Descubrí que el doctor encargado de ese consultorio había sido sobornado para no hacer preguntas ni llamadas sorpresa a la policía.
Me curó varias veces cuando cambió mi vendaje mientras Ryan nos observaba desde una silla al otro lado de la habitación y le hacía gestos de odio al pobre médico cada vez que me tocaba y yo hacía un gesto de dolor.Lo descubrí varias veces con mi cuaderno y bolígrafo en la mano al despertarme de las siestas que me producían los medicamentos, pero siempre lo guardaba cuando abría por completo los ojos.
La verdad era que para el segundo día mi hombro ya no dolía en lo más mínimo. Lo que me quemaba era algo más profundo que la piel.
—Dicen que podremos irnos esta noche— me dijo Ryan mientras yo comía otra de las asquerosas avenas que me daba el doctor. —Tienes buena cicatrización.
Apenas le dirigía la palabra después de que me conto su plan de dejarme en Nevada.
Él se daba cuenta de que lo ignoraba, por supuesto, pero no dejaba de intentar que yo siguiera su conversación.Cada vez que lo miraba a los ojos o que siquiera escuchaba su voz, me dolía el pecho. Como si fuera un recordatorio de que pronto no iba a volver a verlo.
Otro nudo se formó en mi garganta cuando quise pensar en contestarle esta vez.
Ryan suspiró.—Vamos, Doc. No puede estar así conmigo todo el tiempo.
Me levanté de la cama y tiré el vasito de plástico a la basura. Desde que se me pasó la anestesia no me molestaba caminar.
Pase por delante de su enorme cuerpo cuando volví a la cama y me acosté dándole la espalda en la esquina más alejada de él.
—Bueno, quizá sea yo quien no puede seguir así— volvió a hablar pero solo cerré los ojos esperando quedarme dormida. —Doctora...¡Denisse!.
—¿¡Qué quieres!?— solté fuerte como si me hubiera estado ahogando con la frase.
Me senté sobre el incómodo colchón y lo miré.
—Ya me dijo que va a dejarme— mi voz tembló y se agudizó por la pena. —Ya me explicó su plan y sus motivos para hacerlo. Ya traté de convencerlo de que no quiero alejarme de usted, pero no le importa nada lo que yo siento.
—Eso no es...
—¡Déjeme hablar!— solté lágrimas de tristeza esta vez. —Ya no va a cambiar de opinión, ¡así que deje que sufra en paz por su decisión!. ¡Ahora cada vez que lo escucho hablar o lo siento cerca solo puedo pensar en que se ira en cualquier momento y no podré verlo más! Perdón pero eso me rompe el corazón.
Me miró a los ojos con rostro serio sin decir una sola palabra. Solo estaba ahí parado viendo como lloraba como una niña pequeña.
Esto me recordaba a aquella noche en el hotel. Era la misma sensación de pánico, los mismos nudos en la garganta y la misma respiración agitada.Estaba teniendo otro ataque.
—Diablos. No otra vez— Ryan rodeó la cama y se sentó junto a mí para abrazarme.
En el momento en que sus brazos fuertes estuvieron alrededor de mí, me di cuenta de lo mucho que iba a extrañarlo.
¿Qué iba a hacer sin Ryan ahora que sabía que era mi pase seguro a la calma?.Enterré mi rostro en la curva entre su cuello y su hombro, él hizo lo mismo.
Me aferré con los dedos a su camiseta como intentando preservar ese momento para siempre.—Por favor— dije entre sollozos y lágrimas incontenibles. —Si no me quiere no me importa, sólo no me aleje de usted...
—Por supuesto que la quiero, Doc— respiró en mi cuello y me apretó más fuerte contra él. —En realidad te amo, Denisse.
—¡Entonces no me dejes!.
—No puedo encontrar una mejor manera de demostrarte que te amo que dejándote ir.
Y no importó que llorara, no importó que le suplicara ni que lo hiciera admitir que me amaba, no importó que su abrazo durara incluso más de lo necesario para hacerme salir de mi ataque de pánico.
Estaba decidido a dejarme, y yo tenía que aceptar lo que me esperaba.Esa noche, cuando Ryan pagó al médico y le dio las gracias por ser discreto, subimos al auto y salimos por la autopista de nuevo.
En el camino vi la mano de Ryan posada en el espacio entre nosotros en el asiento de cuero del viejo y descuidado auto de Bianca.
Agradecí al destino que el auto fuera tan viejo que tuviera la palanca de cambios en el volante y yo pudiera acercarme a él.Me pasó un brazo por los hombros y me besó la frente. Cerré los ojos para disfrutar al máximo ese momento.
Ya no iba a protestar, pero necesitaba escuchar su voz.—Sabe que de verdad me enamore, ¿no es así?— dije tranquila. —Y usted también, aunque no lo admita muy seguido.
—Comenzó a ser peligroso estar con usted desde que me sentí culpable al tratarla sin delicadeza. Me estaba enamorando— me explicó. —Más o menos al mismo tiempo que la sacaba de Maine.
Me reí sin ganas.
—Cuando estaba convencida de que lo odiaba.
—Efectivamente, por esas fechas— bromeó. —¿Estas bien?.
Miró por un segundo mi hombro y después volvió la mirada al frente.
—Sí, no es nada.
—Si lo tengo cerca voy a matarlo— soltó con ira. —No va a vivir mucho para decir su siguiente mentira en las noticias.
—No sea ridículo.
Lo que en realidad quería decir era: No seas ridículo, él no me hizo ni la mitad de daño del que tú me harás cuando me dejes.
—Debe estar cansada— dijo bajo después de un rato. —Recuéstese. Le prometo que para cuando abra los ojos ya estaremos en Nevada. No haré paradas.
La idea me aterrorizaba.
Mientras más rápido pasara el tiempo, más rápido estaría en otro estado del país donde no conocía a nadie para ayudarme.
Bueno, en realidad no me importaba encontrarme en ese lugar sin ayuda, siempre y cuando Ryan me acompañara todo en tiempo, pero no sería así.Cuando te despiertes solo te despedirás, llorarás y después lo superarás, Denisse.
Tomar al toro por los cuernos...eso o rogar sin tener resultados alentadores.—De acuerdo— dije. —¿Le molesta si me quedo cerca de usted?.
—Iba a pedirle que lo hiciera— me miro y sonrió de lado.
Aparté la mirada. Verlo sonreír era tremendamente doloroso ahora que estaba a punto de perderlo para siempre.
Me acosté en el asiento con la cabeza sobre la pierna izquierda de Ryan y cerré los ojos mientras él me acariciaba el brazo y conducía hacia nuestra despedida.
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Ahí te liberaré...
Romance-Le mentiría si le dijera que fui así de frío lastimando a las personas como lo soy ahora con mis compañeros de celda- soltó una risa pequeña. -Me ocurría lo mismo con un arma en ese entonces que a usted conmigo. Fruncí el ceño. -¿Qué cosa?. -Le da...