Todos se marcharon rápidamente. Me sorprendió el efecto de un beso. Pero seguramente Max no quería verlo y los otros iban a contarle a Will mi localización. Sentí ganas de salir corriendo y esconderme para no ver a nadie, pero la puerta de la habitación de Carl no se abría. Entré en pánico.
- Vas a romper el picaporte y entonces sí que nos quedaremos los dos encerrados- me avisó Carl viendo que lo movía con desesperación.
- ¿Por qué me has encerrado?
- Cuando dije que podías quedarte aquí por el favor que te debía, me refería a la habitación, no la casa. Además, bastante es que te dejo estar aquí. No puedes quejarte.
- Me estás chantajeando- me molesté pegando mi espalda a la puerta.
- Por supuesto. Igual que planeabas tú hacer conmigo. No te voy a perdonar tan fácilmente que quisieras engañarme y jugar con mis sentimientos.
Se sentó en un sofá tranquilamente, con el rostro frío y una sonrisa pícara. No sabía que una persona podía cambiar tanto cuando le rompían el corazón, buscaba venganza y tenía el completo control de la situación. Había jugado bien sus piezas. Demasiado bien. Sin embargo, yo había entrado en ese juego por propia voluntad. Debía jugar hasta el final.
- Tampoco te dije cuánto tiempo podías quedarte. Podría echarte en cualquier momento- me recordó-. Dije que podías quedarte el tiempo que necesites, pero ya se han ido, ya no lo necesitas.
Jaque.
- ¿Qué? ¡No, por favor!
- Entonces harás lo que yo diga o de lo contrario...
Mate.
Agaché la cabeza, derrotada. Apreté los puños con rabia. Debería haber pensado mejor mi jugada. La partida había terminado. Debía encontrar la forma de jugar de nuevo. Pero hasta entonces...
- Ven aquí, siéntate a mi lado.
Obedecí, caminando lentamente. Le veía desbordante de confianza, se sentía poderoso y eso le llenaba de orgullo y satisfacción. Nunca debí dejar que las cosas llegaran hasta ese punto. Quizá si desde el principio le trataba mejor... O si no traicionaba a Will y no necesitaba huir. Siempre me arrepentiría de haberlo hecho; fue a causa del miedo, pero mi corazón decía que no debí.
Me senté junto a él y le miré, esperando ver qué quería. Seguía teniendo esa espeluznante sonrisa pícara que no predecía nada bueno.
- Bésame.
Enrojecí al instante y no pude evitar dar un respingo. Su tono de voz indicaba que no había lugar para negociar la orden. Tragué saliva. Me sentí obligada a hacerlo o de lo contrario haría algo peor o me echaría. Estaba encerrada en su habitación, no me convenía complicar las cosas. Cerré los ojos y le besé. El corazón me latía muy rápido al sentir el contacto de sus labios cálidos. No podía decir que era desagradable, la verdad. Me sorprendí a mí misma con ese pensamiento. De alguna forma me sentía atraída hacia esa nueva parte de su personalidad, tan seguro de sí mismo, frío pero buscando un gesto de afecto placentero. ¿Y si en el fondo solo quería recibir de mí aquello que tanto quería y vio que esa era la única forma? Lo peor de todo es que empezaba a entender por qué a Sara le gustaban los villanos de las historias. En realidad eran como niños caprichosos que necesitaban un poco de cariño porque no tenían a nadie que les comprendiera.
Me aparté y le miré a los ojos sintiendo una pizca de simpatía por él, me sentía mal por haberle hecho pensar que por intereses era la única forma de recibir afecto. No debí haber intentado aprovecharme de lo que sentía por mí para conseguir un favor por su parte, pues se volvió en mi contra. Perdí la oportunidad y malgasté el favor. Y creé un monstruo.
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El deseo de un villano #Wattys2018
Novela JuvenilHay una isla misteriosa que guarda un objeto capaz de concedérselo, pero está protegido y nadie puede acercarse y volver con vida. Para cumplir su deseo, nuestro villano hará lo que haga falta y no dejará que nadie se interponga en su camino. Du co...