25

4.1K 310 238
                                    

Elle se despertó con un dolor de cabeza terrible. Se llevó las manos a la cabeza y suspiró. Sabía que no tenía que haber bebido todo ese vodka. ¿Pero qué había pasado después de eso? No recordaba haber vuelto a su habitación.

El corazón le dio un vuelco y abrió los ojos de sopetón.

No recordaba haber vuelto a su habitación... porque aquella no era su habitación.

Se sentó sobre la cama, estaba desnuda.

No podía ser verdad. Aquello no podía estar pasando.

Miró hacia su izquierda y todo lo que vio fue la espalda de Timothée, que en aquel momento empezó a moverse. Tenía que salir de allí antes de que se despertara, tenía que salir de aquella habitación, de aquella casa y de aquel país. Le diría a su padre alguna excusa de su ausencia a la boda, no podía quedarse.

Dios mío, ¿qué había hecho?

Se levantó de la cama rápida como un rayo y empezó a recoger su ropa del suelo. Se subió las bragas, se abrochó el sujetador y entonces escuchó como Timothée se erguía en la cama.

-¿Qué haces? – le preguntó, con la voz ronca.

Elle no respondió, agarró el resto de su ropa del suelo y corrió hacia la puerta. Giró el pomo con fuerza, porque Timothée había saltado de la cama también para pararla. Abrió la puerta y salió de la habitación a carrera tendida, Timothée cogió sus calzoncillos del suelo, metió una pierna por ellos mientras intentaba alcanzarla.

-¡Elle, espera! – gritó, antes de conseguir meter la otra pierna.

Salió de su habitación subiéndoselos y rezando por no tropezar con sus propios pies.

-Elle, joder, no me hagas esto – le pidió.


Y entonces algo cayó al suelo tras él y se rompió en mil pedazos.

Timothée se asustó y se dio rápidamente la vuelta, al igual que Elle, varios pasos más adelante. Lo que se había caído al suelo había sido una taza de té. La taza de té que siempre utilizaba su madre para desayunar.

La que estaba usando en aquel momento hasta que los había visto salir de la habitación semidesnudos.

Amélie tenía los ojos tan abiertos que estaban a punto de salírsele de las cuencas, y la boca en forma de O. Le temblaban las manos.

-Mierda – soltó Timothée.

Miró a Elle, que seguía parada en mitad del pasillo, con una expresión parecida a la de su madre. Se le había ido el color de la cara.

-Mamá... esto... nosotros... - dio un paso hacia su madre, sabía que ir hacia Elle sería imposible.

-¿Qué está pasando aquí, Timothée? ¿¡QUÉ ESTÁ PASANDO!? – gritó la mujer, fuera de sí.

-Mamá, tranquilízate, por favor...

-¿¡HABÉIS DORMIDO JUNTOS!? ¡DIOS MÍO, TIMOTHÉE! ¿¡OS HABÉIS ACOSTADO!? ¡ESTABAS DESNUDO!

Timothée volvió a pasarse las manos por el pelo. No había planeado aquello y sin duda debería haberlo hecho. No había contado con que sus padres volverían a la casa la mañana siguiente. Ni que Elle hubiera salido corriendo de la habitación.

Y era imposible negar lo evidente.

-Sí, mamá. Hemos dormido juntos... y nos hemos acostado.

-¡TIMOTHÉE! – volvió a gritar la mujer - ¡TE ADVERTÍ QUE ESTO PASARÍA! ¡TE DIJE QUE NO TE FIARAS DE ELLA! ¡Y TÚ! ¡TE DIJE QUE TE ALEJARAS DE MI HIJO!

IN YOUR WILD HEART (Timothée Chalamet)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora