three

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— ¡Qué loco! ¿Y, estaba guapo?

Mi mejor amiga estaba acostada a mi lado en la camilla, con cuidado de no lastimarme o desconectar alguno de los aparatos a los que estaba conectada. La había extrañado y muchísimo.

— ¡JooE!

— ¿Qué? Mi pregunta iba enserio, Dae.

Solté un bufido.

— Lo está. — Respondí sinceramente.

JooE ahogó un grito, siempre consideró lo misterioso muy emocionante. Pero yo no lo veía de esa manera, lo encontraba bastante aterrador de hecho.

— ¿has visto a mi bestia? — Cambié rápidamente de tema.

— Tonta, el invierno ya pasó, estamos en primavera. Obviamente los lobos migran hacía en donde haya invierno.

No estaba segura si eso era verdad, así que simplemente asentí.

—Es raro, ¿sabes? El lobo no quería que nadie se te acercara cuando estabas inconsciente, es como si ambos estuvieran vinculados.

— ¿Enserio?

— ¡Sí! Intentó morderme cuando me iba a acercar a ti; pero no lo hizo, quizás porque no intenté más, estaba acostado justo a tu lado con una de sus patas en su regazo, lamiéndote las heridas que tenías por todo el cuerpo. A cualquiera que intentara acercarse les gruñía o le soltaba la mordida. Solo dejó que los paramédicos te tomaran y nada más. Después de eso, no supe nada de él.

— Eso...es bastante intenso.

— Mi teoría del Jacob sigue en pie.

Reí levemente.

—Dae, tengo que irme, le prometí a mi madre que llegaría a cenar temprano. —JooE se levantó con cuidado de no lastimarme

— No te preocupes, Joowon. Puedes venir a visitarme mañana.

La rubia me dedicó una de sus hermosas sonrisas de oreja a oreja y me estrechó entre sus brazos.

— Cuídate mucho, si sucede algo no dudes en llamarme. —Deshizo el abrazo cuidadosamente, tomó su mochila y se la colocó en los hombros. — Te quiero, adiós linda. — Y sin más, la rubia salió trotando de la habitación.

Una vez estando sola en el estúpido dormitorio siendo acompañada por el monitor cardiaco, me quedé pensando en aquel chico, Jungkook, el chico pelinegro de los ojos amarillentos. Sentía una extraña conexión con él, como si lo conociera de toda la vida. Me miraba como si conociera cada uno de mis profundos secretos. ¿Cómo era que conocía mi nombre? ¿Sería un acosador? ¿Un violador?

Miré el reloj que estaba encima de la mesita que se encontraba de lado derecho de la camilla. Ocho y media de la noche, solté un suspiro, mis padres no vendrían a verme. Una enfermera bastante esbelta entró a la habitación con un paquete de jeringas y dos frascos con sustancias bastante espesas a mi parecer.

— Disculpa,  el doctor no me hizo saber de esto.

Como si no le hubiera hablado, prosiguió con lo suyo. Sacó una jeringa de aquel paquete comenzando a mezclar ambas sustancias.

— ¿Qué estás haciendo?

La enfermera volvió a ignorarme y sin más, metió la jeringa entre el pequeño frasquito en donde anteriormente había elaborado la mezcla. Le dio dos ligeros golpes a la jeringa, se acercó rápidamente a mí. Me aparté de inmediatamente.

— No dejaré que coloques esa mierda en mí hasta que me digas que es y quién te ha dado la orden de inyectarme.

Solo gané de su parte que me colocara los ojos en blancos, tomó un walkie talkie de su uniforme.

— Sosténganla.

Me alarmé aún más y de una forma bastante apresurada me desconecté de todos los aparatos a los que estaba conectada levantándome de la cama. Dos hombres el triple de grandes que yo entraron a la habitación azotando de una manera bastante brusca la pared de la habitación ¿qué no tenían personal para que no dejaran entrar desconocidos? ¡Qué clase de hospital era este!

Uno de los hombres me tomó por sorpresa cargándome por las axilas y me alzó firmemente, traté de defenderme dándole una patada en el estómago, pero fue inútil ya que mis fuerzas aún no estaban del todo bien. Comencé a patalear bruscamente, la enfermera o si así se le podía llamar, venía con la jeringa lista para incrustarla en mi cuello. Volví hacer un último forcejeo, pero el otro regordete me había sostenido las piernas así evitando cualquier movimiento brusco de mi parte.

— No te dolerá nada, linda.

El primero hombre que mi sostuvo, hizo hacia un lado mi cabeza dejando perfectamente mi vena a la vista. Putísima madre.

— ¿Qué no les han dicho que es de mala educación hacer ruido en un hospital?

—Kook. — Dijeron ambos hombres entre dientes al unísono.

Ambos hombres me dejaron caer al suelo cayendo de nalgas a este. Sentí el frío del suelo en mi trasero gracias a la abertura de la bata.

—Dejen a mi chica, no creo que les esté causando muchos problemas.

¿Mi chica? ¡Este pendejo estaba loquísimo!

Jungkook ni siquiera les dejó responder por que se les había abalanzado. La velocidad de Jungkook al soltar los puñetazos era inexplicable, sus movimientos bruscos hicieron que uno de los hombres cayera inconsciente de espalda golpeándose en una de las mesas que se encontraban ahí, escupía sangre. Vi cómo la cabeza de Jungkook se inclinó hacia atrás a la vez que algo de sangre salía de su boca y nariz, seguido de una risa, le regresó el golpe al regordete haciendo que se mareara, el pelinegro tenía una mirada fría y asesina, sinceramente daba miedo. Jungkook caminó hacia mí tomando una silla que se encontraba a mi lado.

—Voy a tomar esto, gracias, bonita. — Me sonrió aun teniendo toda la sangre en su perfecto rostro.

Caminó apresuradamente con la silla entre sus manos y se la estrelló en la cabeza al regordete. Este también había caído inconsciente, con la respiración agitada y el cabello alborotado, dejó caer los rastros de la silla hacia el otro lado. Su mirada se fijó en la enfermera, que miraba al igual que yo todo el espectáculo con la jeringa entre sus dedos.

— Dejaste lo mejor para el final, ¿cierto? — La enfermera soltó una risa bastante coqueta dejando a un lado la dichosa jeringa.

— Ya sabes. — La enfermera corrió hacia él dando un salto bastante alto enrollando las piernas en la cintura de Jungkook y dándole una serie de puñetazos bastante fuertes en la cabeza.

Mi vista se dirigió hacia el mueble y hacia la jeringa, me levanté rápidamente de la esquina en la que estaba y corrí hacia el mueble tomando la inyección entre mis manos. La maldita perra seguía golpeando a Jungkook y por más golpes que él le daba contra la pared, seguía bastante encabronada. Apresuré mi pasó apartándole el cabello del cuello y con un movimiento rápido le incrusté la jeringa en este dejando que el líquido saliera totalmente. Una vez estando vacía, lancé la jeringa.

La perra cayó rendida en el suelo junto con sus dos "asistentes", intercambié miradas con Jungkook, ambos traíamos la respiración muy agitada.

—Lindo trasero. — Con las mejillas sonrojadas, cubrí mi pequeño trasero.

— Gracias.— Le agradecí por haberme salvado del trío de imbeciles

El pelinegro se limpió la sangre con su chaqueta de cuero.

— No me agradezcas. —Me analizó de arriba hacia abajo. — ¿Estás bien? ¿Te lastimaron?

Pasé unos de mis mechones detrás de la oreja.

—No.

Jungkook analizó toda la habitación viendo todo el desastre que habíamos ocasionado.

— ¿Qué era ese líquido? —Pregunté.

— Nada importante.

— ¿Disculpa? ¡Fui atacada por una enfermera y dos idiotas solo por esa madre! ¡Tengo derecho a saber!

— Dae, no apresures las cosas. Pronto sabrás lo que era.

The girl who cried wolf➳ Jungkook; BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora