Capítulo 28 Cuaderno de notas.

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Bajé poco a poco las escaleras lentamente sin poder mirarlo a los ojos. Quería arreglar las cosas, pero no sabía cómo comenzar.

Cuando llegue frente a él, seguía mudo mirándome con una sonrisa dulce.

—¿No está bellísima?— dijo Bianca desde el segundo piso.

Ryan me tomó de la mano cuidadosamente y me obligó a dar una vuelta lentamente.

—Radiante.

Levanté la mirada hacia él y sonreí sin tener idea de lo que significaba que me hiciera cumplidos. Parecía que también quería arreglar nuestros problemas de convivencia, así que di rienda suelta a una de mis comunes verborragias.

—Señor Tucker, esta mañana me encontraba algo sensible y usted se vio envuelto en un especie de arranque de...

—Ey— me silenció. —Me lo merecía, así como todo lo que ha pasado desde que salimos de Maine. Quien no se lo merecía y no merece nada de esto es usted.

Tomé aire y asentí dispuesta a contestar, pero Bianca no me lo permitió.

—Bueno, creo que es la hora de que yo también me arregle un poco— dijo ella. —Les daré privacidad. Estaré en mi habitación si me necesitan, chicos.

Esperé a que desapareciera por el pasillo del segundo piso para tratar de decir algo.

—Bueno...yo...yo quiero...es decir, necesito...yo...— nada de lo que salía de mi boca era coherente, por eso estuve muy agradecida cuando Ryan me interrumpió.

—Quiero llevar la fiesta en paz— me dijo. —Nos queda un buen camino por delante y no quiero tener que compartir auto con una psicóloga que me odie, sería más ameno si nos lleváramos bien, ¿no cree?.

Sonreí levemente y asentí.

—Sí, definitivamente.

—Por eso le traje una ofrenda de paz— señaló el sillón lleno de bolsas plásticas.

—¿Qué es esto? ¿Asaltó un centro comercial por mí?.

—Nada de eso. Le compré un poco de ropa, zapatos, una maleta para que no pierda las cosas y productos extraños con nombres extraños para cosas extrañas que usan las mujeres— entrecerré los ojos no muy convencida y él suspiró. —¿Qué espera? ¡Abra esas bolsas!.

Abrí un par e inspeccioné el contenido. Todo era en realidad muy bonito.

—¿Cómo sabía qué tipo de ropa me gusta?— pregunté mientras miraba sonriendo un par de blusas de botones con colores realmente bonitos.

—Creo que si fuera yo quien tuviera que escribir un libro sobre usted, me sabría defender sin hacerle preguntas— ambos nos reímos. —Esto no es todo, Doctora.

Lo miré.

—¿Qué?.

—Tengo algo más..., pero sólo se lo daré si me dice que mi comportamiento hacia usted queda perdonado.

Me crucé de brazos.

—¿Es una especie de soborno?.

—Sí, algo como eso— sacó un paquete de lo más escondido del sofá. —Pero este incluso lo envolví, debería considerarlo, de verdad.

Le dio un par de vueltas al paquete en sus manos como tentándome a tomarlo y aceptar sus disculpas, lo que no sabía era que lo que más quería en estos momentos era llevarme bien con él.

—De acuerdo, pero sólo si usted olvida los incidentes anteriores y mi acto con el agua de esta mañana.

—Trato hecho— me entregó el paquete sonriendo y lo tomé de igual manera.

Ahí te liberaré...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora