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~ Una semana después ~

Narrando escritora

— ¡No lo puedo creer, este lugar se ve fabuloso! — grita Delfina sin poder dejar de ver aquél salón de gala.

— ¡Nos quedó realmente hermoso! — chilla Ámbar — ¿Oye Delfi, dónde crees que esté Jaz?

— Púes me imagino que estará viendo cosas del modelaje y todo eso — mira por los alrededores — hay mucha gente, no puedo encontrarla — se queja.

— Debe estar por algún lado, es la organizadora de todo esto. Busca bien.

— ¿Por qué no me ayudas? — reprocha.

— Lo estoy haciendo — la rubia se ponía de cunclillas para poder buscar a su amiga. Aunque tuviera tacos, pues digamos que no le ayudaban mucho, ya que la gente que había ahí, eran realmente gigantesca, a comparación de ella que es pequeñita — ¿Ya la encontraste?

— Aún no...¡Espera! Acabo de ver a Nico — rápidamente la morocha toma de la mano a la rubia para salir corriendo hacia el novio de la pelirroja — ¡Hey Nico!

— ¡Chicas! — saluda el rubio a ambas.

— ¿Dónde esta Jazmín? — pregunta con eficacia Ámbar.

— Púes ahora mismo se encuentra reunida con el fashionista o el director, o lo que sea — ambas chicas ríen.

— ¿Qué pasa? ¿Estás celoso? — comienza a molestar la morocha.

En ese instante Nicolás comienza a toser.

— Okey, son celos — le sigue el juego la rubia.

— Por supuesto que no chicas. Supongo que ese tal fashionista será un viejo decrépito — Ámbar arquea la ceja — y ni modo que a mi chiquita le guste una pasa arrugada. Por favor, no estaría celoso de alguien así...además soy cero celoso — en ese momento Delfina ve salir a la pelirroja junto a un hombre muy guapo y para nada arrugado como insinúa Nicolás. Rápidamente le codea a Ámbar para que se dé cuenta de lo que pasaba.

— Eh...— se acomoda el cabello la rubia tal y como lo hacía en su adolecencia cuando aparentaba ser una chica mala — ¿Viejo? — comienza a contar con los dedos de su mano — ¿Decrépito? ¿Arrugado?...¿Realmente piensas eso? — el rubio asiente con tranquilidad — ¿Cien porciento seguro? — vuelve a asentir.

Ambas chicas se miran mutuamente y con una sonrisa burlona.

— Bueno, entonces tienes que ver esto — la morocha lo toma de los hombros y lo hace girar al rubio — ¿Viejo decrépito? No le veo nada, más bien — Nicolás comienza a fruncir el ceño, mientras sus ojos se agrandaban más de la cuenta — es alto — el rubio se mira a si mismo para luego mirar al acompañante sonriente de su novia — tiene un porte matador. Ojos grises — ¡Mis ojos son azules como el mar! Pensó el rubio — ¡Su cuerpo! — la morocha lo hacía a propósito para molestar al rubio y sí que lo estaba logrando, mientras una Ámbar se burlaba de la situación — está...tan formado, que hasta con camisa puedo ver claramente sus cuadraditos. Ha sí, me olvidaba de algo — sonríe con malicia — tiene barba, ajá eso le da el toque de galán de telenovelas — suspira la morocha, mientras que con sus manos se abanicaba el rostro. Haciendo entender que se derretía — ¿O no es así, Am?

La rubia al escuchar su nombre rápidamente decidió dejar de reírse discretamente. Mira a su amiga para luego responder.

— Bueno, ni cuenta me he dado porque mis ojos ya tienen dueño — Ámbar se encontraba reenamorada de su mexicano.

¡Oshe tú! ¡Deja de mirarme!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora