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~ Cinco años después ~

Narrando escritora

Una joven muy hermosa caminaba lentamente de cunclillas por aquélla cabaña abandonada. Sus pies descalzos chocaban con maderas viejas que se encontraban plasmadas en el suelo. Cada vez que daba un paso, se escuchaba el gruñir de las maderas y eso a ella le asustaba un poco.

Miraba por los alrededores con la esperanza de que sus ojos capten lo que querían ver pero por más que buscaba no encontraba nada. Su preocupación, angustia y miedo comenzaron a mezclarse en su cuerpo. Da un pequeño saltito cuando escucha como el viento comienza a mover unas ventanas que se encontraban abiertas junto a una melodía realmente tenebrosa. No lo dudó más y decidió regresar a su habitación pero el problema era que no recordaba el camino de regreso, pues la cabaña era muy grande.

— ¡Maldicion me perdí! — se reprocha a sí sola.

Comienza a caminar hacia el lugar que pensaba que era el camino de regreso pero detiene el paso cuando escucha un ruido detrás suyo.

Llena de miedo, decide girar a la velocidad de la luz pero no encontró nada, solo oscuridad. Derrepente unos brazos comienzan a rodear su pequeña cintura, haciéndola apegar a aquél cuerpo desconocido.

— ¡Ah! ¡No! ¡Sueltame! — gritó, llena de miedo y muy fuerte a la vez — ¡No! — trataba de safarse del agarre pero era imposible, el otro cuerpo era más
fuerte — ¡No! — comienza a dar patadas al sentir que la comenzaba a alzar — ¡Por favor no! ¡No! — ahora le ayudaban los puños. Siente como esos brazos gigantes la comienzan a voltear — ¡No! ¡No! ¡No! — sus ojos se encontraban cerrados pero de un momento los decide abrir y su cuerpo detiene todo movimiento por completo — ¡Eres un imbécil! — golpea su pecho con cierta fuerza para luego alejarse de él.

Una risa comenzó a resonar por toda la silenciosa cabaña.

— ¿Te asusté? — cuestiona a lo que ella asiente — pues ese era el plan — sonríe.

— ¡Te odio! Me pudiste haber matado del susto, ¿Lo sabes verdad? — se comienza a tranquilizar, mientras quitaba los mechones que se encontraban pegados en su rostro debido al sudor que le causó el miedo.

— Oye...— trata de acercarse.

— ¡No te me acerques Simón!

— Bonita — le sonríe pero no funcionó porque la expresión de la rubia no cambiaba — oh vamos Ámbar — se vuelve acercar pero esta vez más
lento — amor — le vuelve a sonreír y ve como su rubia de ojos azules empezaba a dejar la seriedad. Es que era imposible enojarse con él, por más que lo intente, fracasaba — espera — detuvo a su andar y la miro fijamente — ¿Qué haces tú con mi camisa puesta? — le reprocha poniendo sus manos en la cintura.

El rostro de Ámbar deja de formar una sonrisa para volver a la seriedad. La rubia agacha la mirada y mira la camisa que tenía puesta, la cual por cierto era de su novio.

— Bueno...era lo único que encontré — se excusa — ¿Además qué quieres que haga? Me levanto y no te veo a mi lado, me preocupé por tí...pensé que algo malo te había pasado y es por eso que tomé lo primero que había, me lo puse y salí a buscarte.

— Bueno, déjame decirte señorita que...— la mira de pies a cabeza — te vez hermosa y extremadamente sexy — se muerde el labio inferior.

La rubia entendió muy bien esa señal, así que comenzó a dar pasos hacia atrás.
Conoce a la perfección a su novio y entiende inmediatamente esos gestos.

— Simón... — el castaño avanzaba y la rubia retrocedía — amor para.

Pareciera como un lobo feroz en busca de su presa. En este caso el lobo feroz y su pequeña caperucita roja.

¡Oshe tú! ¡Deja de mirarme!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora