— Deja eso, Kim Dae Hei.
Al escuchar aquella cantarina voz, me giré rápidamente sobre mis talones. Los ojos que me encontraba admirando desde mi ventana, se encontraban frente mío. El olor a menta y a tierra inundaba mis fosas nasales, era una extraña combinación que llenaba de satisfacción mi nariz. Con el ceño fruncido, me cruce de brazos.
— ¿No piensas salir de ahí? Deja la oscuridad, cobarde.
La risa ronca de aquel sujeto resonó por toda la habitación, el sujeto comenzó a caminar hacia adelante siendo alumbrado con la poca luz lunar que se asomaba por la ventana.
— Tienes agallas.
La puerta de mi habitación fue azotada contra la pared.
— ¿Por qué no encienden la luz?
Jungkook había entrado con una bolsa de galletas en su mano derecha y con la boca llena de boronas provocadas por estas mismas. En un abrir y cerrar de ojos la habitación estaba totalmente iluminada. El sujeto que estaba parado frente mío comenzó a quejarse de la luz, la cual aparentemente le molestaba.
— ¡Jungkook! ¡Vete a la mierda, tenía todo bajo control!
Reí para mis adentros.
— Como sea. —Los ojos amarillentos de Jungkook se dirigieron hacia mí. —Hei, él es Kim SeokJin.
— Hola bella, dama. — Seokjin tomó mi mano derecha y depositó un corto beso en esta. Pude sentir el ardor en mis mejillas.
El pelinegro lanzó una galleta haciendo que cayera en la cabeza de Seokjin provocando que el castaño soltara un leve grito.
— ¡Una más, Jungkook!
Jungkook estaba a punto de hablar cuando una voz bastante ruidosa interrumpió la pequeña discusión que estaba a nada de realizarse.
— ¡Oigan, esta casa está enorme! — Un pelirrojo había aparecido en la puerta arrebatándole el paquete de galletas a Jungkook y llevándose un par de estas a la boca. — ¡Hola, soy Hoseok! — El chico corrió con una velocidad increíble a mi lado y tomó mi mano derecha sacudiéndola de arriba hacia abajo con una fuerza algo bruta.
No había necesidad de gritar, joder. Ni mucho menos de sacudirme tanto.
— Ya no estoy entendiendo nada. — Miraba al trío de chicos que estaban frente mío. — Jungkook, ¿Quiénes son ellos? Y lo más importante... ¡qué carajos hacen en mi casa a estas horas!
Kook soltó tres "woa" seguido de que levantaba ambas manos en son de paz. — Tranquila, Dae. ¿Recuerdas que te había mencionado que tenía seis hermanos?
Asentí levemente con la cabeza.
— Bueno, este par de imbéciles son dos de ellos.
Parpadee un par de veces. ¿Me cree estúpida acaso?
— No se parecen a ti.
— Guapa, no somos hermanos biológicamente. Es solo un cariño, nadie quiere quedarse huérfano toda su vida. — El tal Hoseok había tomado la palabra.
—No le digas guapa, es fea, como la misma mierda. — Abrí los ojos de par en par bastante sorprendida. — Estamos aquí porque estábamos haciendo un par de cosas, pasamos por estas calles y les dije "¡Hey! Hay que visitar a mi amiga Hei!" y hemos aquí.
— ¿Tienes novio? — Hoseok pasó su brazo derecho por mis hombros. — ¿No? Ahora lo tienes, guapa.
Reí tímidamente. Miré de reojo a Seokjin quien estaba maldiciendo por lo bajo debido al comportamiento de su amigo. Sus ojos me capturaban; azul y amarillo. Me giré lo necesario para observar detenidamente los ojos de Hoseok; marrones.
— ¿Te gusta lo que ves? — El pelirrojo me guiñó un ojo mientras soltaba mis hombros.
Miré a Jungkook.
— ¿Por qué sus ojos son así?
— ¿Así de sensuales? — Hoseok parpadeó un par de veces a la vez que hacía una pose bastante extraña. Seokjin le dio un codazo.
— Lo siento, rojito. Aquí tú no aplicas. — Seokjin tomó la palabra esta vez mientras intercambiaba miradas con Jungkook. —Tiene que ver con el código genético, linda.
— No me lo trago, acabo de leer todo relacionado con la genética y nada me convenció. —Hice una leve pausa. — Quisiera saber... ¿qué le hicieron a mi ordenador?
Hoseok habló esta vez. — Mi culpa, lo siento. — Sacó de su chaqueta una especie de aparato con apariencia de celular presionando uno de los botones rojos y automáticamente, mi ordenador fue desbloqueado.
— ¿Por qué hicieron eso?
— Solo queríamos hacer una broma, Dae Hei, relájate. — Jungkook respondió un tanto divertido. — ¿Y tus padres?
— Trabajando. — Respondí indiferente.
—Oigan, acabo de encontrar un lugar perfecto para dormir.
Antes de que pudiera protestar, el pelinegro se había aventado en mi cama, seguido de los otros dos. Y de la nada, comenzaron a soltarse puñetazos entre ellos. Supongo que era normal entre ellos.
— ¡Señorita Kim!
Me levanté de golpe al escuchar la voz de mi enfermera. Mierda, pensé. Miré por toda mi habitación, las sabanas que les había puesto a los chicos estaban dobladas y guardadas en su lugar. El peluche que le había prestado a Hoseok para dormir yacía a mi lado, junto a todas las almohadas. Confundida, me retiré lentamente las sabanas.
Un sonoro grito de parte de mi enfermera hizo que me exaltara y que saliera corriendo escaleras abajo hacia la cocina. Casi al llegar una de mis pantuflas hizo que me resbalara justo en la entrada de la cocina haciendo que cayera de sentón al suelo.
— ¡Dae! — Hoseok se corrió hacia mí un tanto preocupado extendiendo sus brazos, imité su acto quejándome del dolor. — ¡Acabo de trapear! — Levantó el trapeador que había tirado junto conmigo, coloqué los ojos en blanco.
Jungkook se acercó hacia mí un tanto risueño mientras negaba con la cabeza y sin hacer mucho esfuerzo, me levantó por las axilas del suelo.
—Gracias.
— De nada, Hei. — Guiñó uno de sus amarillentos ojos, le dediqué una sonrisa tímida.
Me adentré hacia la cocina, ahí yacían mi enfermera y Seokjin preparando el desayuno.
— ¿Qué hacen todavía aquí?
—Buenos días para ti también, Hei. — Me respondió Seokjin, quien sonaba más como mi madre
Seokjin traía uno de rosados mandiles de mi madre, reí para mis adentros y me senté en una de las altas sillas de la cocina. Al instante, Jungkook iba con toda la intención de sentarse a mi lado pero Hoseok llegó a toda velocidad empujándolo con su cadera y sentándose en la vacía silla que se encontraba a mi lado.
— ¿No se supone que se iban a ir ya?
— ¡Está mal correr a tu novio, Hei! — Hoseok se acomodó su cabello, dando a entender que estaba indignado.
Escuché un pequeño bufido de parte de Jungkook desde el otro lado de la barra.
—Lo siento, Señorita Kim. —Respondió mi enfermera. — Los vi bajar las escaleras y supuse que eran tus amigos. — Se encogió de hombros. — Usualmente no sueles invitar amigos tuyos a la casa, más que a tu pelirosa amiga, por eso lo invité a desayunar. Para que pases tiempo de calidad con ellos
¡Tiempo de calidad, mis cojones!
No podía enojarme con ella, jamás lo vi de ese modo. Simplemente asentí con la cabeza con una leve sonrisa entre mis labios. Seokjin colocó un Omelette bien servido frente mío, tenía muchísimo tiempo de no comer uno de estos, desde los nueve años quizás. Tomé rápidamente el tenedor y comencé a cortar este mismo; me llevé el primer trozo a la boca, me sabía a gloria. Seokjin es un buen cocinero, no había duda.
La primavera nos ofrecía un precioso día, por lo que los cuatro decidimos salir a tomar algo de sol y pasar el dichoso "tiempo de calidad" juntos.
— Tu casa es muy bonita.
Jungkook se encontraba sentado a mi lado, admirando el cómo Hoseok trataba de lanzar a Seokjin a la piscina.
— Gracias. — Le di un trago al vaso de limonada que tenía en mi mano derecha.
— ¿No te sientes sola?
— Te seré sincera. — Me giré lo suficiente para ver su rostro. — Sí, cada día de mi vida.
— Nosotros quisiéramos tener una casa así de grande. No caben siete personas en una casita.
Solté una leve risita.
— ¿En dónde viven? — Me atreví a preguntar.
Un clavado seguido de gotas de agua distrajo a Jungkook, quien estaba a punto de contestar mi pregunta. Ambos soltamos una carcajada, Hoseok había logrado lanzar a Seokjin a la alberca. El castaño había salido gritando a la superficie una serie de palabras que honestamente, no lograba comprender debido a la distancia.
— Vivimos en una pequeña cabaña a las afueras de Seúl. Es algo vieja...era de mis bisabuelos, ya está algo dañada. Estos cabrones, incluyéndome, son un desmadre.
Después me quedé pensando en lo horrible que sería para ellos vivir en un lugar como ese, no los conocía, pero podía garantizar que sí lo era. Debía de ser algo tedioso, siete personas en una diminuta cabaña. Jungkook me salvó aquella vez en el hospital y mis padres no estarían en mi casa dentro de muchas semanas, así que lo menos que podía hacer por ellos es ofrecerles mi hogar. Y de igual manera, la idea me parecía excelente, siempre estaba sola; ¿por qué no tener algo de compañía?
—Jeon. — Parece que había percatado la atención de los tres.
El pelinegro junto a sus hermanos voltearon a verme con un rostro confundido. Por un momento quedé estupefacta viendo aquellos ojos amarillentos que realmente me resultaban inquietantes, tragué saliva.
— ¿Por qué no traes a tus hermanos? Al menos el tiempo que mis padres se encuentren fuera de Seúl.
"Sí" gritaron a los lejos Seokjin y Hoseok, al ver como el rostro de Jungkook se iluminó, sentí una gran calidez en mi pecho. La misma calidez que sentía al tener a mis padres aquí conmigo.
— ¿Hablas enserio? — Sus ojos brillaban más de lo normal.
— ¡Claro que sí! —Rápidamente, Jeon me estrecho entre sus brazos formando un abrazo. — Pero...
El pelinegro me soltó bruscamente, solté una risa— ¡Ah! Comenzabas a agradarme. —Gritó.
Hoseok interrumpió — ¡Por favor! Todos sabemos que te agrada, incluso má...
Kook se encargó de hacerlo callar, una sandalia había sido lanzada cayendo directamente en la cara de Hoseok. Este se lanzó hacia atrás dramáticamente— ¡Por una vez en tu vida, cállate! ¿Quieres?
Coloqué los ojos en blanco—Prosigo, nada de fiestas.
— ¡Disculpa! — Gritaron los tres al unísono un tanto indignados.
Comenzaba a acostumbrarme a sus pendejadas.
— Nada de chicas, bola de imbéciles, y con eso me refiero. Nada de sexo.
—Es todo, no me quedaré aquí. —El pelirrojo se llevó la mano derecha al corazón, haciéndose el ofendido.
— Por favor, no has cogido desde hace años. De seguro tu miembro ya tiene telarañas. — Jin miraba cuidadosamente sus uñas mientras se sentaba en una de las sillas de playa que mi padre había comprado hace dos años.
Jungkook y yo soltamos una sonora carcajada. No conocía mucho a Seokjin, pero se notaba a corta vista que no era de muchas palabras, pero siempre lograba hacer que guardaras silencio.
— ¡Pero que grosero! ¡No había necesidad de quemarme así! Mi imagen de fuckboy está arruinada, y encima con mi novia. —El pelirrojo se encontraba haciendo un pequeño berrinche, el cual encontraba un tanto adorable.
—No soy tu novia.
— No arruines el momento, mi amor.
Me di con la palma de la mano en la frente.
—Bueno, continuó. Y por último, no quiero que hagan mierda la casa. Sí, hay señoras que hacen el aseo, pero no es muy cortes hacerlas trabajar el triple de veces. ¿Entendido?
— No te prometo nada. —Respondió nuevamente el chico más ruidoso que he conocido.
—De ti ya no espero nada. — Hoseok soltó una serie de carcajadas.
— ¡Bien, está decidido! ¡Llamaré a Namjoon! —Gritó Jungkook, quien se encontraba más que emocionado por la situación.
¿Namjoon?
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The girl who cried wolf➳ Jungkook; BTS
FanfictionKim Dae Hei, una joven muy práctica e independiente, conoce a un chico, Jeon Jung Kook, cuyos ojos amarillentos despiertan en ella ecos de una familiaridad no exenta de inquietud. Tras el verano llega el invierno y con él, cambios que no siempre son...