Capítulo 26 Se enamoró de ti.

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No pude pegar un ojo en toda la noche desde que Denisse salió de la habitación.
Si en realidad le hubiera dicho lo que me era complicado de nuestra relación no se hubiera enfadado tanto, o bueno, quizá hubiera estado más furiosa de lo que está ahora.
¿A quién le gustaría enterarse de que la persona que prácticamente la raptó, ahora siente una fuerte atracción hacia ella?. No creo que se lo hubiera tomado muy bien; se le hubiera escapado la poca cordura que aún conserva.

Por más ansioso que estuviera de salir de la cama y ver si la doctora estaba bien, sin sufrir en sus pesadillas, me jure a mí mismo que no me movería hasta que hubiera amanecido.
Después de todo ella me dijo estrictamente que no le tocara ni un cabello, lo cual es contradictorio teniendo en cuenta que estaba acariciándola gracias a que ella me dio pase libre.

Me quedé mirando la ventana y después el despertador a un lado de la cama esperando la hora del amanecer.
Estaba concentrado en eso a las cinco de la mañana cuando alguien llamó a mi puerta.

—¿Doc?— pregunté levantándome.

—Soy Bianca, saca tú enorme trasero de la cama y ven aquí.

Cuando abrí la puerta, ella parecía preocupada.

—¿Qué pasa?.

—Denisse está temblando y jadeando en el sofá.

Me llevé los dedos al tabique de la nariz. Sabía que esto pasaría.

—Está teniendo una de sus pesadillas.

—Se ve realmente mal, Ryan.

—Sí, ella...

—¡Tenemos que despertarla, zopenco!— me tomó del brazo y tiró de mi hasta que estuvimos frente al sofá.

Me puse en cuclillas a su lado pero no la toqué.
Perlas de sudor rodaban por su frente y su cabello estaba despeinado como si hubiera estado tirando de él.
Apretaba la sabana sobre ella con tal fuerza que sus dedos estaban rojos, y no podía ignorar los jadeos que soltaba cada vez que intentaba respirar.

—¡Despiértala!.

—Si la despierto sin que esté calmada va a entrar en un ataque de pánico— esplique sin dejar de verla.

—¿¡Y!?.

—¡Que dijo que no quería que la tocara!.

—¡Ay, por favor! ¿Has roto leyes en todos los estados de este país y no puedes incumplir la orden de una mujer?.

—Lo sé. Soy patético...

—¡Ryan Tucker!— su grito me hizo saltar.

—Está bien. La despertaré antes de que lo hagas tú...— suspiré y puse suavemente mi mano en su nuca. —Doc...Doctora Hokin...Denisse...

Poco a poco sus jadeos cesaron y dejó de temblar. No deje de mover mis dedos lentamente por su cuello hasta que abrió los ojos por completo y me miró.

—Ey...— sonreí.

—Estaba...— comenzó a hablar.

—Lo sé. Las pesadillas.

Se sentó para recuperar el aliento y se limpió las lágrimas. Ya todo había terminado.

—Cualquier persona ya estaría acostumbrada al mismo sueño aterrador, pero esto es simplemente horrible— Bianca llegó junto a nosotros con un vaso de agua. —Preferiría alcohol.

—Oh, por eso no te preocupes. Puedes acabar con mi reserva más tarde.

Ella asintió y regresó su mirada a mí.

—Gracias por despertarme— bebió agua.

—Por nada...— no pensé mucho en lo que dije a continuación. —¿Por qué es tan terca? Sabía que tendría esa pesadilla de nuevo y aun así se fue. Hubiera podido calmarla antes de que comenzara a jadear y todo lo raro que hace cuando se asusta, debió quedarse...

Lo único que sentí fue una cantidad considerable de agua sobre mi cabeza y después un vaso vacío estrellarse en mi cara.

—A la próxima tendré en cuenta no ser tan terca, mientras usted puede irse a la mierda— se levantó y también me lanzó la sabana. —Lamento lo de tu piso, Bi. Ryan va a secarlo.

Y subió las escaleras echando humo por las orejas.

Bianca había estado reprimiendo una carcajada, y la soltó en el momento que Denisse desapareció en el segundo piso.

—Muy bien. Puedes reírte todo lo que quieras— dije quitándome la sabana de la cabeza.

—¡Ella te mandó al diablo!— se dobló por la risa. —Ryan, hijo mío, no tienes la menor idea de cómo tratar a las mujeres, ¿o sí?.

—¡Ella es la complicada!.

—¿Quién es tan estúpido para decirle a una mujer "terca" cuando ha tenido una mala noche?— volvió a reír y cuando estuve de pie ya me había traído una fregona.

—Sé cómo tratar a las mujeres— dije molesto. —Lo que pasa es que tengo una mala racha donde nada me sale como yo quiero desde que me escape de ese maldito penal y la Doctora Hokin se me atravesó.

Usé la sabana para secarme la cara y el cabello y después se la cambié a Bianca por la fregona.

—Yo digo que se debe a tu negatividad. Si haces las cosas bien...

—¿Qué quieres que haga? Si la dejo libre irá con la policía y me atraparán antes de que siquiera pueda cumplir lo que me propuse al salir de la cárcel.

—Oh, vamos. La única mujer que te ha amado de verdad en la vida fue también la única que tuvo el valor de enviarte al carajo. No sé tú, Ryan, pero veo cierto parecido en el carácter de Beatrice y tu doctora.

Me quedé pensando en eso un momento, y era verdad.

La misma manera de verme con desprecio. El mismo tono irritante al reclamarme lo poco considerado que soy. La misma mirada penetrante y seductora cuando abre sus hermosos labios y me manda a la mierda.

—Tienes razón. Carajo, son idénticas.

Eso explicaba porque me sentía tan atraído hacia ella y lo mucho que necesitaba protegerla. También le daba algo de lógica al hecho de que enfurecí cuando vi a esa basura con sus manos sobre ella.

Pasó a mi lado y me dio una palmada en el hombro.

—No creo que quiera que regreses a la cárcel, Ryan.

—¿Qué quieres decir con eso?.

—No cabe duda de que esa psicóloga, con todos sus posgrados y correcta manera de hablar, no ha podido evitar caer en un peligroso huracán que se llevó toda su cordura...

—¿Qué...?

—Se enamoró de ti.

Ahí te liberaré...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora