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El mar estaba totalmente en calma y Elle, que se encontraba tomando el sol en la cubierta del yate, sentía que en cualquier momento podía quedarse dormida. Aquel sol, aquella hamaca y aquella tranquilidad eran increíbles.

Se recostó levemente hacia la izquierda, aunque sin dejar de estar en una posición adecuada para que el sol impactara sobre su piel de manera uniforme. Timothée hacía rato que había ido a bañarse, así que no pasaba nada si ella se quedaba dormida un poco... sólo serían quince minutos, media hora como máximo...

Y entonces alguien se sacudió como un perro a su lado, haciendo que las gotas de agua impactaran directamente sobre ella.

Se irguió de manera automática, gritando en el proceso. El agua estaba fría en comparación con la temperatura de su piel tras llevar un largo rato tomando el sol; y además la había asustado.

Timothée rió, terminando de sacudir el pelo.

-¡Te voy a matar! – gritó la chica, levantando la pierna para darle en el culo con el pie – Estaba durmiendo, ¿sabes?

-Por eso lo he hecho.

Timothée sonreía y desde aquella posición, con el pecho echado por la cara, goteándole por los hombros, el pecho y la espalda; estaba realmente sexy.

-Pues voy a volver a dormir, hasta luego.

Elle volvió a echarse en la hamaca y cerró los ojos, aunque sabía que no iba a poder dormir teniendo aún la imagen del chico en la cabeza. Y Timothée tampoco tenía intención de dejarla dormir, así que se las arregló para cogerla en brazos, y a pesar de que Elle pataleó, llegó al borde del yate y se lanzó con ella al agua.

Elle se echó el pelo hacia atrás al salir del mar y salpicó a Tim, que seguía riéndose.

-Dios, eres lo peor – le dijo, nadando hacia la escalerilla para volver al barco.

-Te he hecho un favor, estabas friéndote como un huevo en esa hamaca, y te has quemado ligeramente los hombros – le respondió él, saliendo del mar justo después que ella.

-Tú también te has quemado, listo.

-¿Dónde?

Elle alzó una ceja y se aguantó la risa, después le tocó las mejillas.

-Aquí. Pareces Caperucita Roja.

Timothée puso los ojos en blanco y le agarró las muñecas para apartarle las manos de su cara, y después entrelazó sus dedos.

Elle le miró sonriendo, pero incapaz de ocultar el nerviosismo. Él también estaba nervioso, pero no la soltó.

-¿Qué haces? – le preguntó, mirando sus manos.

Timothée se encogió de hombros y se acercó a ella. Había estado deseando hacerlo durante todo el día, y todos los anteriores desde que la había besado por primera vez; pero en especial aquel, porque estaba radiante.

El sol le había clareado el pelo y había hecho aparecer algunas pecas en sus mejillas, le había hinchado levemente los labios y aquellos ojos... tan grandes, verdes y azules a la vez... justo como el mar.

Se acercó lo suficiente como para posar su frente sobre la de ella, y se sintió más seguro cuando ella no se apartó. Soltó su mano para acariciarle la mejilla, el cuello, los hombros y bajar de nuevo por sus brazos.


Elle le observó. Todo en él era arte. Su pelo, su cara, sus manos... Estaba a gusto a su lado como no lo había estado con nadie. Con él podía ser ella misma, y sobretodo podía hablar sin miedo de cualquier tema.

IN YOUR WILD HEART (Timothée Chalamet)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora