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Ocho meses más tarde, Elle se subió de nuevo a un avión, para cruzar el océano atlántico. Estaba nerviosa, ¿cómo no iba a estarlo? Había pasado demasiado tiempo desde lo ocurrido en Londres, sus amigos habían escuchado su versión de la historia, y aunque seguían en contacto con ella, entendía que se hubieran puesto de parte de Will, pues a él seguían viéndole prácticamente todos los días. Ella había desaparecido por completo de Londres, ni siquiera había vuelto en navidad; había sido su madre quien había viajado hasta Nueva York para visitarla.

Su padre la llamaba cada semana, para preguntarle qué tal le estaba yendo todo. Con Timothée no había vuelto a hablar. Ambos se habían felicitado sus respectivos cumpleaños. Él en Diciembre y ella en Febrero; pero nada más. Esta vez se había acabado de verdad.

La verdad era que apenas pensaba en él. Nueva York había resultado ser una cura para todos sus problemas. Había perdonado a su padre por completo, ¿de qué servía seguir enfadada? Él realmente lo estaba intentando, también la había visitado un par de fines de semana en todo ese tiempo.

Había perdonado a Will, por haberla tratado como una basura durante meses, y después, cuando había intentado ser el mejor novio del mundo, por haberse vuelto loco.

Había perdonado a Timothée por dejarla, si es que podía llamarse así. También por haberle querido tanto que sólo él fuera su mundo. Se había dado cuenta de que nunca debería quererse tanto a una persona, porque si luego te dejaba, te quedabas sin nada. Ella jamás volvería a amar a nadie así.

Por supuesto que habían existido otras personas en Nueva York, personas a las que les había cogido especial cariño. Pero no quería ataduras, no quería una relación seria porque si en algún momento llegaban a enamorarse de ella, no podría corresponderles.

Había perdonado a Amélie por amenazarla en aquel baño.

Y finalmente, se había perdonado a sí misma, por haber cometido tantos errores en tan poco tiempo.

Estar sola en Nueva York le había hecho darse cuenta de tantas cosas... ahora valoraba de verdad las cosas. Había tenido que trabajar duro para ganarse un sueldo con el que poder pagar el alquiler, y la comida. Había sufrido cuando alguien la había tratado mal, pero había conseguido sobrellevarlo. Había llorado muchísimo, porque echaba de menos a su madre cada día, a Nora en muchas ocasiones, a su padre en otras; pero había dejado de echar de menos a Timothée. Sabía que él no la echaba de menos a ella.

Había quemado su foto y borrado todas las que aún guardaba en el móvil, y aunque se sentía incapaz de tirar el libro que él le había regalado, había sido capaz de dejarlo en Londres, donde no lo vería hasta dentro de mucho tiempo. Quizá entonces lo donara a alguna librería de segunda mano. Quizá.

Era fácil dejarse llevar, hacer cosas sin pensar, darlo todo por alguien; pero para Elle ya no era fácil ninguna de esas cosas. Ahora meditaba cada decisión que tomaba, era consciente de todo lo que hacía y antes que nadie, estaba ella.

Se le había curado el corazón, tras mucho tiempo, lo había conseguido. Pero ahora tenía miedo de que volviera a romperse.

El avión estaba aterrizando. El cielo de París estaba despejado, incluso había conseguido ver la Torre Eiffel desde la ventanilla. Esperaba poder subir hasta la cima, decían que las vistas eran increíbles.

Borró la imagen de Timothée y ella en la cima de la Torre Eiffel nada más cruzó su mente, ni siquiera se paró a visualizarla. No podía flaquear. No podía volver a caer.

Si se volvía a romper, no iba a ser capaz de recomponerse.

Se sorprendió de sí misma al bajar del avión y no sentir el jet lag, aunque sabía que no tardaría en atacarla. Sólo eran las once de la mañana.

IN YOUR WILD HEART (Timothée Chalamet)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora