1 : Traidores

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No sabía muy bien que pasaba, de repente todo se volvió negro...y cayó...
Lo último que pudo ver antes de desmayarse fueron sus siluetas, las siluetas de los miembros de sus dos familias: la familia que lo vio nacer, que lo perdió y ahora por fin lo había recuperado...y en la ribera opuesta su otra familia, la familia que lo crió y a la que quería tanto como a su verdadera estirpe...
Después todo se volvió negro y se desmayó sobre la hierba...no, sobre los brazos de alguien, aquella persona que tan unida había estado a él desde su regreso a Hoshido, esa persona en quién confiaba como en ninguna otra y de la que estaba profundamente enamorado... Azura.
Dejó que los brazos de ella lo envolvieran mientras ésta, con ayuda de Felicia y Lilith se teletransportaban al reino sideral... Allí estarían a salvo...
Al cabo de un largo rato volvió a abrir los ojos. Estaba tumbado en una cama muy cómoda, probablemente en una de las habitaciones de su castillo, aquel gran y vacío castillo del que era dueño y señor desde el día en que Lilith lo salvó al caer en el Cañón Sin Fondo.
Pudo sentir como alguien lo miraba fijamente nada más girar la cabeza... Era ella.
- Al fin has despertado... - murmuró Azura, mirándolo con esa mirada que congelaba y a la vez transmitía tanto cariño - Nos has dado un buen susto. Gracias a los dioses que estás bien...
Corrin se fijó un poco más en ella. Tenía la ropa gastada de la batalla, el pelo enredado y los ojos rojos. En ese momento una lágrima rodó por su mejilla. Aún dolido, Corrin pasó su dedo por la mejilla de la princesa, limpiándole la lágrima con cuidado.
- Sabes que no me gusta verte llorar...
- Y tú sabes que no lo hago a menudo... Y menos delante de la gente. - le reprochó Azura, seria.
La siempre presente sonrisa del príncipe desapareció repentinamente, reemplazándose por una mueca de desconcierto y tristeza.
- ¿Qué pasó? ¿Por qué me desmayé? - preguntó Corrin con un tono de voz poco común en él, mientras se incorporaba lentamente.
Asura le lanzó una confusa mirada.
- ¿De verdad que no te acuerdas?
Corrin se dejó caer encima del mullido colchón y se tapó la cara con ambas manos. Azura lo miró, cansada. Se dispuso a salir de la habitación del medio dragón, dejándolo a solas con sus pensamientos, cuando oyó al príncipe hablar.
- Traidores... Miserables traidores...- repitió, melancólico, mientras miraba a la nada. - Malditos y malnacidos...

- ¡¡¡TRAIDORES!!! ¡¡¡MALNACIDOS, MISERABLES Y MALDITOS TRAIDORES!!!- gritó Takumi mientras Hinoka lo retenía con la mirada fija en Corrin.
- ¡Basta, Takumi! - lo tranquilizó su hermana mayor, la cuál todavía miraba hacía delante, pero está vez su mirada no iba para Corrin, sino para Azura la cuál, cogida de la mano de Corrin tenía la mirada fija en el suelo, esperando que aquello terminará... y pronto.
La pequeña Sakura seguía llorando al lado de sus hermanos mayores, mientras Ryoma no mostraba el menor gesto de ira en su rostro, sino de tristeza, rabia, impotencia y frustración.
Al otro lado la situación no cambiaba mucho. Xander y Leo se mantenían inexpresivos mientras que Elise no paraba de llamar a Corrin junto a Camilla, que mantenía la cabeza gacha con lágrimas en los ojos.
Corrin no pudo más y, después de estrecharle la mano a Azura con fuerza, se dejó caer, con el rostro ensangrentado y lleno de heridas y lágrimas debido a la batalla. Azura pudo cogerlo a tiempo, antes de que cayera al suelo, o, muy probablemente, al río que los separaba de los otros dos bandos.
- ¡¡Felicia!! - la llamó Azura, agitada y asustada, intentando mantener presente su habitual carácter frío y competente.
- ¿Si, señora?- respondió con angustia la chica.
- ¡Llama a Lilith! ¡¡Rápido!! Que haga que salgamos de aquí...
- ¡Ahora mismo! - respondió eficaz la muchacha.
Felicia no perdió ni un minuto. Corrió rápida en busca de Lilith, mientras Azura abrazaba a Corrin con fuerza, estrechando su mano.
Lilith estaba ocupada intentando mantener a raya a dos soldados nohrios con ganas de pelea que se habían quedado algo rezagados. Al llegar Felicia, acabó con ambos en un santiamén y cogió del brazo a Lilith, sacudiéndola ligeramente, nerviosa.
- ¡Rápido...! Corrin...Azura...reino sideral... - jadeó Felicia, alterada por la carrera - ¡Ayuda...!
La pobre chica no tuvo apenas tiempo para respirar, ya que Lilith salió corriendo en dirección a los dos príncipes, que seguían allí tirados en mitad de la batalla. Corrin seguía inconsciente, con la cabeza apoyada en el regazo de Azura, la cual estaba exhausta y herida, con la mirada fija en el joven. Al ver llegar a Lilith y a Felicia, los ojos de la princesa se iluminaron, para entonces cerrarlos con rapidez, esperando a que la magia de Lilith los envolviera, llevándolos lejos.
Los entreabrió un poco y lo último que vio antes de alejarse de allí fue a su hermana mayor, Hinoka, que la miraba triste e indecisa. Azura quiso correr y abrazarla, prometerle que todo estaba bien, que volverían a ser la familia unida que eran... Pero no podía. Había sufrido mucho. Esta era su oportunidad de salvarlos a todos, aunque ellos todavía no lo sabían. Además, no podía dejar a Corrin. No, a Corrin no. Por alguna extraña razón necesitaba estar con él... Y él con ella.
Reprimió ese impulso con todas sus fuerzas y dejó que las lágrimas fluyeran de sus ojos, siendo su único alivio. Volvió a cerrarlos y, cuando los abrió de nuevo, se encontró en medio de aquel enorme reino sideral, delante de aquel gigantesco castillo que la atraía como un imán, y dejó que las emociones fluyeran de ella.
Abrazó a Corrin con fuerza y lloró. Lloró como nunca antes lo había hecho, y cuando acabó se sintió aliviada y con fuerzas para continuar. Con ayuda de Felicia, Lilith y Jakob, llevó a Corrin hasta una de las habitaciones del castillo, donde lo acostaron en una cama, cómoda y mullida.
Entonces, Azura le pidió a Felicia que le trajera paños húmedos para curar las heridas del joven príncipe. Mientras Felicia corría escaleras abajo, Lilith se refugiaba en su santuario y Jakob ponía en regla el castillo, Azura se quedó allí, sentada junto a Corrin, hasta que el sueño la venció.
No pudo evitar soñar con sus hermanos adoptivos, con los que decían ser su verdadera familia, y con Corrin... no, con Kamui. Sí, Kamui. Así había decidido llamar al príncipe cuando se transformaba, porque aunque siguiera siendo Corrin, aquel joven cariñoso, vivo y sincero que todos querían y respetaban, al transformarse cambiaba... Se volvía más frío y distante, y en ocasiones más agresivo. Azura no llegaba a asimilar que aquel dragón que luego acababa pareciéndose tanto al príncipe fuera realmente él. Llamarlo como si fuese otra persona distinta le resultaba más fácil, más rápido de asimilar. Lo único que no cambiaba del príncipe por muchas veces que se transformara era esa luz que tenían sus profundo ojos rojos... Esos ojos que Azura adoraba y que daría su vida por que él la mirara a través de ellos.
Podía llegar a distinguir otra figura en su sueño... No pudo llegar a descubrir de quien se trataba, pues un ruido la despertó...
- «Corrin» - pensó, y con el corazón en un puño se despertó, alterada, pensando que le hubiese pasado algo al ser que más quería en el mundo mientras ella dormía a su lado.
Se tranquilizó al abrir los ojos y ver que estaba bien, herido y un poco malhumorado debido al sueño, pero bien. Se acercó un poco más a él y esperó, a su lado, a que despertará del todo.
- Al fin has despertado... - susurró, al ver como la miraba con cariño.

Espero que os haya gustado el primer capítulo de este fanfic. Por favor darle a like y toda crítica constructiva es bien recibida. Gracias por leer y seguramente mañana suba el segundo capítulo. Chao😘😘😘

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