Capítulo 31.

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— ¡No tengo sueño! .

— Tienes que dormir pequeña. 

— ¡Yo no soy pequeña!  — protestó . 

— Lo sé, pero para mí siempre lo serás.  

— ¡No quiero dormir! Quédate conmigo, veamos... no sé... ¿Películas? ¡Sí! ¡Películas! . 

— Lu, papá y mamá no están y si se enteran que no dormimos nos van a regañar. 

— ¡No se enterarán! 

— Recuerda que Dimitri está abajo y les dirá, no es la primera vez que no echa de cabeza. 

La niña de ya unos once años de edad miraba con recelo al niño de ojos marrones y al escuchar el nombre de Dimitri, el cual era un trabajador fiel de su padre y que ahora los resguardaba en la ausencia de éstos se estremeció. 

Ese hombre de cabello negro azabache con rastros visibles de cabellos blancos, de ya unos cuarenta y cinco o cuarenta y seis años de edad no le causaba buena espina. Algo en su mirar le daba miedo y le provocaba náuseas , la manera en que siempre la miraba ( Más bien espiaba, porque eso parecía un pasatiempo entretenido para él ) y trataba siempre de entrometerse en su día a día fingiendo un papel del "Tío Dimitri" — Que quién sabe se lo dio  le repugnaba aún más. 

Siempre cuando estaba sola en el jardín el llegaba de la nada y le preguntaba cosas tribales a lo cual ella siempre le contestaba cortante y de mala manera para al final marcharse de su presencia y dejarlo hablando con la nada. Varias veces sus padres le reprendieron por ser de esa manera con aquel hombre, pero no podía evitarlo, no lo soportaba. 

Y todo eso fue en aumento, de hecho empeoró más aún el día en que lo encontró en su cuarto mirándola dormir a mitad de la noche. En ese momento cuando se levantó le preguntó demandante que qué carajos hacía ahí , él simplemente se sorprendió, no esperaba a que lo pillara pero simplemente contestó que sus padres lo habían mandado a ver si estaba todo bien en la habitación, que habían escuchado ruidos raros y venía a revisar si todo estaba bien. 

Una vil mentira más. 

Nada más el acordarse de ese momento la hacía temblar. 

No conste con eso, siempre lo hacía, él sabía que ella se daba cuenta que la miraba al dormir, que entraba a su habitación por la madrugada y la acechaba. Pero él seguía sin importarle. 

Ella sabía que eso no era normal, que aquello no lo hacía una persona normal con una niña como ella, que nada bueno podía venir todo aquel ser , no sería la primera ni la última niña que podría sufrir acoso o abuso por parte de una persona relativamente "Cercana". Nada más imaginarse eso no sólo le causaba asco, sino que un temor le recorría el cuerpo. 

De ahí su desconfianza iba en aumento, lo repudiaba. 

Y sí, aquellas palabras ( O conocimientos ) eran muy grandes para una niña de tan sólo once años y que causaría revuelo entre los adultos de esta sociedad , pero tal vez para su mala o buena suerte — tómenlo como quieran — ella no pensaba como las niñas de su edad. Su vida no era como la de otras niñas y sabía perfectamente que las cosas no salen siempre como esperábamos, además de que su curiosidad que la mayoría de veces era saciada por libros quizás no muy aptos para ella la ayudaban a tener tales pensamiento. 

Tan sólo el pensar que aquel hombre estaba allí abajo, en el mismo techo que ella y sin la presencia de sus padres le causaba escalofríos, aunque estando sus amados padres o no, las cosas seguirían igual , pero no los culpaba del todo, son unas personas ocupadas que trabajando para darle un futuro mejor y no pueden controlar todo tal vez como ellos quisieran, además de que ella tampoco había hablado con nadie de eso , ni siquiera con el niño de ojos chocolates. Siempre era lo mismo cuando se encontraba en situaciones como éstas. 

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