10. Jugar con fuego

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Al día siguiente, quedé con Sara para ir a su casa. Ella aceptó, diciendo que debía hablar conmigo. Seguramente esperaba que le contara algo sobre Will. Sin embargo, yo ya no pensaba contarle nada más, por no mencionar que Will me lo tenía prohibido. No quería más problemas con él, por lo que evitaría cualquier situación que pudiera ocasionar conflicto. Will me lanzó una mirada de advertencia y yo rápidamente dirigí mis ojos al libro que estábamos leyendo en clase, ya que no soportaba sentir esa mirada.

El maestro pareció darse cuenta, pues de pronto, le pidió a Will que siguiera leyendo él, por lo que tuvo que dejar de mirarme y buscar rápidamente en el libro por dónde nos habíamos quedado. Yo no pude evitar una risilla que, aunque bajita, llegó a los oídos de Will. Me tapé la boca al ver que se dio cuenta e hice como si estuviera muy interesada en la lectura. Sin embargo, Will decidió vengarse.

- A Sofia le encanta esta historia. Debería leer ella, lleva esperándolo toda la clase.

Yo ni sabía por dónde nos habíamos quedado. El maestro me miró y se dio cuenta de lo que estaba pasando.

- Empieza a leer desde el segundo párrafo- me señaló-. Will leerá la siguiente página.

Le di las gracias mentalmente por ayudarme y fastidiarle los planes a Will de dejarme mal. No pude evitar esbozar media sonrisa antes de comenzar a leer. Pero el asunto no acabó ahí. Al final de la clase, en cuanto se fue el maestro, fui al baño. Cuando volví, observé que mi estuche no estaba en la mesa. Inmediatamente fui a la mesa de Will, quien estaba leyendo y puse mis manos en su mesa.

- Sé que fuiste tú, devuélveme el estuche. Sabes que lo necesito para mates.

- ¿Tienes pruebas?

- Por favor, dámelo.

Él siguió leyendo, ignorándome. Decidí jugar a su mismo juego. Cogí su estuche y me lo llevé. Will me sujetó la muñeca, impidiendo que me fuera.

- ¿Qué crees que estás haciendo?

- Suéltame.

- Cuando me des mi estuche.

- Dame tú el mío- respondí.

- Yo no lo tengo. Seguro que te lo has guardado en la mochila y no te acuerdas.

- ¡Claro que no!

Dejé su estuche en la mesa y fui a mirar en la mochila para demostrarle que no tenía razón, sin embargo, mi estuche estaba ahí. Will enarcó una ceja y retomó la lectura. Abrí el estuche para averiguar que estuviera todo. No faltaba nada, sino que había algo ahí. Una nota. "Quien juega con fuego se quema", ponía en un lado del papel. Lo abrí y leí lo que ponía dentro: " Si quieres detener esto, pídeme perdón, pero si quieres vengarte y seguir la cadena, atente a las consecuencias". Ni de broma pensaba pedirle perdón. Me miró de reojo y le saqué la lengua, aceptando el desafío. Captó la indirecta, pues en su rostro asomó una sonrisa pícara.

Cuando terminaron las clases, fui con Sara a su casa. Ella me había estado observando y tenía muchas ganas de dar su opinión, visto que estuvo hablando durante un buen rato sobre ello. Según ella, parecíamos unos adolescentes enamorados.

- ¿Estás celosa?- le pregunté, aprovechando para ver si era verdad que le gustaba.

- ¿Por qué iba a estar celosa?

- Como estás enamorada de él...

- ¿Qué? ¿Yo enamorada de...?- entonces se dio cuenta e intentó arreglarlo-. Ah sí, claro, sí...

- Déjalo, ya me di cuenta de que era todo mentira. En realidad lo que pretendías era que yo me alejara de él para protegerme, ¿no es así?

Sara bajó la cabeza, viendo que su plan no había marchado muy bien. Era hora de sincerarse.

- ¿Qué fue lo que le dijiste en tu casa y en el tren para que se molestara tanto contigo?

- En mi casa le pedí que te dejara en paz, que si quería información yo era mejor para eso, y si quería novia, que yo era más indicada que tú. Creí que de esa forma te dejaría en paz, pero se enfadó diciendo que era una amiga horrible por hablar así de ti. Luego en el tren, intenté otra vez convencerle de olvidarse de ti y ver si se picaba diciéndole que se notaba a la legua que tú estabas más interesada en Carl que en él.

- ¿Y qué dijo?

- Que me iba a cortar la lengua como no me callara. Por eso creo que él debe de sentir algo por ti.

- Aunque no me gustara nadie, a mí también me molestaría que me dijeran esas cosas, y más con el carácter de Will y tu forma de decir las cosas- le defendí-. Además, a él no le va todo eso del amor, ¿no has visto que es más frío que la nieve? No tiene sentimientos. Incluso él lo admite. Además, yo no quiero nada con él, por favor. Ni siquiera se me había pasado por la cabeza. Lo único que siento hacia él es miedo.

- ¿Y por qué le sigues el juego?- me preguntó, insinuando indirectas.

- ¿Que por qué?- me quedé pensativa-. Quizá porque siento que puedo contraatacar. No puedo quedarme quieta viendo cómo se sale siempre con la suya. Por muy poco que sea, quiero hacer algo.

Sara no pareció quedar muy convencida, pero no insistió.

- Por favor, no te metas más, si le haces enfadar la pagará conmigo, así que te pido que te abstengas de tener nada que ver con él. Si quieres protegerme, la mejor forma es que mantengas las distancias. Por favor.

- Está bien... Pero como te haga algo...

- Me alegra que te preocupes tanto por mí- le sonreí-. Por cierto, ¿de qué me querías hablar?

- Ah sí, me he enterado de algo... Resulta que Carl... ¡Se ha transferido a nuestro instituto y vendrá el próximo mes!

- ¿Nuestro rival de ajedrez?

- El mismo.

- ¿Y se sabe por qué?

Yo no podía creerlo, ¿por qué iba un chico rico y mimado venir a nuestro instituto, uno de tantos? Debía de haber alguna razón. Solo esperaba que no tuviera que ver con nosotros.

- Resulta que le interesa ver dónde estudian los finalistas del torneo de ajedrez que le igualan y superan en inteligencia.

- Bueno no se yo... Solo nos hemos entrenado... No creo merecerme tanto crédito- me sonrojé.

- O a lo mejor solo quiere vengarse- se rió Sara-. O a conseguir esa cita contigo.

- Eso no puede ser... Yo creo que era broma cuando me pidió una cita si ganaba.

- Te apuesto a que te volverá a pedir una cita.

- Y yo apuesto a que te equivocas. Si es así, tendrás que retirarlo y no volver a decir nada sobre Will y Carl ni tratar de emparejarme con nadie.

- Trato hecho, pero si Carl te pide una cita en menos de una semana desde su llegada, vas a aceptar y quedarás con él.

- ¿Por qué tengo que aceptar?- protesté.

- ¿No estabas tan segura de que estoy equivocada? ¿Te echas atrás?

- Claro que no. Trato hecho.

Le estreché la mano y el trato quedó cerrado. Desde luego nos encantaban las apuestas. Además, acepté porque aunque ella tuviera razón, tampoco debía de ser tan horrible ir a comer a algún sitio con Carl, sobre todo si me invitaba. En mi mente, yo saldría ganando de cualquier forma. Sonreí para mis adentros, pensando que a veces mis apuestas se parecían a una jugada de ajedrez, cuando sacrificas una pieza por eliminar otra mejor del adversario. Y si no atacan la pieza, una más que tienes.

El deseo de un villano #Wattys2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora