Llegó el lunes, el primer día de mayo y el maestro presentó al nuevo estudiante con evidente expresión de orgullo en su rostro. Que el inteligente hijo de un hombre rico eligiera estudiar en nuestra pequeña ciudad era algo que no sucedía todos los días. Carl Cat, finalista en el torneo de ajedrez. Miré a Will y por su cara me di cuenta de que no sabía que Carl se transfería. Después de la primera hora recogió sus cosas y se fue, diciéndome que ya me podría disculpar otro día. Le miré extrañada, pues no esperaba que odiara tanto a Carl que prefiriera irse de clase. Ese día comería sola, ya que mi padre se había marchado por la mañana de viaje otra vez. Decía que era por negocios, pero yo pensaba otra cosa: quería volver con mi madre.
Carl se sentó en la mesa de mi izquierda, que estaba libre. Todos le miraban interesados y murmurando cosas al ver que me miraba y sonreía. Max también nos miraba, entre curioso y molesto. Tendría competencia en popularidad. En el descanso, Carl se levantó para venir a hablar conmigo, pero pronto se vio rodeado por los compañeros y compañeras junto con sus muchas preguntas y comentarios. Temí que volviera a agobiarse como ese día en el tren, pero Max se encargó de poner orden. Al menos en clase no tendría que preocuparme por él. Sara se había quedado esperando que Carl viniera a pedirme una cita, como ella dijo que haría, pero al ver que no le dejaban en paz, optó por irse al baño, creyendo que no se perdería nada.
- ¿Por qué has venido a estudiar aquí?- preguntó curioso Max.
- Porque aquí estudian los finalistas del torneo de ajedrez. Quería ver cómo es, aunque no quede mucho para acabar las clases. Y también para estar cerca de la chica que me gusta- confesó llevándose la mano a la nuca-. Aunque creo que es un amor no correspondido.
Me miró de reojo y al intuir lo que se avecinaba, me levanté lentamente y comencé a dirigirme hacia la puerta.
- ¿Quién es esa chica?- preguntó alguien.
- La que intenta escapar sin que la vean- se rio él.
Me quedé helada en mi sitio, a un metro de la puerta. Giré la cabeza lentamente para calcular la velocidad que necesitaría para escapar en relación con la cantidad de miradas que me atravesaban. Resultado: no me daría tiempo ni a llegar a la puerta, pero no me quedaría sin intentarlo. Eché a correr y acto seguido los demás reaccionaron y fueron detrás de mí. No pensaban quedarse con la intriga sobre qué pasaba entre nosotros. Me bloquearon el camino a ambos lados del pasillo. No tenía adónde ir.
- ¿Te gusta Carl?
- Si te pidiera, ¿qué le dirías?
- Dale una oportunidad, que ha venido a estudiar aquí a propósito.
- Si no lo quieres tú me lo quedo yo.
Era yo la que empezaba a agobiarse viendo cómo todos hablaban a la vez y cada cual presionando más. Al final acabaron todos caturreando en coro: "Di que sí". Max acudió a mi rescate, se abrió paso entre todos y me llevó a clase de nuevo, donde estaba Carl. Se quedó en la puerta, asegurándose de que nadie más entrara y nos dejaran espacio.
- Dile lo que piensas- me animó.
Pero ni yo sabía qué pensaba, ¿cómo iba a decirle algo de lo que no estaba segura? El poco tiempo que pasé con él no bastaba.
- Sé que no sabes mucho sobre mí, así que no puedo pedirte que me des una respuesta, por eso te invito a una cita el domingo que viene- dijo Carl.
Estaba por inventar una excusa o pedirle tiempo para pensar cuando vi a Sara que volvía y aunque estaba algo desconcertada por el panorama, había oído la propuesta de Carl y me miraba arqueando una ceja, esperando que me acordara de la apuesta que hicimos. No tenía más remedio que aceptar. Lo prometí.
- Está bien... Pero más te vale que no sea la típica cita de ir a comer y ya o será la primera y también la última.
Si encima que tenía que salir con él tenía que aburrirme... Lo que me faltaba.
- No te preocupes, será una cita que nunca olvidarás- me guiñó un ojo.
No pude evitar ponerme roja y preocuparme un poco por la seguridad de sus palabras. Solo esperaba que no fuera a ser muy atrevido. Max palideció al oír mi respuesta. Él y los demás estaban boquiabiertos. Sara, por otra parte, tenía cara de satisfacción y una sonrisa pícara asomaba en su rostro, tanto por ver las reacciones de cada uno como por la situación en que me había metido y cuyo desenlace estaba deseosa por conocer. Me empezaba a dar bastante verguënza ser el centro de atención, pero entonces sonó la campana, indicando el fin del descanso. Durante lo que quedó de clases, percibí más de una mirada en mi dirección.
Cuando el maestro pidió el trabajo, fui a por la mitad de Max, pero cuando me la dio, observé que también había una nota. Me la guardé y entregué el trabajo. Max no me miró cuando volví a pasar por su lado hacia mi asiento. En cuanto tuvo todos los trabajos, el maestro dio por terminada la clase y pudimos irnos antes. Mientras iba saliendo y tomando el camino que llevaba a mi casa, abrí la nota y vi lo que decía: "¿No era que necesitas conocer al que te guste? Si aceptas tener una cita con él también me debes dar una oportunidad a mí". No sabía ni qué pensar. Creí que no le interesaba ninguna chica. ¿Quizá quería enamorarme para luego rechazarme ya que la otra vez no pudo? No le daría el gusto. De pronto, le vi pasar por mi lado.
- Esta tarde a las cuatro aquí- fue todo lo que dijo y se alejó con prisa.
Me dejó con la palabra en la boca. Sara me alcanzó, reprochándome no haberla esperado.
- ¿Vas a ir?- preguntó curiosa al escuchar lo sucedido.
- Seguramente él irá y me esperará, no puedo quedarme tranquila sabiendo que podría pasarse la tarde esperándome. Iré y le demostraré que no me va a conquistar con una cita.
- ¿Y qué opinas de la cita de Carl?
- La verdad... Tengo curiosidad.
Sara esbozó su sonrisa pícara indicadora de que me gustaba alguien. Me sonrojé un poco, y para que no lo viera, me adelanté, accelerando el paso. Pero ¿qué se le puede ocultar a una amiga?
Llegando a casa, vi que Will salía de la suya. Al cruzarse conmigo, me lanzó una corta mirada de advertencia para que no olvidara que le debía algo y siguió su camino. No podía ni imaginar adónde iba y lo que me esperaba esa tarde. Pero pronto lo sabría, y desearía no haber sentido pena por dejar plantado a Max.
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El deseo de un villano #Wattys2018
Teen FictionHay una isla misteriosa que guarda un objeto capaz de concedérselo, pero está protegido y nadie puede acercarse y volver con vida. Para cumplir su deseo, nuestro villano hará lo que haga falta y no dejará que nadie se interponga en su camino. Du co...