo que esperar era más una obligación que una opción, y para matar el tiempo le gustaba fantasear con ese chico bonito.

De entre todas sus fantasías había un escenario que era su favorito, Miguel se acercaba a preguntarle su nombre, él le respondía, ambos se hacía muy buenos amigos y así comenzaba su historia de amor.

De una linda relación larga y feliz.

Pero, ¿y sí el pelinegro era de esos chicos a los que les gustaba bailar y salir de fiesta? Entonces ambos irían al bar del centro en el que tocaban música salsa y servían cubas, pasarían veladas muy divertidas juntos.

¿Y sí prefería quedarse en casa a ver películas románticas y comer palomitas? Bueno, el compraría muchas películas y botanas, también un reproductor de vídeo, un teatro en casa, e incluso aceptaría ver Titanic, solo para hacerle feliz.

¡Oh! ¿Pero que tal si era más de los que pasan el tiempo libre leyendo en la biblioteca? Miguel podría comenzar a leer para así tener un tema de conversación o solo ver las adaptaciones al cine. Era un buen plan. Se dice que el intelecto atrae. Podría volverse alguien culto para él.

"Razones"[HIGUEL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora