Habían pasado tres días desde la trágica batalla en la que Azura se había visto obligada a acabar con la vida de su madre. Desde entonces no habían vuelto a viajar a Valla y Azura no había salido de su habitación nada más que para comer y para pasear a solas por los jardines. Sus hermanos habían intentado animarla, pero ella seguía empeñada en que podía haber salvado a su madre.
Corrin subió las escaleras con rapidez hasta llegar a su habitación. Abrió la puerta, apoyando su espalda en ella, pues llevaba una bandeja en las manos. Entró silenciosamente en la habitación, que estaba en penumbra y se sentó con cuidado en el borde de la cama.
Azura, que estaba profundamente dormida, empezó a moverse cuando notó la presencia del joven. Se frotó los ojos con cuidado de no hacerse daño mientras él le daba un beso en la frente.
- Buenos días, princesa... - la saludó el príncipe. - ¡Oh! Se me olvidaba... Su desayuno - dijo con una sonrisa mientras le tendía la bandeja sobre las piernas.
- No hacía falta, Corrin... - murmuró ella - Gracias - añadió, con una sonrisa.
Corrin se sentó con ella en la cama y dejó caer su cabeza en el hombro de Azura, mientras ella empezaba a desayunar.
- ¿Cómo te has levantado hoy?
- He estado pensando... - empezó ella, con un gesto severo - Creo que no merece la pena que siga lamentándome. Creo que lo mejor será retomar la expedición cuanto antes y terminar de una vez con esta maldita guerra que nos va a volver a todos locos... - se giró para mirar a Corrin con una suave sonrisa - Es la mejor forma de honrar su memoria...
El joven la cogió por la cintura y depositó un beso en su cabello, a la vez que añadía:
- Ella siempre estuvo orgullosa de tí...
Azura suspiró con pesadez a la vez que se levantaba de la cama. Dejó la bandeja sobre una mesa, limpió la cama y comenzó a vestirse.
Corrin la miraba con una sonrisa, sentado en una silla de su habitación, cuando ella se giró con una expresión extraña.
- ¿Te importa? - pidió ella, sonrojada.
Corrin entendió lo que quería decir y no tardó en salir de la habitación, también colorado.Azura acababa de salir de la sala central del castillo, en la cuál había tenido lugar una largo y pesado debate acerca de las diversas estrategias que deberían adoptar para ganar las siguientes batallas, el cuál había durado nada más y nada menos que ocho horas. Eran aproximadamente las seis y media de la tarde cuando ella decidió salir a dar un paseo por los jardines del castillo. Salió de su habitación vestida con un largo vestido blanco y unas sandalias que se ataban a sus tobillos. Llevaba el pelo recogido en un rápido moño bajo, dándole un aire informal.
Bajó poco a poco las escaleras de mármol, cruzó la sala central, donde había tenido lugar la reunión, atravesó con calma los bulliciosos pasillos, pasó junto a la sala del trono y entró en las termas, que tenían un pequeño acceso a los jardines. Una vez salió al exterior, decidió perderse entre la multitud de flores y árboles que adornaban los alrededores del palacio. Arrancó con delicadeza una rosa azul que crecía libre al borde de camino de piedra que había entre las plantas, y se la colocó en el pelo, en el lado izquierdo del flequillo, para ser más exactos.
Una vez salió de los jardines, se dirigió a las caballerizas, donde se encontró a Camilla y a Elise, que alimentaban a sus monturas. Los ojos de la niña se iluminaron al ver a su hermana y no tardó en correr hasta ella para abrazarla con fuerza. Azura le revolvió suavemente el pelo y depositó un beso en su desordenado cabello, que ahora fluía suelto. Camilla también se acercó hasta ellas para envolver a la chica en un tierno abrazo.
- ¿Cómo estás? - preguntó Camilla con dulzura, a pesar de que se habían visto hace poco en la reunión, donde no habían tenido tiempo para hablar de otra cosa que no fuesen tácticas de combate.
- Mucho mejor, gracias - respondió Azura con una muy poco pronunciada sonrisa. - Voy a dar un paseo por el bosque, ¿os apetece venir?
- Lo siento, cielo. Xander nos ha pedido que ayudemos en todo lo que nos sea posible.
- ¿Queréis que me quede a ayudaros? - preguntó la joven, desanimada por no poder pasear con sus hermanas.
Camilla negó levemente con la cabeza, pero fue Elise quién añadió.
- Tienes que descansar... - respondió la niña con un dulce tono de voz.
Azura acarició su mejilla con ternura y se despidió de ambas con un fuerte abrazo.
Se acercó hasta el establo donde estaba Lurano, su pegaso perlino, y comenzó a acariciarle con suavidad las crines. Cogió un cepillo y empezó a limpiarle el pelaje. Cuando hubo terminado se acercó a él y lo miró juguetona a los ojos.
- ¿Quieres que vayamos a pasear? Parece que somos los únicos que no tienen nada más que hacer hoy...
El animal relinchó de alegría ante la proposición de su dueña, la cuál no tardó en ensillarlo y dirigirse al bosque junto a él.
Tras un par de horas surcando los cielos de aquel reino sideral y explorando los más recónditos rincones de aquel maravilloso bosque, decidió descansar a orillas del lago al que tanto le gustaba ir.
Dejó que el animal pastara libre mientras ella se refrescaba bajo la luz de la Luna. Después de un gratificante baño bajo las estrellas, se dejó caer sobre la hierba a observar el cielo nocturno. Dejó que la brisa la acariciara con suavidad. De pronto se acordó de Corrin... sí, al joven le habría encantado pasear con ella.
- Corrin... - susurró ella, absorta en sus pensamientos, acordándose del chico. - ¡Corrin! - exclamó de pronto.
Ya era de noche, y seguramente el joven estaría preocupado al ver que no volvía.
Se incorporó con rapidez y llamó a Lurano, él cuál apareció de entre unos matorrales cercanos. El animal llegó rápidamente hasta donde estaba ella.
- Buen chico... - le susurró la princesa, mientras le acariciaba la cabeza con ternura.
Besó la frente del animal y se dispuso a apoyar el pie en uno de los estribos para subirse a su lomo. Justo cuando iba a incorporarse, notó como alguien la agarraba del brazo. Giró la cabeza con rapidez y descubrió que junto a ella había un enigmático encapuchado que la agarraba con fuerza.
Azura intentó zafarse de su agarre, pero no obtuvo resultado. Desesperada y asustada, agarró su lanza con el brazo que tenía libre de una de las alforjas de Lurano, y no dudó en descargar un fuerte golpe sobre su retenedor. El desconocido fue más rápido que ella. Agarró el otro brazo de la chica, impidiéndole moverse.
Lurano, asustado por el ajetreo, huyó al interior del bosque, perdiéndose entre los sauces...
Azura seguía intentando zafarse de su atacante, cuando notó como algo entraba en su consciencia, provocando que cayera inconsciente en brazos del encapuchado. Éste la acunó con suavidad entre sus brazos y se dirigió hasta el interior del lago, él cuál los engulló al instante...
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Fire Emblem Fates: Unión
FanfictionTodos los personajes de esta historia son propiedad de Nintendo e Intelligent System. Corrin y Azura se han rebelado en contra de sus dos familias y ahora deben afrontar la cruda realidad. Les espera un camino de aventuras, obstáculos, verdades ocul...