Intro

714 27 1
                                    

En noches como aquella, lo único certero que tienes para guiarte es la Luna. Fortuna tuya que no haya rastro de nubes en el cielo, dando así vía libre a las estrellas. Las sombras de los árboles y de algunas criaturas pertenecientes a la noche podrían hacerte tropezar, y si esto pasase delatarías tu posición para todo aquel que acecha en tu búsqueda. Sin embargo no es este el mayor de los peligros, pues es la Luna, tu faro y tu norte, quien ha robado ya cientos de almas y les ha entregado a esclavitud para con la poesía, es la Luna quien puede ser causal de distracciones, cual un tren que arribase en tu mente para descargar largos vagones que se hallan llenos de recuerdos. ¿Y no son los recuerdos un lastre muy pesado? Ciertamente la memoria podría frenar tus pasos o hacerlos titubear, y si esto ocurriese veremos perdida la centesimal ventaja que llevamos a aquellos que desean hacernos daño.

Es por esto que lo único prudente es correr, dando vistazos breves a la Luna para no desorientarnos, evitando las sombras donde las ramas no sean visibles (puesto que al pisar una de ellas, su quiebre gritará a los oídos vecinos). Muy difícil es conseguir una llave como esta, no la saques, no la mires, no te preguntes si en verdad la tienes en tu mano y no es tu corazón que está a punto de explotar bajo tu pecho. ¡Solo corre! Y no retires la mano de donde está ¿Qué tal si la cadena se hubiese roto y la llave cayese? Es mejor seguir corriendo con la mano en el pecho, que soltarle un momento y luego caer en tentaciones.

Desafortunadamente somos débiles, y habiendo recorrido una distancia considerable nos creímos a salvo. El corazón y los pulmones suplicaban aminorar la marcha así como nuestros pies...

Aunque solo un instante, el haber sacado la llave para verificar su estado fue una hamartía.

El fulgor de la llave dorada a la luz de la Luna, atraería la vista de un hábil francotirador.

La Llave DoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora