4. El villano

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Durante varios días miré la cajita de música que había guardado debajo se mi cama pero no me atrevía a abrirla y escuchar la melodía. Tenía miedo de que fuera diferente a la partitura o que me deprimiera o que no tuviera el final que buscaba. Durante esos días Will no vino a clase y Sara estuvo ocupada preparándose para un torneo de ajedrez. Yo sabía jugar, pero ni se me hubiera pasado por la cabeza participar de no ser por...

- Will... Hoy has venido a clase- comenté al verle en el descanso entre clases. 

- Sí.

Me quedé unos instantes de pie junto a la ventana mientras él miraba afuera. Como no decía nada empecé a sentirme incómoda y decidí irme.

- Espera.

Solamente había girado la cabeza y me miraba de reojo mientras seguía de espaldas a mí. Deslizó los dedos por el marco de la ventana, como tratando de distraerse de algo en lo que no quería pensar. O quizá algo le inquietaba y no sabía cómo decirlo. Me acerqué a él de nuevo.

- ¿Necesitas algo?- pregunté con el tono más amable que pude, para que no volviera a cerrarse y contestar secamente.

Se giró hacia mí y me miró. Empecé a ponerme nerviosa. ¿Por qué no decía nada? Entreabrió los labios como para pronunciar una frase, pero pareció cambiar de opinión. Movió su mirada hacia la ventana y de nuevo a mí. Y al fin se decidió a decir algo.

- Prometiste que me invitarías a ver los recuerdos de los viajes de tu madre.

- Sí.

- ¿Puede ser hoy?

- Supongo que no hay problema...

Aunque tras haber dicho eso pensé que quizá debí esconder mejor la cajita de música. Pero él no miraría bajo la cama, ¿no?

- Si quieres puedes quedarte a comer- dije por educación, aunque esperaba que no aceptara.

- Está bien.

Dichosa cortesía.

- Nos vemos a la salida de clases- me resigné.

Acabó el descanso y volvimos a nuestros sitios. Mi amiga no había venido a clase ese día. En cuanto Will se fuera de mi casa, iría a visitarla. Era raro que estuviera enferma, tenía un sistema inmunitario bastante fuerte, por lo que descarté esa idea. Algo debió de haberle pasado.

Cuando llegamos a mi casa, Will empezó a inspeccionar todo al detalle. Me costó convencerle de que continuara después de comer. Se terminó todo deprisa para volver a su tarea de observar.

- ¿De qué país es este jarrón con forma de gato?- se interesó él.

- No lo sé con exactitud, quizá Japón o China. ¿Qué tiene de interesante?

- Se adecúa a mis gustos, nada más.

Una hora después, el piano de cola captó su atención. Vio la partitura que había sobre él.

- ¿Sabes tocarla?

- Lo intento.

- ¿Me harías el honor de tocarla para mí?

- Pero no me la sé entera.

- Lo sé, yo te di la partitura, es todo lo que hay.

Me senté al piano y comencé a tocar. Estaba nerviosa y cometía errores, pero traté de mantener la compostura hasta el final. Will mostraba en su rostro una sonrisa pícara.

- ¿Te pongo nerviosa? Cuando estás sola te sale mejor.

Sí que me había oído pero quería que la tocara para él... ¡Lo había hecho a propósito! Le miré indignada.

El deseo de un villano #Wattys2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora