"Helado de fresa"

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-No estoy muy seguro de si un helado de fresa vale un daño cerebral permanente. -Murmuró al aire mientras veía fijamente el suelo con los ojos entrecerrados.

El piso se estaba moviendo...

Y su tía Cass, quien pensó que aquel golpe había sido lo suficientemente grave como para hacer a su sobrino comenzar a decir incongruencias, tomó asustada la mano del chico y prácticamente terminó por arrastrarlo los pocos pasos que quedaban para entrar a la sala de urgencias...

Era el décimo accidente del mes que ameritaba una visita urgente al hospital. 

Específicamente a la sala de emergencias. ¡Diez veces en un mes! ¡En un mes!

Hiro sostenía fuertemente una toalla de baño sobre su cabeza, esta se encontraba empapada de su propia sangre por completo, más que nada porque una herida fea y aparatosa siempre hace mucho ruido, más del que debería ser en realidad. 

A pasos torpes y descuidados entraban a la sala casi corriendo, el pelinegro era ayudado por su maravillosa y preocupada tía Cass quien se encontraba debatiéndose entre si tener un infarto justo en ese preciso momento o asegurarse de que primero atendieran a su sobrino como debe de ser, para entonces sí, poder "infartarse" a su gusto.

Porque, bueno, qué mejor lugar para algo así que en la sala de emergencias de un hospital, ¿no? 

Y todo gracias al suicida de Hiro, que parecía que no le importaba demasiado el hecho de que se estaba desangrando demasiado rápido, de nuevo.

Sí, de nuevo.

A estas alturas, Cass ya no sabía si gritar por que los ayudara un doctor o por un psiquiatra especializado. Porque esa clase de situación llevaba tanto tiempo repitiéndose, que comenzaba a parecer más como una clase de saña subconsciente de Hiro a su propia persona, que un accidente de verdad.

Considerando el ritmo que llevaban y a este paso una camisa de fuerza ayudaría más al pelinegro a mantenerse a salvo y fuera de todo peligro. Cada vez que le dirigía la mirada lo descubría viendo de un lado a otro por toda la sala de urgencias, como buscando algo que llamara lo suficiente su atención, como si hubiese perdido una moneda, fingiendo desinterés cuando en verdad no era así. Cass perfectamente lo sabía, podía verlo en la manera en la que los pies del chico se movían ansiosos sobre el suelo, tratando de concentrarse en algo en especifico.

Ya que, al parecer, una herida sangrante de más de ocho centímetros de largo, ubicada justo en la coronilla de su cabeza, no conseguía tal efecto de preocupación necesaria que a la castaña le gustaría que existiera en el chico a su lado. Tanta in expresividad comenzaba a sentirse retadora.

Cass no lograría entender que la verdad era que Hiro no podía sentir mucho sobre nada, de cierto modo, sí, quizá le dolía un poco la cabeza justo en la zona del golpe, pero de pura casualidad nada más. Era mucho más molesta aquella sensación de la sangre tan caliente bajando por su nuca y pegándose a su ropa de manera demasiado lenta. Se sentía sucio y pegajoso y le daba asco.

Pero tenía sus razones. Se repetía constantemente que por algo estaba ahí.

Muchas veces su lado racional le daba un par de golpes mentales, gritándole que se detuviera antes de que fuera tarde hacerlo, que no actuara como un estúpido y evaluara la situación como siempre acostumbra, porque sin duda, de no hacerlo, le traería graves consecuencias al final. Sin embargo, últimamente Hiro escuchaba más al otro lado de su cerebro, uno un poco más berrinchudo, noble y "aventado", que constantemente se escondía, para de vez en cuando solo brindarle al pelinegro el latente impulso de querer hacer las cosas en el momento, sin detenerse a pensar que sucedería después.

"Razones"[HIGUEL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora