Durante varios días miré la cajita de música que había guardado debajo se mi cama pero no me atrevía a abrirla y escuchar la melodía. Tenía miedo de que fuera diferente a la partitura o que me deprimiera o que no tuviera el final que buscaba. Durante esos días Will no vino a clase y Sara estuvo ocupada preparándose para un torneo de ajedrez. Yo sabía jugar, pero ni se me hubiera pasado por la cabeza participar de no ser por...
- Will... Hoy has venido a clase- comenté al verle en el descanso entre clases.
- Sí.
Me quedé unos instantes de pie junto a la ventana mientras él miraba afuera. Como no decía nada empecé a sentirme incómoda y decidí irme.
- Espera.
Solamente había girado la cabeza y me miraba de reojo mientras seguía de espaldas a mí. Deslizó los dedos por el marco de la ventana, como tratando de distraerse de algo en lo que no quería pensar. O quizá algo le inquietaba y no sabía cómo decirlo. Me acerqué a él de nuevo.
- ¿Necesitas algo?- pregunté con el tono más amable que pude, para que no volviera a cerrarse y contestar secamente.
Se giró hacia mí y me miró. Empecé a ponerme nerviosa. ¿Por qué no decía nada? Entreabrió los labios como para pronunciar una frase, pero pareció cambiar de opinión. Movió su mirada hacia la ventana y de nuevo a mí. Y al fin se decidió a decir algo.
- Prometiste que me invitarías a ver los recuerdos de los viajes de tu madre.
- Sí.
- ¿Puede ser hoy?
- Supongo que no hay problema...
Aunque tras haber dicho eso pensé que quizá debí esconder mejor la cajita de música. Pero él no miraría bajo la cama, ¿no?
- Si quieres puedes quedarte a comer- dije por educación, aunque esperaba que no aceptara.
- Está bien.
Dichosa cortesía.
- Nos vemos a la salida de clases- me resigné.
Acabó el descanso y volvimos a nuestros sitios. Mi amiga no había venido a clase ese día. En cuanto Will se fuera de mi casa, iría a visitarla. Era raro que estuviera enferma, tenía un sistema inmunitario bastante fuerte, por lo que descarté esa idea. Algo debió de haberle pasado.
Cuando llegamos a mi casa, Will empezó a inspeccionar todo al detalle. Me costó convencerle de que continuara después de comer. Se terminó todo deprisa para volver a su tarea de observar.
- ¿De qué país es este jarrón con forma de gato?- se interesó él.
- No lo sé con exactitud, quizá Japón o China. ¿Qué tiene de interesante?
- Se adecúa a mis gustos, nada más.
Una hora después, el piano de cola captó su atención. Vio la partitura que había sobre él.
- ¿Sabes tocarla?
- Lo intento.
- ¿Me harías el honor de tocarla para mí?
- Pero no me la sé entera.
- Lo sé, yo te di la partitura, es todo lo que hay.
Me senté al piano y comencé a tocar. Estaba nerviosa y cometía errores, pero traté de mantener la compostura hasta el final. Will mostraba en su rostro una sonrisa pícara.
- ¿Te pongo nerviosa? Cuando estás sola te sale mejor.
Sí que me había oído pero quería que la tocara para él... ¡Lo había hecho a propósito! Le miré indignada.
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El deseo de un villano #Wattys2018
Novela JuvenilHay una isla misteriosa que guarda un objeto capaz de concedérselo, pero está protegido y nadie puede acercarse y volver con vida. Para cumplir su deseo, nuestro villano hará lo que haga falta y no dejará que nadie se interponga en su camino. Du co...