Azura cerró levemente la puerta de la habitación de Leo. Empezó a bajar las enormes escaleras de mármol blanco, pasando suavemente la mano por la blanca baranda perlina. Alzó la mirada para encontrarse con Corrin, que la esperaba al final de las escaleras con una sonrisa y una dulce mirada.
- ¿Cómo está? - preguntó el príncipe, refiriéndose a su hermano.
- Ya ha despertado, pero lo he dejado solo para que descanse un rato... - respondió ella, algo callada.
Corrin notó como su tono de voz era apagado y más calmado del habitual. Esta vez no le preguntó que le pasaba, pues sabía que ella no le diría nada para no preocuparle, y no quería volver a discutir con ella del mismo tema.
- Me voy a dar un paseo en pegaso con Hinoka, ¿quieres venir? - le preguntó, esperando un sí, rotundo y firme.
Corrin negó con la cabeza.
- Tengo que ayudar a Ryoma y Xander con las estrategias, ya que Leo está descansando. Quieren que mañana volvamos allí...
Azura asintió con brevedad, le dió un leve beso a Corrin y se dirigió a los jardines del castillo en busca de su hermana, que la estaría esperando con ansia.
Corrin se quedó un rato parado, mirando como ella se iba, hasta que cayó en la cuenta de que había cosas por hacer y se dirigió a una de las salas principales del castillo.
Abrió la puerta y se encontró con medio ejército reunido en torno a una enorme mesa triangular. El chico se acercó hasta ellos y posó una mano en el hombro de Silas.
- ¿No habréis empezado sin mí, no? - preguntó jovialmente el príncipe.
- No podíamos empezar sin tí, ya que más o menos conoces el terreno - contestó Camilla mientras extendía un plano de Valla encima de la mesa.
- ¿Y eso? - preguntó Takumi
- Azura me lo ha dado. Es un mapa del reino entero. Con él será más fácil planear cualquier estrategia. - respondió Xander, algo distante.
- Pero, exactamente, - le preguntó Ryoma a Corrin - ¿a qué nos enfrentamos?
- Si te soy sincero no lo sé con certeza... Solo ella lo sabe.
Ryoma suspiró con desilusión y empezaron a organizar varias estrategias para la expedición que tendría lugar el día siguiente.- ¿Qué te pasa? No has hablado en todo el paseo... - preguntó la chica con una sonrisa.
- No es nada... Solo estoy intentando asimilar todo lo que se nos viene encima - respondió Azura mientras observaba el paisaje que se extendía a sus pies.
- Bueno, por eso no te preocupes ahora. Disfruta del viaje y déjate llevar por primera vez en tu vida - contestó su hermana, sarcástica, con una sonrisa en el rostro.
Estaban sobrevolando uno de los bosques que rodeaban la zona norte del castillo, mientras, a lo lejos, el sol se ponía por el oeste. Por más veces que lo vieran, el atardecer era un espectáculo que siempre conseguía emocionarlas. Varias bandadas de pájaros de todas las razas las rodeaban, y, bajo sus pies, contemplaban como todo tipo de animales empezaban a buscar refugio para pasar la noche, que se les empezaba a venir encima.
- Creo que deberíamos regresar, se está haciendo tarde...
Hinoka asintió mientras hacía que el pegaso girase sobre sí mismo, para más tarde empezar a descender poco a poco y aterrizar en uno de los jardines del castillo. Ambas chicas se bajaron del animal rápidamente.
Hinoka se lo llevó a las caballerizas para lavarlo y darle de comer, mientras Azura se adentraba en el comedor para cenar. Una vez hubo terminado la cena, cada uno se dirigió a su respectiva habitación a descansar para la expedición que tendría lugar al día siguiente.Serían aproximadamente las ocho de la mañana cuando volvieron a aparecer en Valla. El plan era ir acercándose poco a poco al castillo Gyges, como Anankos lo había renombrado, que en vallés significaba "la morada del Dios".
Azura los iba guiando a través de llanuras, valles, montañas, ríos... La joven había abandonado Valla cuando era muy pequeña, pero se conocía la ubicación exacta de cada piedra, pues había pasado muchos años estudiando algunos documentos que encontraba acerca del reino. Tras varias horas andando sin descanso, habían decidido acampar en un valle que habían encontrado en los límites del reino, en la zona oeste, y donde no llamarían mucho la atención. Serían las una de la tarde, pues el Sol estaba casi en lo alto del cielo y brillaba con todo su esplendor.
Azura se alejó un poco del grupo, pues quería examinar la zona por su cuenta. Empezó a escalar una pequeña montaña que rodeaba el valle. Apoyó el pie en un hueco que había entre dos piedras y se impulsó hacia arriba con todas sus fuerzas. Había logrado alcanzar la cima de aquella escarpada montaña, lo cuál la reconfortó bastante.
Dejó que el frío aire que se respiraba allí arriba se adentrase en su cuerpo poco a poco, llenándola de añoranza e ilusión por haber vuelto a su reino de origen. Se quedó parada un rato, observando el paisaje que se extendía a su alrededor y dejando que el viento jugase con su rebelde cabello celeste. Cogió su lanza, la cuál había dejado apoyada entre un par de pequeñas rocas, y se la agarró a la espalda. Se disponía a bajar la montaña cuando notó una presencia tras ella.
Se detuvo al instante e intentó distinguir cualquier movimiento que realizase su atacante, él cuál estaba muy próximo a ella. Se llevó una mano lentamente a la espalda y desenvainó su lanza sin hacer el menor ruido.
Todo fue muy rápido. Una esfera de color morado apareció de entre unos matorrales en dirección a la joven. Azura dió un salto hacía atrás, esquivando la esfera, pero enseguida notó como la apuntaban con una espada en la espalda.
Ahogó un grito de tristeza al comprender de quién era aquella arma. Reconocería aquel filo en cualquier parte...
Se repitió una y otra vez que aquello era imposible, que su mente le estaba jugando una mala pasada, que estaba en una de sus infinitas pesadillas... Que quién estaba tras ella no podía ser su...
- Madre... - susurró la joven, sin poder evitarlo, al borde del llanto.
Notó como la espada abandonaba su espalda para dirigirse a su nuca.
- No déis ni un paso más hacia Gyges...u os mataremos a todos. No pongáis a prueba su paciencia... - advirtió.
La voz de su madre sonó fría, despiadada y sin el menor rastro de vida en ella. Clavó levemente el filo del arma en su nuca, formando un pequeño río de sangre.
La chica quiso volverse para mirarla a los ojos y asegurarse de que su mente no le estaba jugando una mala pasada, cuando oyó que algo se descomponía tras ella. Giró la cabeza con esperanza de encontrarla todavía allí, pero solo vio como miles de diminutas gotas de agua desaparecían poco a poco.
Se dejó caer sobre la abundante hierba que crecía entre las rocas y lloró en silencio durante un largo rato. Todavía no se creía que hubiese encontrado a su difunta madre. Sabía que Anankos podía revivir a los muertos, pero nunca pensó que fuese tan despiadado como para... Dejó que las lágrimas llenasen su frágil rostro, lo cuál la reconfortó de cierta manera.
Entonces, oyó como alguien se acercaba hasta ella mientras corría a protegerse con su lanza. Un joven rubio de ojos color granate apareció con habilidad de entre las rocas. Se acercó hasta ella, preocupado, y empezó a limpiarle el rostro con delicadeza y cariño.
- Azura - murmuró el joven, mirándola fijamente a los ojos - Mi amor, ¿dónde estabas? Nos tenías preocupados...
Azura intentó retener las lágrimas, pero no pudo y se lanzó a los protectores brazos de Corrin, quién la abrazó con cariño mientras intentaba consolarla. El príncipe depositó un suave beso en el cuello de la joven, y, al hacerlo, pudo observar como un breve hilo de sangre brotaba de su nuca.
La despegó de él con brusquedad y la miró con rabia a los ojos.
- ¿Quién ha sido? - casi gritó el príncipe - ¿Quién te ha hecho esto?
Azura se asustó al observar como los ojos de Corrin eran dos fuentes de ira, rabia y furia que la examinaban al detalle, como si tratasen de identificar en su mirada quién había sido su agresor. Sintió como el joven apretaba sus brazos, impidiendo que se alejase de él. De pronto, Azura se puso tensa, antes de dirigirle una fría mirada.
- Te lo diré cuando te calmes... Si sigues así, solo lograrás transformarte. ¿Es eso lo que quieres?
Los ojos de Corrin se agrandaron un poco, para después cerrarse con fuerza. Sabía que la chica percibía cuando se transformaba sin él desearlo gracias a sus ojos, pues eran dos espejos de su alma. Respiró con calma. Lo último que quería era transformarse, ya que sabía que si lo hacía sin voluntad propia, lo único que haría sería herir a cualquiera que estuviese a su alcance.
Azura le pasó una mano por el rostro y acercó su frente a la del joven. Ella también cerró los ojos y ambos se quedaron así un tiempo, callados, dejando que la brisa inundase sus alocados corazones. Corrin la abrazó delicadamente por la cintura y la acercó hasta él. La joven despegó sus frentes para posar su cabeza en el pecho del joven.
Azura sonrió al comprobar que los latidos de su corazón volvían a ser regulares.
- ¿Has vuelto ya? - preguntó, algo sarcástica.
Él también sonrió mientras abría los ojos poco a poco.
- Sí... Lo siento, no quería alterarme de esta manera. Es solo que me hierve la sangre al pensar que te han hecho daño.
- Pues tienes que aprender a dejar de preocuparte tanto por mí... Ya hemos hablado antes de esto, Corrin - le reprochó la princesa.
Corrin apoyó su barbilla en la cabeza de su amada y soltó un leve suspiro.
- ¿Me vas a decir ya que ha pasado? - preguntó, algo impaciente.
Ella no habló al momento. Escogió las palabras adecuadas para que él no pensase que tal vez estuviera loca. Cogió aire y habló con temor y tristeza:
- ¿Recuerdas que te dije que Anankos tiene el poder de revivir a los muertos y hacer con ellos lo que le plazca...?
Corrin asintió, recordando aquella conversación que habían mantenido en una de sus escapadas nocturnas... La misma noche en la que compartieron su primer beso...
- Sí, recuerdo que hablamos sobre el tema, pero, ¿qué tiene eso que ver con...? - paró repentinamente de hablar, debido a la triste y gélida mirada que le dirigía Azura.
- Corrin... He visto a mi madre... Está aquí... Y quiere acabar con nosotros...¡¡¡Holi!!!✋ Bueno, pues aquí os dejo otro capítulo de este fanfic que estoy haciendo con tanto cariño y espero que os esté gustando 😘😘😘
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Fire Emblem Fates: Unión
أدب الهواةTodos los personajes de esta historia son propiedad de Nintendo e Intelligent System. Corrin y Azura se han rebelado en contra de sus dos familias y ahora deben afrontar la cruda realidad. Les espera un camino de aventuras, obstáculos, verdades ocul...