Capítulo VIII

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¿Cómo se sobrevive a un vuelo de dos horas estando herido si ya pasaste unos cuarenta minutos antes con tu costado abierto? Sencillo, para mi gran suerte la cuchilla solo había penetrado pocos centímetros. Yo supongo que en la refriega Vito no pudo darse el lujo de escoger el largo de su hoja, simplemente tomó la primera que alcanzó. Aun así debo mencionar que sufrí como cuando pateas un mueble con el dedo pequeño del pie, solo que multiplicado por unas cientas de veces. Eso hasta que paró de sangrar y se empezó a formar la dichosa costra que se terminaría adhiriendo a mi ropa.

Sin embargo, no todo es color de rosa en la vida. Aprendí durante la cirugía qué diantres es el máucolito, cuanto puede doler y el tiempo que le lleva recuperarse. Sin mencionar los cinco puntos que me hicieron después de abrir la herida para desinfectarla. Entré en pánico con las dos inyecciones que pusieron allí, un antibiótico y un anestésico. La solución protioclorada (o yodada, la verdad no soy entendido en el tema) ardía como el infierno. La medicina moderna es mucho más dolorosa, pero eficaz.

Allie tuvo el detalle de quedarse junto a mí casi todo el día, no sé si fue por órdenes de T o por cuenta propia. Mientras ella no estaba tenía a dos guardias cuidándome. Mi buen amigo corrió con todos los gastos, e incluso contactó a Clara para que viniese a atender mi caso.

Joel tuvo un reencuentro con su esposa a manera de visitarme y me sentí especial, valioso por toda la atención que hubo alrededor mío por 36 horas. Antes de darme la baja, T. me entregó lo que había dejado en el hotel, pidiéndome permanecer en esta ciudad lo que quedaba de la semana. Y así lo hice, aunque claro mantuve mis ojos y oídos pegados a la computadora monitoreando a Vito.

El gobernador continuó con sus funciones como si nada, pero se le veía cojear bastante, cuando se le preguntó por eso alegó haber patinado por la lluvia. Lo que era creíble, de hecho fue el mal clima lo que retuvo a T y Allie permitiéndome alcanzarlos.

En una reunión que tuvimos el jueves, me comentaron que mis amigos no sabían nada respecto a la misión, solo que fui por una encomienda. Se me dijo también que Vito no era motivo de preocupación, pero que le examinara de todas formas. Eso me costó asimilarlo pues hasta donde yo sabía era un asesino, corrupto y el autor de mi cicatriz.

No obstante T insistió en que no debía preocuparme por él, me convenció de que nada podíamos hacer con la evidencia de mi teléfono pues involucraría el trabajo además de cargar con la violación a un domicilio (Que de paso no era una vivienda cualquiera).

Pero creo que, algo si se hizo pues al tiempo se atraparon a cuatro grandes mafiosos. Todos ellos cayeron durante el festival donde casualmente una escuela estaba llena de policías que se dirigían al desfile tras haber dado un taller sobre educación vial.

Llegado el domingo me hicieron el control en la herida, que me dolía un poco. Clara me recetó algunas pastillas de colores con nombres raros y habló con T a solas.

Toda esa semana estuve estudiando a Esven, cosa que fue realmente compleja pues tenía un equipo de seguridad muy amplio, una agenda repleta y una casa llena de cámaras y sensores. Apenas pude plantarle unos pocos micrófonos, la mayor parte del tiempo le seguía con mi dron pues me era difícil andar cerca de él. Por otra parte que Esven es uno de los dos discípulos de Paul (T. es el otro) entonces viajaba a verle así como también hablaba con mi amigo, se le notaba preocupado por la situación. De este gobernador puedo decir que era un hombre muy callado, tranquilo, ocupado. Sus aspiraciones radicaban en ser un gran líder, beneficiar al pueblo, contribuir al imperio y practicar golf. Varias veces se decía al espejo que si no gobernaba lo suficientemente bien decepcionaría a su maestro y este no le brindaría la llave para ser canciller. Mantenía siempre una imagen impecable, era muy estricto con todos sus inferiores, exigente, puntual y pulcro. Gustaba de los detalles y el orden como todo imperialista.

T. por su parte, no mostraba tal interés en ascender. Era notorio que deseaba regresar a sus libros. De momento se limitaba a escribir documentos e informes, y leer cuanto material yo le brindaba. Siempre que le visitaba me preguntaba por mi herida. Que ya estaba mejor pero aún dolía un poco.

Una semana más tarde se me dijo que era necesario hacer algunos escaneos. Me sentí preocupado ante la posibilidad de una infección o complicación de cualquier clase.

Una sombra era señalada en el monitor, su figura no estaba bien definida por la posición además de tener mi costilla tan próxima.

­— Es probable que se trate de un pedazo de la hoja. – Explicó Allie.

— Pero esta carece de filo alguno. – Me tranquilizó Clara.

— ¿Entonces cuando lo sacamos? – Pregunté.

Clara miró a T. como si dependiera de él.

— Mark termina su labor en dos semanas, la segunda lo necesito totalmente activo y fuera de la ciudad.

— No hay espacio para operarlo hasta dentro de cuatro días, y si lo hacemos tendrá que reposar pues su cuerpo necesita rellenar el agujero.

­— ¿No afecta el tiempo que eso esté dentro de mí?

— Por fortuna no, el material es algo imperecedero. Sugiero programarte para el mismo día de tu regreso.

— Una semana antes de las elecciones... Excelente, tendré unas largas vacaciones.

Acordado ello regresé al trabajo, esa fue la semana en la que espié a Andrés.

Durante todo ese tiempo el dolor permanecía ahí, una molestia intermitente que ya había sentido antes pero mezclada con la herida propiamente. Ahora que estaba curado del corte, podía distinguir con claridad ese algo estorbando solo un poco mis movimientos. Al menos mis habilidades en el parkour no se vieron en exceso reducidas.

La Llave DoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora