Ahora me quedaba pasar por la peor parte de un juicio: la espera.
Generalmente yo no me encontraba como ahora, nervioso y sudando mientras daba vueltas por toda mi celda esperando que un policía viniera a decirme que era lo que el juez había dictado para mí. No me importaba lo que me ocurriera porque no había ninguna medida de tiempo que me asustara ya y no calificaba para la pena de muerte, pero esta vez era diferente porque el resultado podía ser fatídico para Denisse..., incluso me preocupaba el imbécil de pitufo policía por mucho que me costara admitirlo.
El idiota podría perder la placa para siempre si se daban cuenta de lo que estaba haciendo en realidad: ayudando a un criminal peligroso a zafarse de la pena de muerte.
—Tiene solo unos minutos— escuche decir a alguien en el pasillo.
—Gracias, oficial— hablando del rey de Roma..., o pensando. —Ryan.
—Idiota— sonreí aliviado porque si fuera él. —¿Qué haces aquí? Se supone que nadie puede entrar hasta que me condenen o me lleven al penal...
—Digamos que nos conseguí un par de libertades— se acercó a los barrotes de la celda. —Vine porque creí que te estabas muriendo por un par de respuestas.
—Que considerado— saqué una mano y la puse en su nuca para después golpear su rostro en los barrotes. —Comienza por la parte donde me dices cuando te comprometiste con ella.
—¡Auch!— se quejó alejándose. —¡Fue una mentira para tener el poder legal!. ¡Dios, mi nariz...!
Por supuesto que tenía que ser una mentira. A Denisse le gustan más los chicos malos, castaños claro con tatuajes y músculos grandes.
—Lo siento, puedes continuar— suspiré. —¿Dónde está Denisse?.
—En casa. Tranquilo, estará bien. Su madre la estará interrogando de nuevo pero no le harán daño.
—Está completamente loca, ¿qué fue todo lo que hizo? ¿Las hojas? ¡Vi que le entregaste al abogado algo que...!
—Claro, grita para que los demás lo escuchen, Tucker— se aseguró de que nadie nos escuchara y después habló muy bajo.
—Nuestro plan era que cuando tuviera el poder legal diría que Denisse no agregaría el secuestro a tu expediente pero de cualquier manera no estaba seguro de que eso iba a exentarte de la pena de muerte.
Comencé a reír emocionado.
—¿Qué hiciste, torpe hijo de pe...?
—Comienzo a pensar que tu manera de demostrar tu agradecimiento es diciéndome muchos insultos— Jared suspiró. —Ellos jugaron sucio, así que también lo hice.
—Sigo sin entender. Habla claro.
—Entre las hojas del poder que me otorgaron iba una carta con fotos del lugar donde tenían a Denisse cuando la drogaron para atraparte. Escribí ahí que si no te dejaban vivir y abogaban por algo que te favoreciera, esas fotos terminarían en los periódicos.
Mi mente se aclaró y comencé a reír más alegremente.
—Se desataría una ola de crimen imparable porque nadie creería en la policía— dije entendiendo todo. —¡Eres un maldito genio, Ívon!.
—Pues gracias— se frotó la nariz.
—Oh, vamos. Prometí asesinarte y ahora somos algo parecido a los amigos, no me hagas arrepentirme.
Jared rio también esta vez. Nos quedamos un momento más en silencio simplemente riendo, esta situación era ridícula.
¿Quién iba a decir que hace unos meses estábamos jurándonos la muerte en le peal donde era mi custodio y ahora no solo me ayudó a escapar de la policía, sino que también nos reíamos juntos sobre como burlamos mi pena de muerte?.
—Ívon— dije poniéndome serio. —Arriesgas tu placa tratando de ayudarme y lo sé...
Negó con la cabeza sin mirarme.
—Los policías son muy susceptibles, Tucker, y mi amenaza es bastante buena como para que no lo piensen— levantó los ojos. —En poco tiempo vas a estar con Denisse en un lugar muy lejos de Maine y yo conservaré mi trabajo. No hay de qué preocuparse.
Eso sonaba tan bien.
Denisse y yo juntos, sin nadie persiguiéndonos y en un lugar donde pudiéramos vivir tranquilos. Donde yo pudiera bajar la guardia y disfrutar de la compañía de mi compañera, donde pudiera reclinarme en un sillón con una cerveza en la mano después del trabajo a escuchar las hermosas y conocidas quejas de Denisse para luego llegar a la parte donde la contento.De pronto sentí un pinchazo en el pecho que explotó mis ilusiones.
No supe que era, pero me prevenía de algo malo que pasaría.—Ívon, no es por desconfiar de ti y de tus habilidades de negociante, pero tengo un mal presentimiento.
El asintió.
—Que bien, no soy el único...— suspiró. —Yo igual. Pero supongo que solo es por los nervios de negociar con personas tan pudientes.
—Ellos me quieren muerto— dije. —No van a rendirse tan fácil.
—No seamos paranoicos. Todo saldrá bien.
Sus palabras me resultaban confiables por primera vez en la historia.
Si bien él no tenía como quitarme ese horrible presentimiento, si podía hacer lo mejor de su parte para que todo saliera bien.
Me gustaba llamarlo así, pero Jared Ívon no era ningún idiota.—Dile que la amo, por favor— dije con una sonrisa en los labios. —Que se veía hermosa hoy en la sala..., que extrañaba esa falda y esos labios rojos vino...
—No va a pasar mucho hasta que puedas decírselo tú, Ryan— me dio una palmada en el hombro. —Tengo que irme, no hay que llamar mucho la atención.
Asentí.
—Iba a decirte que cuidaras de ella pero eso se presta para interpretaciones por las cuales tendría que partirte la cara.
—Sé a qué te refieres, Tucker.
—Más te vale, imbécil— me reí.
De pronto se puso a buscar algo en sus bolsillos.
—Casi lo olvidaba— encontró un trozo de papel en su pantalón y me lo entregó. —Ella te mando esto.
Fruncí el entrecejo y miré al papel doblado.
Ívon ya se había ido para cuando comencé a leerlo. Era su caligrafía cuidada y perfecta.
"Por estas y más razones que no alcancé a exponer, Ryan Tucker no es el hombre perfecto, excepto cuando esta junto a Denisse Hokin"
Y junto al pequeño escrito había estampado un beso que ella misma hizo. Me acerqué el papel a la nariz y ahí estaba el olor a maquillaje. Me recordaba a la vez que la asusté en mi celda y la hice enojar. Esa vez se acercó a mi tanto que pude percibir el aroma de su perfume junto con el de su maquillaje.
Necesité mucho auto control para no atraerla hacia mi cuerpo en ese mismo momento y besarla. Estaba tan necesitado de afecto femenino y llega ella a ponerse fiera delante de mi...
Ay, Doc, cómo te necesito ahora mismo más que nunca.
ESTÁS LEYENDO
Ahí te liberaré...
Romance-Le mentiría si le dijera que fui así de frío lastimando a las personas como lo soy ahora con mis compañeros de celda- soltó una risa pequeña. -Me ocurría lo mismo con un arma en ese entonces que a usted conmigo. Fruncí el ceño. -¿Qué cosa?. -Le da...