15: Dictadura

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- «Inspira... Espira...Inspira...Espira...» - se repetía Azura mentalmente, una y otra vez, intentando aguantar los nervios, la presión y la emoción que sentía en ese momento.
Sabía que había llegado el momento de volver a relatarles la historia de Valla al resto del ejército. Pero una parte de ella tenía miedo. ¿La tomarían por loca y la abandonarían a su suerte allí en Valla, o simplemente le darían la espalda una vez más para continuar con sus incoherentes batallitas? Sólo quería que todo pasara, que volvieran al reino sideral y que nadie supiese que había vuelto a Valla.
Sintió como, todavía abrazada a Corrin, llorando la pérdida de Scarlet, todas las miradas se clavaban en ella buscando una explicación... Y rápido.
Se separó torpemente del chico, se alisó la falda rápidamente y se aclaró la voz. Suspiró con pesadez, antes de añadir:
- Por favor, acompañadme... Necesito contaros la verdad de todo esto... - murmuró, atándose su lanza a la espalda a la vez que los guiaba a todos a través de pequeños senderos que conducían al templo.
Habían aparecido en la misma llanura que la vez anterior, aquella en la que no habitaba ni un alma y que parecía sacada de una tenebrosa novela de fantasmas. Azura encabezaba el grupo, seguida de Corrin, que empezaba a conocer el camino. Tras atravesar varios kilómetros a pie a través de aquella estepa, aparecieron delante de aquel templo al que Azura los había llevado hacía ya varios meses. Seguía en pie, tal y como lo recordaban algunos de ellos.
Corrin se preguntó como iba a entrar tanta gente allí dentro, pero no le dió tiempo a preguntar, pues Azura ya se dirigía hacia el interior. La chica empezaba a subir las escaleras, cuando se paró en seco. Notó como comenzaba a faltarle el aire y se agarró la cabeza con una mano mientras se apoyaba en una de las columnas para no caer al suelo. Hinoka se acercó hasta ella y ayudó a su hermana a recomponerse, haciendo que se apoyara en su hombro.
- Estoy bien... No pasa nada - tranquilizó Azura a su hermana.
Hinoka la soltó, mirándola con intranquilidad, pues sabía que su hermana no le estaba diciendo la verdad y que algo andaba mal.
Una vez recuperada, Azura los guió a través de aquellos laberínticos pasillos hasta la sala con forma de observatorio, aquella rodeada por un foso, con notables decoraciones acuáticas y náuticas y la cuál poseía una estatua y un altar en honor a Anankos en el centro.
La joven pidió a todos los presentes que se detuviesen en la entrada y volvió a repetir el mismo proceso de la vez anterior. Se arrodilló ante la estatua, con la lanza apoyada en el suelo y empezó a recitar lo que posiblemente fuese una oración en vallés.
Ninguno de los allí presentes murmuró palabra alguna, hasta que la sala quedó envuelta en un halo acuático y el foso que los rodeaba empezó a llenarse mágicamente de agua. La gran mayoría del ejército se sorprendió ante aquel maravilloso espectáculo, y más aún cuando millones de diminutas gotas de agua empezaron a balancearse en el aire, como si bailasen una danza.
Azura se levantó poco a poco, para después girarse con una expresión de alivio en el rostro.
- «Inspira... Espira... Inspira...» - volvió a pensar la joven.
Suspiró, pesadamente, para después mostrar una triste sonrisa.
- Bienvenidos al reino de Valla... - empezó a decir Azura - Durante todo este tiempo no había podido hablaros de ella debido a una maldición que impide nombrarla fuera de sus fronteras... - todo el mundo se sorprendió, pero ella hizo una pausa y siguió hablando - Valla fue un reino próspero y pacífico, conocido en todo el mundo por sus gentes, sus destacados profesionales en las distintas artes, su historia, sus tradiciones, y con el que Hoshido y Nohr mantenían buenas relaciones... - Miró un segundo a Corrin, antes de seguir - Un día... Su dios, Anankos - murmuró señalando a la estatua con la lanza, mostrando una expresión de odio e ira mientras añadía - decidió que ya era hora de que el mundo que conocemos volviese a ser tierra de dioses... Que no merecíamos ser dueños del planeta en el que vivimos por ser seres inferiores...y que Él merecía un reconocimiento mayor al que le daban los valleses que aquí vivían. Así que decidió destruirnos...poco a poco - notó como un nudo empezaba a formarse en su garganta, impidiéndole hablar con claridad - Empezó con Valla, ya que, según cuentan las leyendas, fue Él quién creo este reino... Asesinó a su rey, torturó y mató a miles de personas por serles inútiles a la hora de llevar a cabo su plan... Destruyó las ciudades e implantó una dictadura a los pocos que lograron sobrevivir... - Le dirigió una mirada fría a Xander y otra a Ryoma, mientras añadía - Él es quién ha iniciado esta guerra, pues los siguientes en caer serán Nohr y Hoshido... Y os puedo asegurar que vuestros dioses no harán nada por impedirlo, creedme, sé bien de lo que hablo... A no ser que nosotros hagamos algo... Si derrotamos a Anankos acabaremos con esta estúpida guerra que solo está trayendo dolor y desgracia. Si acabamos con Él, todo volverá a ser como hace años... Y podremos vivir en paz de una vez. - concluyó, esperanzada.
Nadie se atrevió a decir nada. ¿Cómo podía pedirles que dejaran atrás sus reinos, sus gentes y renunciaran a sus dioses para luchar en una guerra que no era la suya?
Azura dió un paso adelante mientras añadía:
- Sé que no puedo pediros que me creáis. No puedo pediros que luchéis en esta guerra que pensáis que no es la vuestra. Sois libres de elegir. Podéis volver allí arriba y seguir matándoos entre vosotros, sufriendo sin sentido...pensando que vosotros sois los buenos y que estáis haciendo lo correcto, o simplemente esperar a que vuestros dioses hagan su trabajo... - Azura sonrió con tristeza mientras una lágrima rodaba por su mejilla izquierda - Pero yo me quedaré aquí, creyendo en mí misma, pues me cansé de esperar a que otros me protegieran hace mucho tiempo, luchando en una guerra que sí es la mía, pensando que estoy haciendo lo correcto. Yo me quedaré aquí a luchar y a morir si hace falta... - miró a Corrin, el cuál también dejaba caer alguna lágrima de vez en cuando - En esta guerra no existen bandos... No existe un lado correcto y un lado erróneo... No hay buenos que maten con espadas a los malos, ni malos que se dejen morir a manos de los buenos. Así que elegid. ¿Qué preferís: una guerra que sabéis que podéis ganar y en la cuál solo hallaréis más guerra... o una guerra en la que nada estará claro nunca, pero puede que al final no haga falta luchar nunca más?
Otra vez silencio...
El corazón de Azura empezó a resquebrajarse poco a poco. Nadie de los allí presentes había creído nunca en ella y lo peor es que ahora se daba cuenta, tarde...
Cuando ya se disponía a anular el hechizo y salir de allí, oyó como alguien había avanzado hacia ella.
Corrin había dado un paso adelante, en señal de que él la acompañaría a luchar en cualquier batalla, contra cualquier dios y en cualquier bando. Hinoka y Sakura lo imitaron, sonrientes. Después las siguieron Camilla, Elise, Takumi, Leo, Felicia, Kaze, Jakob, Hana, Subaki, Arthur, Effie, Lilith, Setsuna, Beruka, Selena, Saizo, Peri, Laslow, Kagero, Odín, Oboro, Orochi, Reyna, Niles, Hinata, Gunter, Kaden, Keaton, Benny, Shura, Charlotte, Silas, Nyx, Azama, Mozu... Y finalmente Ryoma y Xander.
Azura se acercó hasta ellos y les sonrió entre lágrimas. La reacción de todos ellos la había dejado muda y sólo podía llorar de emoción. Una vez más, su mente la había engañado, haciéndola creer que aquello nunca llegaría a ser posible.
Corrin la cogió de las manos a la vez que la miraba con ternura a través de sus vidriosos ojos granates.
- Estamos contigo... - sonrió el joven y abrazó a su amiga.
Ninguno de los allí presentes arruinó aquel momento que por desgracia para ellos no duró mucho.
De repente, notaron como el suelo empezaba a temblar. Azura se separó de Corrin bruscamente y notó como el corazón se le resquebrajaba del todo al entender lo que pasaba. El suelo seguía moviéndose, cada vez con más brusquedad y violencia. El agua acumulada en el foso empezó a inundar la estancia. Las columnas se agrietaban poco a poco y el techo se vendría abajo en cuestión de segundos.
- ¡¡Corred!! - gritó Azura, descompuesta. - ¡Hay que salir de aquí...! ¡¡YA!!
Corrin agarró a Azura de la mano y empezaron a correr fuera del templo. Los demás los siguieron mientras el edificio empezaba a venirse abajo. Sakura, que corría junto a Elise, chocó contra Azura, la cuál las agarró a ambas de la mano, formando una cadena.
Corrían por los pasillos en busca de la salida, cuando el techo cedió, aprisionando a gran parte del ejército. Azura, Sakura, Elise, Corrin y Leo, que se habían quedado fuera de aquella cárcel, intentaron sacarlos, desesperados por salvar a los que habían quedado encerrados.
- ¡Lilith! - gritó Azura. - ¡Abre un portal y salid de ahí!
- ¿¡Y cómo volveréis vosotros!? - preguntó Takumi desde el otro lado.
Su voz sonaba muy leve, debido a los restos de techo que bloqueaban el paso.
- No te preocupes por eso...
- ¡¡Solo salid ya!! - gritó Leo, desesperado.
Lilith hizo lo que la joven pidió y los llevó a casi todos devuelta al reino sideral, mientras Corrin, Azura, Leo, Sakura y Elise corrían hacía la salida. Una vez fuera, se dejaron caer sobre la hierba mientras veían como el edificio se venía completamente abajo.
Azura agarró a Sakura y Elise de la mano y le dirigió una apurada mirada a Corrin y Leo.
- Nos ha encontrado... - advirtió, agobiada. - ¡Seguidme, rápido! - gritó, corriendo con rapidez, arrastrando a sus hermanas.
Leo y Corrin siguieron a la chicas, que empezaban a correr a través de la llanura.
No tardaron mucho en llegar hasta un pequeño bosque de pinos, abetos y sauces llorones. Siguieron corriendo por el bosque hasta llegar a un claro, en el cuál había un inmenso lago en el centro. Azura se paró en la orilla del lago y cogió de la mano a Leo y a Elise.
- No os soltéis... - les pidió, con angustia. Después miró a Corrin - Ya sabes que hay que hacer...
El joven asintió y después miró a Sakura
- Haz lo que nosotros hagamos... - la niña asintió y los cinco empezaron a sumergirse en el lago.
Leo y Elise agarraban a Azura de la mano, y Sakura y Corrin permanecían a su lado. De pronto notaron como una fuerza los engullía con suavidad y los cinco se dejaron llevar por la fuerza de la corriente...

Leo empezó a abrir los ojos poco a poco. Estaba acostumbrado a la oscuridad, por lo que distinguir su silueta no supuso ningún esfuerzo.
- ¿Qué ha pasado? - preguntó, todavía algo atontado por el viaje - ¿Hemos vuelto de...?
- ¡NO! - gritó la joven mientras le tapaba la boca.
- Lo siento, casi se me olvida...
Azura sonrió y le acercó algo de agua a su hermano. El chico sostuvo el vaso entre sus manos mientras la miraba, agradecido.
- Gracias por sacarnos de allí con vida...
Azura sonrió, sentada en el borde la cama, mirándolo con cariño.
- Es lo que hacen los hermanos... Nos protegemos los unos a los otros - murmuró ella mientras se dirigía hasta la puerta de la habitación - Buenas noches...
- Buenas noches, hermana... - respondió el chico con pesadez, antes de que la joven cerrase la puerta.


Perdón, perdón, perdón, perdonadme no haber podido subir antes el capítulo, pero bueno, aquí lo tenéis. Muy pronto subiré el siguiente😘😘😘

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