27. La apuesta

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Al día siguiente, no salí de mi habitación. Mandé que me trajeran el desayuno y la comida. Nadie más me visitó y tampoco escuché a nadie detenerse delante de mi puerta. Estuve todo el día encerrada hasta la cena. ¿La razón? Lyon. Era peligroso para mí salir. Por la mañana cuando desperté vi una carta que alguien había deslizado por debajo de la puerta. Era anónima.

"Mensaje para la favorita del jefe:
Si te interesa mantener tu imagen y tu relación con Carl, cierra tu puerta con llave y no salgas, Lyon ha apostado que conseguirá un beso tuyo (no uno corto ni accidental, sino uno de verdad) antes de las doce hoy. Personalmente me interesa que pierda la apuesta, y creo que a ti también.
Firmado: alguien que odia a Lyon".

Fuera verdad o no, no quería arriesgarme a que ese atolondrado insensible pusiera sus labios cerca de los míos. Me repugnaban él y su actitud. Canté, miré por la ventana, volví a cantar, dormí, leí... El día se me hacía interminable. Antes de la cena, sonó el teléfono fijo de la habitación. Extrañada, lo cogí y lo acerqué a mi oído.

- Aunque te encierres, no lograrás detenerme- sonó la voz de Lyon.

- Déjame en paz. No me llames.

Colgué, pero el teléfono volvió a sonar.

- ¡Que no me llames!- alcé la voz.

- Pero si no he dicho nada.

Esa voz era diferente... No la reconocí inmediatamente, sonaba extraño por el teléfono, pero me di cuenta de que no podía ser otro que...

- ¿Carl?

- Yo mismo. ¿Te molesta que te llame?

Enrojecí. En ese momento solo escuchaba su voz, lo que me hizo prestar atención a cómo sonaba. Me di cuenta de que me gustaba. No me había fijado antes. Comencé a ponerme nerviosa.

- No, claro que no, te confundí con... Alguien que quería gastar una broma.

- ¿Lyon te está causando problemas?

- No tienes idea... Quiero decir...- no se me ocurría nada para tranquilizarle.

- Supuse que pasaría. Te voy a contar algo para que puedas defenderte de él.

Escuché con atención lo que me dijo y sonreí. Al fin tenía algo para defenderme. El único problema era: ¿sería eso más fuerte que su deseo de ganar la apuesta? Quizá lo que apostó era aún peor. En cualquier caso, no era de mi incumbencia. Necesitaba defenderme.

- ¿Cómo fue el viaje en avión?

- Incómodo, pero la sensación y el paisaje inolvidables.

Carl se rió.

- Lo mismo pensé yo la primera vez. Después de varias veces, ya no importa nada, solo bajar del avión.

Me reí también. Debía de ser desesperante pasar tantas horas muertas. Como yo ese día en la habitación. Necesitaba salir, volver a sentir la arena bajo mis pies y dejarme envolver por la brisa marina.

- Ha sido una agradable sorpresa que llamaras, es la primera vez- le comenté.

- Es lo normal que un chico llame a su novia para saber si ha llegado sana y salva a su destino, ¿no?

Sentí como una corriente recorrer mi estómago. Realmente se lo tomaba en serio, como si realmente fuéramos novios por amor, y no por intereses (también por venganza y ganarme al ajedrez). Empezaba a pensar que él debía de sentir algo por mí, pues la forma en que me hablaba denotaba afecto. Quizá era más bien que yo le quería y deseaba ser correspondida.

El deseo de un villano #Wattys2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora