24

4.4K 309 211
                                    

Durante el día siguiente Elle hizo todo lo posible por evitarle, saliendo de casa antes de que él se levantase de la cama y volviendo cuando sabía que él había salido. Para cuando Timothée llegaba, ella ya estaba en su habitación.

Eso le mataba. Sabía que le estaba ignorando, que ni siquiera quería mirarle a la cara, pero no podía seguir así, necesitaba contarle la verdad. Decirle que todavía sentía lo mismo. En repetidas ocasiones había estado a punto de picar en la puerta de su habitación y pedirle que le dejara pasar, se lo suplicaría de rodillas si era necesario; pero al final no lo había hecho por vergüenza. No soportaría que ella le rechazara, esa era la realidad.

No fue capaz de dormir más de dos horas seguidas aquella noche, y al día siguiente, cuando intentó encontrarse con ella, ya se había ido, así que cuando su madre le dijo que Max y ella cenarían y pasarían la noche fuera con unos amigos hizo lo único que se le pasó por la mente para coincidir con ella: invitar a todos sus amigos a su casa.

Ellos llegarían a las seis y media, cuando Elle todavía no habría llegado, y se quedarían hasta un rato después de cenar, y ella ya habría vuelto. Tendría que acercarse y saludarlos, ellos le pedirían que se quedara y entonces... entonces no tendría más remedio que aceptar, porque ella no era una maleducada.

En su mente Timothée diseñó un plan perfecto. Verían una película, beberían un par de copas y entonces se acercaría a ella. Funcionaría. Tenía que funcionar.


A las seis y veinticinco, el timbre resonó por toda la casa, haciéndole dar un salto del sofá y poner los pies en el suelo para echar a correr hacia él. Abrió la puerta y esperó dando saltitos a que sus amigos llegasen.

Céline fue la primera en entrar, que le miró alzando una ceja. Anne tuvo que soltar uno de sus comentarios.

-¿Qué haces saltando, Tim? Si piensas que así vas a conquistarla... vas mal. Muy mal.

-Estoy nervioso – respondió el rizoso, sin dejar de saltar.

-Tómate una tila o algo, ¿no? Cómo hace todo el mundo – sugirió Pierre.

-Yo tomo eso cuando me duele la barriga – añadió Alain, satisfecho con su aportación.

-Es imposible que tomes una tila cuando te duele la barriga, tomarás otro tipo de infusión pero la tila es para calmar los nervios – dijo Anne, cruzándose de brazos.

-Dudo que en esta casa haya nada de eso – comentó Timothée, dejando de saltar y pasándose ambas manos por el pelo, echándolo hacia atrás - ¿Habéis traído lo que os pedí?

Pierre levantó dos bolsas de plástico.

-Vodka, refrescos de naranja, patatas fritas, palomitas de microondas, Coca-Cola, ron y varias pizzas – dijo el chico, después sonrió ampliamente - ¡Oh! Se me olvidaba, también te hemos traído esto por si al final consigues triunfar, ya sabes...

Pierre le lanzó una caja de condones. De veinticuatro unidades.

-No queremos un pequeño Timmy correteando por ahí todavía, así que ha sido cortesía de Alain y mía.

-Sois gilipollas – respondió Timothée, pero caminó hasta su habitación y dejó los condones encima de su mesita. Por si acaso.

-Me parece fatal que nos utilices como carabinas, Timothée, muy mal – dijo Céline, mientras metía un paquete de palomitas en el microondas - ¿No es más fácil arreglar las cosas con ella sin que estemos nosotros delante? No sé... es un poco violento.

-Pero vosotros os iréis después de la película, y entonces ahí es cuando hablaré con ella.

-¿No nos vamos a quedar a dormir? Yo había traído el pijama... - dijo Alain, aunque su sonrisa le delató – Es broma, es broma.

IN YOUR WILD HEART (Timothée Chalamet)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora