¿Te quiero?

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Ya, lo dije, ¿Estás feliz? Porque yo al menos me siento logrado

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Ya, lo dije, ¿Estás feliz? Porque yo al menos me siento logrado.

Después de negarlo y tratar de ignorarlo durante mucho tiempo, ahora que lo he admitido, me he quitado un peso de encima. Pienso que lo más difícil a la hora de querer a alguien es aceptarlo, ya que eso conlleva a que muchas cosas cambiaran en ti y pensándolo bien, ¿Yo estaba listo? No lo sé pero ya no quiero seguir escapando. Tengo miedo, he de admitirlo también, porque sino tengo cuidado, puedo llegar a dañar mi amistad con ella, así que me haré la siguiente promesa:

No importa lo que pase, tu amistad con ella estará por encima de todo, siempre.

Me sentí tranquilo, aunque ese sentimiento no duró mucho, porque me pregunté lo siguiente ... ¿Y ahora qué? ¿Qué se supone que haces después de aceptar que te gusta alguien? Recurrí a mi excasa experiencia y me puse a pensar, se supone que en el orden de factores sentimentales primero esta la frustración, ira, negación y por último la aceptación. Recordé entonces todos los animes shojo que había estado viendo gracias a Santiago, donde el o la protagonista se le declaraba a su amor platónico y milagrosamente después de diversos problemas, se volvían novios.

Un momento, ¿Declaración? ¡¿Ahora tengo que declararme?! No no no, ni de broma. Las veces en las que me "declare" salieron mal, y lo pongo entre comillas porque nunca se los dije directamente, la primera se rió de mi, la segunda me ignoró, la tercera me hizo una broma creyendo que yo le gustaba. Si, mi vida amorosa es realmente lamentable, si es que le podemos llamar así cuando tan solo con que me pareciera linda una niña, en ese entonces yo ya decía que me gustaba y esto era muy diferente.

No sabía realmente cómo actuar a continuación, ¿Debía callarme lo que sentía? Porque no sería mala idea, de pronto la vuelvo a cagar y todo termina raro entre nosotros, era horrible de solo pensarlo. O, ¿Debía decirle lo que sentía? Y con esto se relacionaba otra pregunta: ¿Qué me respondería ella? Obviamente no iba decir que yo también le gustaba, esto es la realidad, no un cuento de hadas, sin embargo, no pensaba que me fuera a rechazar, con ella nunca se sabía nada con exactitud.

Decidí preguntarme a mi mismo qué era lo que quería, ¿Ser novios? Si claro, como si eso pudiera pasar, además, no me lo imagino, sería demasiado rápido hasta para mi. ¿Quería gustarle? Probablemente si, bueno, no sé. No me sentía lo suficiente bueno para ella, no soy lindo y para colmo estoy gordo, comparándome con Nathaniel, yo daba asco.

En fin, tenía más preguntas que respuestas, por lo que decidí recurrir a mi único consejero fiable: Santiago.

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En la tarde

— ¿Felipe? ¿Qué haces aquí? —Preguntó Santiago sorprendido cuando abrió la puerta.

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