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La despertó una llamada de su padre, diciéndole que pasaría a recogerla sobre las doce para ir a comer. Tenía algo muy importante que comunicarle antes de irse.

Elle no sabía que pensar. No sabía si Timothée habría hablado con él la noche anterior, si le había contado todo lo que había pasado entre ellos; o si había seguido sin querer hablar del tema. No tenía ni idea de qué podía ser tan importante como para comer con ella aquel día.

Por supuesto, su madre no se había opuesto; y tampoco había vuelto a sacar el tema de Timothée.

Se dio una ducha fría para despejar la cabeza, se puso unos vaqueros, converse blancos y una blusa. Se recogió el pelo en una coleta, porque no tenía fuerzas para peinarse y se colocó un abrigo negro antes de salir de casa.

Su padre vino a recogerla en un coche con chófer particular, y para su sorpresa cuando entro en él. No iba solo. Timothée también estaba allí; junto a su madre. Amélie le dedicó una amplia sonrisa; pero Elle se dio cuenta de lo falsa que era.

-¡Elle, chérie! – dijo, estirándose para abrazarla.

-Amélie, qué sorpresa – respondió, sintiéndose rodeada de completos extraños.

Timothée ni siquiera la había mirado.

-Lo sé, ha sido toda una sorpresa para mi también, pero tenía que venir. ¡Quería darte la notica en persona!

-¿Qué noticia? – preguntó Elle, notando como le temblaba la voz.

Su padre y Amélie intercambiaron una mirada y una sonrisa.

-Después de comer, cielo. No seas impaciente – le respondió Max.

Elle asintió y se dejó caer en el asiento. Un montón de hipótesis recorrían su mente. Desde Amélie embarazada a pesar de su edad hasta una mudanza a Londres de toda la familia. Se moría por saber qué pasaba realmente, pero tendría que esperar hasta después de comer.

Y Timothée seguía centrado en la ventanilla, o en la pantalla de su móvil, o en sus manos. En todo menos en ella.

Su cara parecía haber mejorado considerablemente respecto a la noche anterior, su labio volvía a estar del tamaño normal, aunque seguía con la tira en la nariz y el ojo morado; el punto de la ceja caería solo, pero no era el caso tampoco.

Elle se preguntó qué le habría dicho su madre al verle así. Qué habría pensado. ¿Se habría puesto como loca? ¿Le habría pedido explicaciones? A decir verdad parecía bastante feliz y tranquila; como si a su hijo no le hubieran dado una paliza.

Quizá aquella era su manera habitual de ser. Elle tampoco la conocía mucho para poder opinar. Así que intentó desconectar de todos ellos y giró la cabeza para imitar a Timothée y mirar por la ventanilla del coche.


El restaurante era demasiado. Demasiado lujoso, demasiado caro y demasiado dorado. Incluso los cubiertos y las copas estaban recubiertos de oro en algunos puntos. Amélie estaba encantada, y Max todavía más. Timothée seguía ausente y Elle se impacientaba cada vez más.

Cuando terminó el postre y llegaron los cafés. Amélie y su padre volvieron a mirarse.

-Bueno Elle, te hemos invitado a comer porque queremos darte una noticia, a Timothée ya se la hemos dado esta mañana, cuando ha llegado Amélie – comenzó su padre – Y... tenemos que decirte que...

-¡Nos vamos a casar! – gritó Amélie, dando palmadas de alegría.

Elle la miró, con los ojos como platos. Después miró a su padre, y por último a Timothée, que también los miraba a ellos sin pestañear. Quizá a él le había impactado la noticia tanto como a ella. Que sus padres se casaran lo cambiaba todo.

IN YOUR WILD HEART (Timothée Chalamet)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora