Capítulo 10 Robo.

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No se en qué estaba pensando cuando decidí meterme en el auto con él.

Todo en el indicaba que no era un hombre que no le importaban para nada las reglas de transito; no le importaba el peligro de pasarse una luz roja ni de pasarse al carril que no nos correspondía solo para alejarse lo mas pronto posible del penal donde paso tantos años de su vida.

Solo me quedaba agarrarme con todas mis fuerzas a la agarradera de la puerta y apretarme el cinturón de seguridad.

—¿En donde está su casa?— Su voz me hizo salir de mi burbuja de pánico donde solo pensaba en mantenerme con vida dentro del auto.

—No se moleste en llevarme a mi casa—, dije temblorosa —puedo conducir sola desde aquí si baja del auto y me promete no contarle a nadie lo estúpida que fui al creer que lo que me pudio que hiciera no tenia nada de malo o de ilegal.

—Espere un segundo,— soltó una carcajada pero no se estaba riendo, estaba enojado — ¡Yo no le pedí que hiciera nada ilegal...!

—¡Pero mantuve lejos del penal a Jared para que no estuviera vigilandolo y así pudiera provocar ese maldito motín!.

—¿Y qué le hace pensar que yo provoque el motín...?— Me miró por un segundo y mi mirada asesina lo hizo volver a mirar al frente —¡Bien! Yo lo hice, pero usted pudo mantenerse lejos y por su estupidez se fue a meter en el penal en un mal momento.

El tenia razón, todo esto era mi culpa. Después de todo no puedo culparlo a el de ser tan cruel y desinteresado por los demás, es un criminal y un asesino. En cambio, yo tuve que haber sabido que era una mala idea. 

Me cubrí la cara con ambas manos y las pase por el cabello.

—¿Va a llevarme a mi casa y después desaparecerá?— Pregunto algo cansada de gritarle.

—No creo que usted entienda la situación en la que esta metida, doctora Hokin.

—¿Eso quiere decir que...?

—Recuerde que usted estuvo ahí cuando maté al hombre que supo lo que estaba buscando y la razón por la que quería escapar de la cárcel.

Me quede helada, con miedo de que se volviera permanente en un rato.

—Pero yo no se que es lo que busca ni...

—No sabe eso, pero si tiene las pistas para saberlo. Suficiente para que un buen oficial sepa a donde me dirijo después de interrogarla. Quizá no necesite que la interroguen, basta que su novio hable con usted y ya.

Eso no me decía lo que planeaba hacerme, pero sin duda no me dejaba mucho a la imaginación.

—No me va a liberar—. Afirme para mi misma.

—No esta aquí contra su voluntad, ¿Recuerda?.

—Contésteme.

—No la puedo dejar sola para que me delate. Lo lamento...—, soltó una risa —en realidad lo lamento por mi. Tendré que escucharla rezongar mientras conduzco.

—Si no me va a dejar ir, ¿Para que quiere que le diga donde esta mi departamento?.

—Necesito provisiones y un lugar donde quitarme este uniforme. Sera un camino bastante largo si quiero evitar todas las carreteras por donde la seguridad será mas fuerte.

—Habra policías por todo Maine buscándome. Si no recuerda bien, tengo una relación sentimental con Jared Ívon y pondrá a todos a buscarme...

—En ese caso tendré que matarla—, no supe bien si lo decía de verdad. De cualquier manera me estremecí. —Su novio no me asusta, doctora. Cuando tome la carretera fuera de la ciudad Ívon no me volverá a ver. Agradezca que no me tomé mi tiempo durante el motín para darle una paliza.

Si no me va a liberar y no lo volvería a ver, ¿Qué hay de mi? ¿Tampoco me verá?.

Me quede mirando al frente. Sea lo que sea que vaya a pasar, no lo descubriré discutiendo con él toda la tarde en el coche.
Recargué mi cabeza en el cristal, cerré los ojos y suspiré.

—Edificio Green, en el centro de la ciudad—, dije bajo — puede llegar por...

—Sé como llegar—. Sonrió —Será mejor que vuelva a agarrarse de la puerta.

Y así sin darme más tiempo para procesarlo, dio vuelta en U mientras hacia sonar la bocina del auto para que todos los demás salieran del camino.

Normalmente el camino a mi departamento hubiera sido tedioso por el trafico. Pero Ryan logró que todos se movieran por miedo a que los chocara.
En menos de cinco minutos estuvumos abriendo la puerta de mi departamento a toda prisa.
No quería que el portero subiera a decir algo por las quejas de los conductores que nos habían seguido.

—Si no quería llamar la atención pudo conducir como una persona normal—. Dije abriendo la puerta.

Claro. No era ningun caballero en estos momentos, así que entro rapidamente al departamento sin decirme nada.

—El baño.

—La puerta roja—, se apresuró a entrar sin importarle cerrar la puerta. Sólo tuve tiempo de darme la vuelta y cubrirme los ojos antes de que se bajara el pantalón. —¡Señor, Tucker! Aquí no está en la carcel.

—Oh, lo lamento. Es la emoción de ver un inodoro de cerámica despues de tanto tiempo—. Por su voz sabía que estaba riendo.

Escuche la puerta cerrarse y volví a mirar en esa dirección. Efectivamente ya la había cerrado.

—¿Qué va a pasar ahora?—. Pregunte.

—Encienda la televisión y ponga las noticias. Cuando mi cara aparezca, veré que hacer. Por ahora dejeme disfrutar de los placeres de la vida de los que fui privado por tantos años.

Encendí la televisión como me lo pidió.
Mientras cambiaba el canal, él salió del baño.

—Comida—. Buscó con la vista el refrigerador, cuando lo encontró corrió hasta él y lo abrió —¡Bendita comida chatarra!.

Sacó mi bote de helado de caramelo y lo comenzó a comer con desesperación.

—Ey, ese es mi postre de todo el mes.

—Corrección. Es mi postre de medio minuto—. Y efectivamente, ya casi no quedaba nada en el bote —Necesito carne caliente y blanda...la necesito.

Mi cena de anoche estaba aun ahí y la metió en mi microondas para comersela después. Se sirvió un gran vaso de gaseosa y comió hasta que se percató de que yo no quitaba la mirada de encima de él.

—¿Qué?—. Preguntó con la boca llena —¿Jamás había visto a un hombre recién salido...bueno, escapado de la cárcel?.

—No, ¿Usted conoce la diabetes?.

—No de cerca...

—Pues la conocerá personalmente si sigue comiendo así.

—Patrañas—. Siguió comiendo frenéticamente.

Suspire y volví la mirada hacia el lugar donde anoche Jared y yo estabamos sentados charlando.
La manta estaba doblada cuidadosamente con los cojines sobre ella. Él los había dejado así esta mañana.
Las galletas y los cafés, ahora fríos, seguían en la mesa a un lado del sofá.

Me senté a un lado y tome laanta sin desdoblarla.
La estreche en mis brazos y me llene de olor a perfume de hombre del que Jared le había dejado.

Él representaba la vida perfecta que mi madre hubiera querido para mi.
Me imagino su cara cuando, en un futuro quizá no muy lejano, yo le hubiera dicho que iba a casarme con un policía guapo de buenos modales.

Pero tenía que arruinarlo.

Ahí te liberaré...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora