Pasaron algunas semanas hasta que tuve noticias sobre Will. Los primeros días, seguía mirando en dirección al pupitre de Will, imaginando que aún venía a clase, pero poco a poco me fui acostumbrando a su ausencia. Nadie sabía lo que había ocurrido, por lo que supuse que no le habían dictado sentencia.
Terminaron las clases y llegaron las vacaciones de verano. Quise celebrarlo con Sara, pero ella ya tenía planes con Carl.
- ¿Él también sabe los planes que tienes?- le pregunté en tono irónico.
- Conseguiré que se fije en mí, ya verás.
Sin embargo, al no estar Will, Carl volvió a atreverse a pretender que saliera con él. Sin embargo, a mí no me interesaba en absoluto.
- Que esté Will o no, no tiene nada que ver. No tengo nada con Will, si no quería salir contigo era por falta de interés y eso no va a cambiar ahora- fue mi respuesta.
Cuanto más le rechazaba, más se molestaba cuando Sara le pedía salir. Empezó a tratarla mal y las palabras que usaba con ella no eran agradables. Sara empezó a evitarme y nuestra amistad terminó en una discusión. Sucedió cuando traté de hacer que hablara conmigo.
- ¡Dime qué te he hecho para que me ignores!
- Carl solo tiene ojos para ti. No te soporto, no puedo ni verte.
- ¡Pero si le he rechazado! Yo no tengo la culpa- traté de razonar con ella.
- Me trata mal por tu culpa.
- Yo no sé por qué quieres a un chico que no te trata bien y ni te sabe apreciar- reproché.
- Las cosas serían diferentes si no fuera por ti. No quiero que vuelvas a acercarte a Carl ni a mí- sentenció.
Y con esas palabras se marchó y no la vi más por un tiempo. Me sentía muy sola, sobre todo porque mi padre me avisó que no volvería pronto a casa. Con todo lo ocurrido, no era de extrañar que buscara refugio en la única persona que estaba de mi parte: Max. Siempre que lo necesitaba acudía a él, pues no tenía a nadie más, pero también porque era el único que había sido un buen amigo. Siempre sabía que podía contar con él.
Un día, vino a hacerme una visita trayendo noticias sobre Will. Me dijo que el jefe me quería ver y me contaría todos los detalles. Acompañé a Max a su barrio, donde todos nos saludaban alegres al vernos. Desde que obtuvieron su venganza, parecía que se habían tranquilizado. A pesar de ello, no me sentía cómoda caminando por ese lugar, me seguía dando escalofríos. El jefe y los demás me recibieron en la casa con mejor cara que de costumbre.
- ¿Qué noticias tienes de Will?- pregunté sin rodeos.
- Se le declaró culpable y fue sentenciado a varios años de prisión.
- ¿Cómo que varios años? Si ha matado gente- repliqué.
- En realidad eso lo hacían sus compañeros. Solo se le acusa del incendio y de crear documentación falsa- contestó Max.
- ¡Pero con el incendio hubo consecuencias muy graves!
- Pero no hay pruebas de que fuera malintencionado. Y no hay pruebas suficientes ni testigos que declaren en su contra sobre su pasado- explicó Max.
- Es una locura, sí- confirmó el jefe-. Además por buen comportamiento podría salir antes, y si resulta que su cambio de identidad lo atribuyen solamente a que él quería volver a ser estudiante, podrían reducirle la pena considerablemente.
- ¿Cómo es posible que no haya pruebas ni testigos?- me sorprendí.
- Las que hay se pueden interpretar y por lo tanto no son válidas. Y testigos... ¿Aunque él se quedara toda la vida en prisión, piensas que los testigos estarían a salvo? Will no dejó testigos y si hay alguno, se llevaría el secreto a la tumba, pues Will no está solo y cualquiera de sus contactos podría encargarse de los testigos que quedan. Y esto nos lleva al segundo punto de la conversación- la voz del jefe se iba volviendo cada vez más seria y comencé a hacerme una ligera idea de lo que seguiría-. Es muy seguro que vengan a por ti y a por Max. Es raro que aún no hayan venido, pero no te confíes.
Sus palabras me llegaron como agua a los pulmones. Sentía que me ahogaba. Mi corazón latía fuerte y pedía oxígeno, pero no era capaz de mantener el ritmo y acabé respirando por la boca. Me faltaba el aire. Venían a por mí... ¿En qué me había metido? Y aunque no fueran ellos, en unos años Will buscaría venganza. Empecé a temblar, no sabiendo qué debía hacer para no entrar en pánico.
- ¿Qué hago? No tengo otro sitio al que ir...- me llevé las manos a la cabeza.
Max me abrazó, tratando de tranquilizarme. Me sentí un poco mejor al sentir su tacto. Por alguna razón, Max tenía esa habilidad. Me dio un beso en la cabeza y me dijo que no me preocupara, pues tenía un plan.
- ¿Estás dispuesta a dejar de lado tu orgullo para salvar tu vida?- preguntó mientras caminábamos en dirección a la ciudad.
- Supongo que sí... ¿En qué piensas?
Max me miró durante unos instantes con mirada seria, preparándome de antemano para lo que estaba por decir. Me di cuenta de que era algo que no me iba a gustar en absoluto. Y al parecer, a él tampoco.
- Hay alguien que te puede ayudar. Te puede esconder.
- ¿Quién?
- Recuerda que es nuestra única opción, yo tampoco quería recurrir a esto- dijo Max tratando de convencerme.
- Dime ya quién.
- Ni quiero mencionarle pero como tiene muchos recursos podrá ayudarnos... solo si se lo pides tú.
Palidecí al darme cuenta de que solo conocía a una persona con esas características y que tuviera que dejar de lado mi orgullo y probablemente mi dignidad para conseguir su ayuda. No lo podía creer. Realmente no nos quedaba otra que recurrir a...
- ¿No será que te refieres a...?- dejé incompleta la frase y miré a Max, que me cogió las manos como si temiera que saliera corriendo.
- Carl, sí. Lo siento. De verdad que traté de buscar otras soluciones...
- No importa. Él me debe un favor. No puede rechazar.
- Guárdate ese as en la manga para una emergencia- me aconsejó Max-. De momento aplicaremos otra estrategia: dale lo que quiere y después no podrá negarse a nada que le pidas. Pero cuando descubra que solo fue una trampa, ahí sí necesitarás ese comodín.
Por nada del mundo quería darle lo que quería. No quería ni verle. Era imposible que pudiera fingir tan bien con alguien como él. Hacer creer que estás interesado en alguien que te disgusta realmente es todo un reto. Me ponía triste que Max me pidiera semejante cosa, por mucho que lo necesitáramos. Pero él no había puesto todavía punto y final a la conversación. Habíamos llegado a la plaza y nos sentamos en el borde de la fuente.
- Pero pase lo que pase, no dejes que te haga nada. Si alguien te tiene que robar un beso, prefiero ser yo.
Esperó a ver mi reacción. Me sonrojé en un instante, lo cual pareció ser la señal que Max esperaba y se acercó para hacer realidad sus palabras. Le puse un dedo sobre los labios y le miré fijamente, tras lo cual negué con la cabeza.
- Si queremos que este plan funcione, no debe haber ningún gesto romántico entre nosotros o no podré dejar de pensar en ti cuando esté con Carl y se notará. Y así tampoco Carl tendrá pruebas para sospechar. Guárdalo para cuando todo esto haya terminado, entonces lo celebraremos.
Max cogió mi mano y la besó, galante.
- Es una promesa.
Sonreí y le acaricié el rostro.
- Solo si todo sale bien.
Max se conformó. A continuación, decidimos el plan para que saliera todo lo mejor posible. Pero fue un error hablar de esas cosas en un lugar público.
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El deseo de un villano #Wattys2018
Teen FictionHay una isla misteriosa que guarda un objeto capaz de concedérselo, pero está protegido y nadie puede acercarse y volver con vida. Para cumplir su deseo, nuestro villano hará lo que haga falta y no dejará que nadie se interponga en su camino. Du co...