Capítulo IV

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Despierto con la alarma de mi teléfono. Me toma un momento ponerme en pie. Hace frío.

Me siento incómodo por dormir con la ropa de campo puesta, creo fue una idea brillante y un poco estúpida al mismo tiempo por parte del emperador la imposición de clases de prendas. Curiosamente podemos atribuir esta situación al segundo libro redactado por el Señor T. puesto que fue idea suya clasificar la vestimenta en 3 ramas.

Velocidad: ropa cómoda y versátil, dinámica, con la cual puedas nadar o escalar un muro sin encontrar dificultad alguna. Huir o perseguir, conseguir aerodinámica. Los famosos jeans por ejemplo no entraban en esta categoría. La mayoría de las personas quienes vestían ropa de esta sección eran bailarines, practicantes de parkour (como mi persona) policías, mensajeros, deportistas, junto a otros. Lógicamente los diseños, colores, estilos eran muy variados, por lo que no había mucho parecido más que el material y logotipos o marcas.

Protección: este grupo de prendas estaba compuesto por tres funciones básicas, servir de armadura, aislarte de los factores climatológicos, y mimetizarte con el ambiente. Normalmente eran utilizadas por guardias nocturnos, los miembros de la FCD y sociedades rebeldes (Esos que están en contra del sistema y hacen atentados) Era, bueno es, ropa muy cara. No se consigue muy fácilmente en los mercados, ni si quiera en el negro. Excepto por los pijamas claro. Esos habían en todos lados.

Finalmente teníamos la vestimenta cuya finalidad era la vanidad, llamada "Reproductora" en el libro pero clasificada como "Fashion" por el imperio. Su utilidad era obvia, verse bien y atraer miradas, con unos flecos de otro mundo, escotes hasta la región lumbar, camisas de doble cuello, vestidos excéntricos, colores vistosos, manillas con incrustaciones, sombreros raros y demás. Dichas piezas de tela eran fáciles de remover y colocar, como se necesitaría en una buena fiesta nocturna.

Las prendas que llevaba puestas la noche anterior eran de protección, una chaqueta anti balas y descargas eléctricas. Eran las únicas que tenía de esta clase. Unas botas dignas de patear traseros zombi en algún videojuego, un pantalón térmico para caídas y deslices, la chaqueta que además servía para camuflarme y un guante para mordidas (Por raro que parezca y suave que se sentía la tela) (Jamás sabría si funcionaba con un animal) Normalmente utilizaba ropa que me brindase agilidad, pero anoche nos quedamos hasta tarde practicando tiro con Allie, eran casi dos semanas desde que terminamos el entrenamiento impuesto por el señor T. y de todos modos continuamos por nuestra cuenta. No sabría decir todavía si por lo entretenido que resultaba pasar tiempo juntos o la importancia de mantener las habilidades en práctica. No es que fuéramos a utilizar nuestro conocimiento del combate aún, al menos no se me presentó oportunidad durante los últimos siete trabajos. Respecto a los últimos dos tenía ya los informes preparados.

A final de cuentas solo examinamos a los alcaldes durante tres semanas, las otras tres fueron invertidas en tres gobernadores, una semana cada uno. Estas dos analicé a Irene y Andrés. ¿Qué decir de ellos? En el informe correspondiente se hallaba la verdad pero era quizá un poco ruda, al menos por parte de Irene.

— ¡Eres un bueno para nada Martín! – Exclamó al tiempo que volaba uno de sus tacones en dirección a su concubino. –

— Pero no es tanto como el mes pasado – Se excusó él. –

— ¡Cuarenta de cobre! Eso me debes bastardo, eso te presto para abrir tu pollería pedazo de desempleado. ¿Y qué noticias traes? ¡Cuatro meses con utilidades rojas!

— Solo perdí lo de dos pollos, hay mucha competencia en esa cuadra amor.

— ¿Cuál amor ni que qué pepinos? Tus costos son el problema, no los restaurantes de alrededor. Si fueras menos generoso con los empleados se solucionaría todo.

La Llave DoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora