25. Corazón roto

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Cuando entré al comedor, Carl se levantó de la mesa y vino a acompañarme a saludar a los invitados. Su padre también estaba ahí. Al parecer, era una cena con unos socios y unos clientes importantes. Un matrimonio de mediana edad y una familia compuesta por los padres y un hijo de mi edad. Cuando Carl me lo presentó, mencionó que habían sido compañeros de clase antes de venir a nuestra pequeña ciudad. Mientras nos servían la comida, el padre de Carl les contaba que estaba feliz de que su futura nuera fuera tan inteligente que pudo ganar a su hijo en el ajedrez, era la única que tenía permitido ganarle. A Carl se le exigía que fuese el mejor, y si hubiera alguien que pudiera superarle, solo podría ser "de la familia". Realmente se tomaban en serio ser de la élite. El nivel de la conversación era superior a cualquiera que hubiera experimentado anteriormente. No me sentía merecedora de esos halagos.

El hijo de los invitados me observaba con interés, lo cual me incomodaba bastante. Se hacía una idea equivocada sobre mí. Sentí presión sobre la imagen que debía mantener y comencé a sentirme mal. Carl me vio con mala cara y me preguntó si estaba bien.

- Me encuentro un poco mareada. Si me disculpáis, debo retirarme por hoy.

Dejé el pañuelo doblado sobre la mesa y me levanté mientras un sirviente apartaba la silla. Hice una corta reverencia y salí. En cuanto se cerró la puerta, corrí por los pasillos sin rumbo fijo hasta que me cansé y me dejé caer apoyando la espalda en la pared en un pasillo menos iluminado en el que esperaba no llamar la atención. Así, sentada en la suave alfombra del suelo, me quedé un rato tratando de tranquilizarme y ordenar mis pensamientos.

Escuché unos pasos y miré hacia el principio del pasillo, para ver quién era.

- No pensé que te encontraría aquí, Sofia- dijo el hijo de los invitados.

- Disculpa que no recuerde tu nombre- contesté levantándome.

- Pues espero que lo recuerdes a partir de ahora, porque vas a tener el placer de verme más a menudo: Lyon.

- ¿Qué te hace pensar eso?

- Iré contigo mañana en el avión.

- Me refiero a qué te hace pensar que es un placer.

- Porque soy de la élite. Mis padres tienen una empresa de automóviles, soy rico, listo y apuesto. Todas las chicas me persiguen.

Fue entonces cuando me di cuenta de que Carl era mucho mejor que la gente que le rodeaba, al principio era más creído, pero había cambiado su actitud un poco desde que le gané en el ajedrez. Empezaba a sentirme un poco triste de que no viniera con nosotros y me dejara sola con un villano y un malcriado insoportable. Aunque Will era casi como un amigo, seguía sin estar segura de lo que ocurriría cuando llegáramos a la isla. Un tiempo atrás dijo que sin importar quiénes le acompañaban, él sería el único que iría a por el tesoro, pues no dejaría que nadie se lo quitara. Parecía un pirata en la era moderna.

Me esforcé por no lanzarle a Lyon una mirada despectiva. Hice una breve reverencia y traté de rodearle para salir de ese pasillo. Aunque, como ya había previsto, se interpuso en mi camino. Por poco choqué con él.

- ¿Por qué te vas?

- Soy la novia de Carl y bien lo sabes, no intentes arruinar mi imagen acorralándome en un pasillo oscuro- contesté con frialdad, tratando de poner distancia entre él y yo, pero sin conseguirlo.

- Por un momento creí que dirías que solo le querías a él y yo no te interesaba, pero si lo único que te preocupa es tu imagen... ¿No será que estás con él por conveniencia?

Me quedé helada. No medí bien mis palabras. Debí darme cuenta que un joven tan inteligente como para ser un digno compañero y rival de Carl vería a través de mis intenciones.

El deseo de un villano #Wattys2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora