Todo iría bien a partir de ahora.
Recostada en el pecho de Ryan con sus brazos sosteniendo todo mi peso, sentía que incluso me ayudaba a cargar los problemas que estos meses me atormentaron hasta volverlos tan livianos que podría no pensar en ellos en mucho tiempo. Y la verdad era que, estando con él y sin los conflictos que nos rodearon un día, iba a poder olvidarme poco a poco de todo.Abracé con mayor fuerza el cuello de Ryan tratando de esconder mi rostro entre su cuello y su hombro, deleitándome con la comodidad que me proporcionaba el hecho de que nuestros cuerpos aparecían encajar perfectamente uno con el otro.
Respiré profundo y sonreí. Ahí estaba su aroma. Era él...mi Ryan.
Recargue la cabeza sobre su hombro y dejé un tierno beso en la piel suave de su cuello.
—Si vas a recibirme así cada vez que me vaya por unos días lo haré más seguido— su voz ronca y tranquila me llenó los oídos.
—Su plan tiene fallos— susurré. —Porque no piense que lo dejaré volver a irse.
Dejo de caminar y giró el rostro para mirarme. Me sonrió y yo le acaricié la mejilla para después besarlo lentamente en los labios.
El beso que al principio era tranquilo y lento se convirtió después de un rato en algo más pasional. En un beso que reflejó lo mucho que lo había necesitado conmigo durante los pasados días y lo arrepentido que estaba él de haberme dejado.
Cuando nos separamos no espere ni dos segundos para volver a esconder mi rostro en su cuello.
—Así es difícil no pensar en un futuro contigo— me dijo. —Te amo, Denisse.
—Y yo a usted más de lo que cualquier psicóloga con posgrados pudiera explicar.
Pero después de analizar un momento lo que había dicho antes de ese hermoso "te amo" me vinieron a la cabeza otras cosas más que se me estaban pasando por alto.
Ryan ya había vuelto a caminar y solo me puso en el suelo cuando rompió el cristal de un auto con el codo y me abrió la puerta del copiloto.
—Lo siento. Le prometo que cuando estemos establecidos en algún lado voy a comprar un auto.
Eso no era lo que me mantenía pensativa mientras encendía directamente el automóvil sin usar la llave.
—Sus hijas, señor Tucker.
—¿Qué con ellas?— preguntó. Su tono era serio y había algo de inseguridad incluso.
—¿Que qué con ellas?— levanté ambas cejas. —Usted cruzó todo el país para encontrarse con sus hijas.
Me miró a los ojos y sonrió desganado. Estaba segura de que se venía una triste explicación de lo que había pasado en los días que no estuvimos juntos.
—¿Qué pasó?— volví a preguntar, esta vez poniendo una mano sobre su mejilla. Él la tomó y besó la piel suave del dorso.
—Tomé una buena decisión, después de todo— dijo dando inicio a su historia.
"Llegué a California, por supuesto. Fui hasta su escuela y pregunté por ellas en la recepción.
No sabía si estaban en ese turno pero por lo menos me aseguraría.
Entonces, mientras la mujer me preguntaba lo que necesitaba..., las vi a las dos."Había malinterpretado su sonrisa. No estaba sonriendo sin ganas, sino que estaba en calma, apacible.
Como si hubiera liberado de sus hombros un enorme peso que no me había dado cuenta de que cargaba antes.
Estaba tranquilo. Esa ira que siempre expresaba en sus facciones ya no estaba."—Estaba seguro de que eran ellas. Fue imposible no darme cuenta con esas dos hermosuras castañas claro con los ojos de su madre del otro lado del cristal de la habitación
Caminaron junto a mí hasta la misma mujer a la que yo me dirigía y con una sonrisa le pidieron sus notas.
Me moría de ganas de abrazarlas, pero no podía moverme ni decir nada. Pasaron varios minutos hasta que pude salir de mi encierro mental.
Para cuando me pude moverme ellas ya habían salido de la recepción.Me quedé un rato viéndolas de lejos desde el otro lado del cristal de la habitación. Estaban emocionadas con sus amigas contándoles sobre sus notas altas.
Sonreí de orgullo y la mujer comenzó a presumir conmigo ambas como si fueran sus hijas."Paró la historia con un suspiro y bajo la mirada.
Froté con una mano su hombro y brazo derecho tratando de darle ánimo o calor, lo que llegara primero.—Debiste verlas— dijo alegre negando con la cabeza lentamente. —
"Me contó que son las mejores de su generación. Lo típico: notas altas, deportistas, queridas por todos los maestros y por los estudiantes. Unas chicas ejemplares...También me conto que estaba segura de que se debía a los excelentes padres que tenían. Que las amaban y que siempre estaban con ellas en todos los momentos importantes para ellas ayudándolas y exhortándolas a ser mejores."Entonces comprendí a donde se dirigía su historia.
—Usted no...— la frase se quedó inconclusa en el aire.
—No. No siquiera les dije "hola"— me miró a los ojos. —Lo siento, de verdad.
—No comprendo la razón.
—Lo siento porque después de todo lo que le hice pasar para que yo pudiera llegar a California con ellas ni siquiera les di un abrazo.
Puse los ojos en blanco.
—No sea ridículo— lo atraje hasta mi para abrazarlo. —¿Quiere contarme...?
—No es nada que no imagine.
Doc, las vi ahí siendo tan perfectas y me di cuenta de una cosa: ellas en realidad no me necesitan. Vivieron felices conmigo como padre hasta que cometí una mala elección y a causa de eso las perdí.
"No sé cómo pude pensar que llegaría y ellas me reconocerían y me abrazarían emocionadas como si no hubieran pasado tantos años alejadas de mí.Quizá sufrieron como yo al principio, pero ha pasado el tiempo y están bien establecidas en un hogar sano donde les dan amor y todo lo que necesitan. No necesitan a su padre y, por el contrario de esto, mi llegada solo las haría perder el control de su vida.
No les iba a hacer ningún bien al traerles mis problemas de nuevo pero de otra manera, al alejarme les estoy dejando el mejor regalo que puedo darles: Paz."Por triste que sonara, estaba en completo acuerdo con eso.
Esto le había servido para mejorar como persona, pero estaba contenta de que no hubiera llegado a afectar el futuro de esas dos jóvenes.—Hiciste lo correcto— le dije.
—Era lo único que quería— sonrió un poco más emocionado. —Por eso volví por usted.
Me dio un beso dulce en los labios.
—Entonces sabía que era correcto regresar a mi lado— sonreí.
—Sólo sabía que no quería arruinar vidas y quería rescatar lo que quedaba de la que ya había arruinado. Por lo menos un poco— rio amargamente. —Me encontraba en un bar debatiéndome entre regresar por usted y llevarla a su casa para después marcharme o simplemente pedirle perdón y rogar que me dejara quedarme cuando el imbécil del pitufo policía llegó buscándome.
—Me alegro de eso infinitamente— lo tomé del cuello y pegué nuestras frentes. —Me volviste loca, ahora por lo menos debes cargar con el desastre...
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Ahí te liberaré...
Romance-Le mentiría si le dijera que fui así de frío lastimando a las personas como lo soy ahora con mis compañeros de celda- soltó una risa pequeña. -Me ocurría lo mismo con un arma en ese entonces que a usted conmigo. Fruncí el ceño. -¿Qué cosa?. -Le da...