Denisse negó frenéticamente pero nadie la vio porque las violentas maneras de hacerme tomar asiento de nuevo de los imbéciles a mi lado llamaban más la atención.
No iba a dejar que sus golpes me callaran.
—¡Deben dejarla fuera de esto!.
Pero mis exigencias solo sirvieron para darle ánimos a Denisse de seguir hablando.
—Aún no he acabado de testificar— le dijo al abogado sin apartar los ojos de mí. —Voy a dar argumentos válidos para exentar a Ryan Tucker de la pena de muerte.
Todos en la sala se quedaron boquiabiertos. Por supuesto que sabía que pronto acabaría ese numerito de querer arruinarme.
—¡No!— grité. —¡Merezco esto! ¡Merezco que me encierren bajo tierra o me maten! ¡Merezco que me alejen para siempre de ti!. No hay nada en el mundo que yo merezca más que una muerte pronta para que no pueda seguir arruinando tu vida...
—No sabes lo que dices— dijo con ojos llenos de pena. Algo me decía que yo tenía la misma mirada.
Me quedé firme de pie y muchos de los policías se apartaron pero uno de ellos mantuvo su mano en mi hombro.
—¿No ven que no planeo escapar, ineptos? ¡Quítame las manos de encima!— me sacudí. —¡Denisse, por favor!.
—No es tu elección.
—Por supuesto que sí— fruncí el ceño. —No viviré a costa de arruinar tu vida...
—Señor juez, esto se alarga por razones inútiles para el caso— habló el abogado. —Doctora Hokin, termine ya su testimonio.
Por supuesto, a él no le interesaba si al acabar ella iba a una institución mental.
—Eso haré— susurró para luego aclararse la garganta. —Ryan Tucker, el criminal más peligroso del país, no pudo evitar enamorarse y eso lo hizo tener un punto suave. Un punto que sirve como filtro para todos los aspectos de su vida y lo transformaron en una mejor persona.
—Una mejor persona que noqueó a uno de nuestros agentes...
—¡Me estaba defendiendo!— alzó la voz. —Lo lamento, me estaba defendiendo. Si yo estoy sana y salva su ira no explotará. Lo expliqué en el análisis de...
—¿Quiere entonces que pongamos a ese criminal con usted en una cabaña de una isla turística para que los crímenes paren? ¡Qué buena solución!.
—Si lo mantienen con vida yo puedo darle seguimiento a su caso para que se...
—Doctora, está diciendo tonterías, ¿da por concluido su testimonio?.
Está perdida.
Completamente perdida, ellos no iban a dejarla salir libre de aquí con lo que acaba de decir.Después de todo lo que hice, después de dejarla en Nevada para que fuera libre, la encerrarán por mi culpa.
No importó el sufrimiento de estar separados, de cualquier manera le arruiné la vida.Quise dar un paso al frente pero otra mano se posicionó en mi hombro.
Me giré furioso pero no era cualquier policía.—Estará bien. Tengo los permisos— dijo Jared sonriendo.
Miró a Denisse de lejos y agitó las hojas que tenía en la mano en el aire.
Ambos sonrieron, pero ella especialmente parecía como si le hubieran quitado un enorme peso de encima.
De pronto su rostro se volvió a llenar de luz y yo seguía sin entender.—¿Qué hiciste, pitufo policía?— le susurré.
—Solo guárdate los dramas y siéntate. Trato de que todo se calme— me empujó hacia abajo.
Todos sabemos que de no haber querido, Jared no me hubiera hecho sentarme, pero quería ver qué estaba haciendo.
Me senté y Jared caminó hacía el frente de la sala.
Le entregó las hojas al abogado con una sonrisa triunfal y después habló para que todos lo escucharan.—Mi prometida ya terminó. Baja de ahí, cielo. Vamos— dijo él extendiéndole una mano para que al bajar Denisse la tomara.
¿¡Prometido!? ¿¿¡¡Prometido!!? ¿¡Qué carajo le pasó al universo en los días que estuve encerrado!?.
Denisse sonrió aliviada. Parecía contenta en exceso por la repentina aparición de pitufo policía.
Uno de los policías que me cuidaban en la banca se puso a reír.
—¿Qué no es esa la mujer de la que estás locamente enamorado, Tucker?— dijo divertido.
—He matado a personas antes usando las esposas y soy bastante bueno— susurré sin mirarlo.
Se aclaró la garganta y dejó de reír.
—Discúlpame.
Jared estaba en un punto intermedio de la sala frente al abogado y el juez mientras le tomaba la mano a Denisse cariñosamente.
Sé que dije que quería que siguiera con su vida, pero no me refería a eso.
—¿Quiere agregar algo o cuál es la razón para que se quedé en esa posición?— le preguntó el abogado algo impaciente a Ívon.
—Sí, algo muy importante. Mi prometida no quiere declarar cargos en contra de Ryan Tucker por su secuestro.
La boca de muchos en la sala se convirtió en una muy redonda O. Los ojos del juez se clavaron en mi pero yo no sabía nada más de lo que sabía él.
Descubrí que la mayoría aquí pensaban que Jared se había vuelto loco o que yo había amenazado con asesinarlo.
—Usted no puede decir eso— le dijo el juez, quien hablaba solo cuando nadie pedía su opinión. —Denisse Hokin ha comprobado que es incompetente y que necesita a su representante legal. Ya que usted no lo es, no puede decidir por ella...
—Perdone que lo interrumpa pero le acabo de entregar al honorable abogado un par de documentos que validan que la señora Hokin, madre de mi Denisse, me dio el poder legal sobre su hija ya que considera que yo podré velar por ella mucho mejor de lo que podrían ella y su esposo hacerlo puesto que no tienen tanto conocimiento en estos asuntos como yo.
Mire al abogado y este estaba leyendo con cuidado las hojas que Jared le había entregado. Noté que ponía especial atención a una de ellas, pero no era un documento formal como los otros, era una especie de carta.
—Tiene razón— dijo bajo. —Esta es la sesión de poder firmada por el señor y la señora Hokin para Jared Ívon.
—Hable más fuerte, abogado— le ordenó el juez molesto.
—El oficial Ívon puede decidir sobre el testimonio de la Doctora Hokin— se acercó para entregarle una hoja pero se guardó la carta en la espalda.
El juez leyó una vez más el documento y después lo puso a un lado para pasarse estresado las manos por el rostro.
—Has pasado por mi sala tantas veces, Tucker— dijo sin mirarme en realidad. —Cada que vienes haces que se me caiga un mechón nuevo de cabello que no vuelve a crecer. ¿Cuándo va a acabar todo esto?.
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Ahí te liberaré...
Romance-Le mentiría si le dijera que fui así de frío lastimando a las personas como lo soy ahora con mis compañeros de celda- soltó una risa pequeña. -Me ocurría lo mismo con un arma en ese entonces que a usted conmigo. Fruncí el ceño. -¿Qué cosa?. -Le da...