🗡Capitulo 27🗡

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Narra Hina

Estuve pensando un tiempo, algún lugar donde pude haber conocido a ese cerdo, pero ninguna imagen llegaba a mi mente, me levanté lentamente de mi lugar y comencé a caminar lentamente por la habitación, por lo menos donde las cadenas me dejaban.

Caminé y caminé hasta que una imagen apareció en mi mente, aquello aclaró mi mente y todo mi cuerpo se relajó, eran imágenes de aquel día en las murallas, cuando salí con Bertholdt en una cita. Él era el mismo cerdo que dijo blasfemias y me acusó de ser igual a las cosas al que él teme y con las que envenena la mente de los demás.

-Frolo...- susurré al recordar el nombre de ese cabrón asqueroso.

No pude dormir en toda la noche por darle vueltas a mis recuerdos hasta que por fin lo recordé. Estaba por cerrar los ojos y dormir un poco cuando escuché la puerta abrirse y pasos lentos andar por el pasillo hasta la celda donde me encontraba, abrió la reja de ésta y a paso lento se acercó a mi.

-¿Hiciste tu tarea o quieres que te ayude?- preguntó con burla.

Levanté la mirada con lentitud y con una sonrisa en el rostro.

-Ahora sé de donde te conozco... Cabrón.- susurré con burla mientras lo veía.

-¿¡Cómo te atreves a llamarme así?! Impura.- dijo para así abofetearme.

-¿Qué quieres de mi? ¿Quieres proponerme algo?- pregunté con una sonrisa arrogante y una risa suave llena de burla.

-No te hagas ilusiones impura. Todos allá fuera están corrompidos por el pecado, pero tú eres el demonio andando.- dijo mientras se acercaba a una de las antorchas.

-¿Demonio?- pregunté confundida.

-Sí, tu belleza es algo que solo puede ser concebido por el mismo demonio entre las llamas del infierno.- dijo mientras se acercaba a mi con la antorcha en mi mano para así alumbrar mi rostro.

-¿Y por qué ser bello sería un pecado?- pregunté confundida.

-Tú tientas a los hombres, les haces pensar cosas impuras con tan solo ver tu cuerpo, les haces hervir la sangre y eso no lo puedo permitir. Nosotros somos los últimos hijos humanos y es mi deber mantenerlos puros, pero tú has hecho que mi trabajo haya sido en vano así que te traje para salvarte de todo pecado que te consume.- dijo enojado mientras me miraba fijamente.

-Usted no me conoce como para decir esas cosas de mi.- dije seca mientras lo miraba desafiante.

-Te equivocas querida, desde hace años que te he estado buscando.- dijo mientras se alejaba de mi hacia una pared cubierta por una manta.

Cuando estuve frente a ésta, quitó la tela y alumbró un poco la piedra donde pude ver fotos mías. Todas ellas estaban tomadas cerca mío, en diferentes lugares incluido el subterráneo, haciendo diferentes actividades como bailar o entrenar y en diferentes edades.

-Eres un acosador, ¿Cómo te atreves a seguirme desde que era una niña? Una niña que no tenía ni idea de lo que era la tentación.- pregunté enojada y asqueada.

-Desde que te vi supe que eras una creación del demonio, pero debía confirmarlo.- dijo justificando sus actos mientras veía las imágenes.

-No eres más que un acosador y un pervertido.- dije mientras intentaba desatarme.

-Es así como tú me ves, pero para los demás soy un humilde hombre que busca su bienestar, un hombre confiable con el que dejarían a sus hijos teniendo la seguridad de que están bien.- dijo con una mirada obscura y pervertida.

Asi que siempre fuiste tu //Bertholdt&tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora