La Jefa.

Capítulo 32.

El auto paró  enfrente  de una casa grande , con puerta de madera ya un poco gastada y en forma de arco , con varias ramas y platas adornando las paredes ya de un color amarillento gastadas le daban un aire vintage a todo el lugar. 

Nos acercamos a la gran puerta y Nicholas tocó el timbre que estaba un lado escondido entre el musgo que se había apoderado de la pared, escuchamos como la voz de Meredith se escuchaba al otro lado y luego la puerta se abrió dando paso a una sonriente Meredith que sin dudarlo se abalanzó a nosotros dando un beso en cada una de nuestras mejillas . 

— ¡Pasen! Mi marido debe estar haciendo qué cosas... ¡Rogelio! ¡Rogelio! ¡Los muchachos han llegado! ¿Dónde te has metido Siciliano?. 

Meredith nos hizo pasar dentro y sin duda la calidez de era otra, el aroma a romero y otras especias inundó mis fosas nasales y un sentimiento acogedor hizo que me sintiera extrañamente bien. 

A pesar de la fachada del frente de la casa estaba un poco deteriorada cualquiera pensaría que por dentro estaría igual, pero no, la realidad era otra; toda la casa estaba perfectamente pulida , con un aire moderno pro sin perder la esencia principal , los sillones de piel en color champagne combinaban perfectamente con el diseño de las paredes que se dividían entre colores blancos , beige, rosas pálidos con el papel tapiz de flores de distintos colores pastel que le daban ese aire fresco a la estancia, y con los jarrones que estaban en las mesas pequeñas con ramos de lirios , margaritas, rosas de todos los colores y unos preciosos girasoles, contando así la hermosa chimenea d ladrillos que se hallaba al final del lugar, pero que me hizo pensar que seguramente, en tiempo de invierno se vería espectacular. Una decoración que sin duda era obra maestra de una mujer con buen gusto que no dudaba que fuera la señora de la casa la creadora. 

— ¡Ya voy mujer no seas tan escandalosa!   — dijo Rogelio con muy buen porte muy buen porte mientras bajaba por las escaleras de espiral que se hallaban al otro lado del lugar — ¿Cómo están mis hijos? ¿No te molesta que te llame hija? — me preguntó el hombre a lo que yo negué. 

— No tengo problema, me parece encantador — le respondí .  

— ¡Pero que bella muchacha hijo! ¿Dónde te la has conseguido? haber si me consigo una yo, a veces Meredith se pone... ¡Auch!   — la italiana se acercó a su marido y lo alejó de un sólo jalón de orejas — ¡Ves! .

— Si hubiera sabido que me ibas a cambiar cuando me hiciera vieja habría elegido la propuesta de Lorenzo Vitale ¿Te acuerdas de él cariño? . 

— Cómo no acordarme — suspiró con pesar el italiano. 

— Aquel hombre de ojos aceituna y nariz respingada... 

— ¿Estás insultando a mi nariz?   — el hombre frunció el ceño más su mujer no le prestó atención a su interrupción en su relato y siguió. 

— De muy buen porte y de bolsillo generoso se terminó cansando con la hija de Los Lucas luego de que lo rechazara por tu profecía de amor.... — la mujer suspiró mientras Nick y yo veíamos aquella escena sacada de una comedia romántica — ¡Qué error he cometido amore mío! . 

— ¡Oh mujer! Sabes que a ti no te cambiaría por nada y te sigo amando como si todavía tuviéramos veintitrés    — el italiano se acercó a la mujer y le dio un beso que provocó que mi corazón se llenara melancolía absoluta por los miles de recuerdos que llegaron a mi mente. 

— ¡Todo muy lindo y romántico pero ya! Lucy y yo no queremos ver una escena de telenovela ¡Queremos comida! ¡¿Dónde está la comida?! .