Al día siguiente me desperté muy tarde. Me había acostado de madrugada tratando de aprenderme la canción. El final, sin embargo, no me convencía. Parecía que faltaba algo. Quizá en su último viaje, mi madre había ido a por la última pieza. Entonces se había perdido para siempre bajo el mar...
Me di prisa por llegar a clase. Me senté junto a Sara y le pregunté qué me había perdido.
- Luego te dejaré los apuntes. Lo más importante ahora es... ¿averiguaste dónde vive?- susurró.
- Sí... Es mi vecino y nunca lo supimos.
Me miró con cara de no creérselo. Asentí, seria, mirándola fijamente a los ojos. Entonces sonó la campana indicando el inicio del descanso. Sara se rió en voz alta.
- ¡No puede ser! ¡Esta sí que es buena!
Miré en dirección al asiento de Will. Estaba allí, mirándonos de reojo mientras hacía como que escribía.
- Si no te lo crees le llamo y le preguntamos- propuse.
- Da igual, me lo creo. Pues has ganado la apuesta. ¿Esta tarde vienes a mi casa?- dijo ella.
Will se levantó y vino hacia nosotras.
- Ya teníamos planes, ¿no es así?- me miró intensamente como si tratara de convencerme para seguirle la corriente.
No sabía qué quería exactamente, pero entonces pensé que podía preguntarle sobre la partitura. Mayor era la curiosidad por lo que podía descubrir sobre la melodía que las ganas por tener la cajita musical entre mis manos.
- Voy mañana, ¿te parece?
Sara me miró con cara sospechosa acompañada de una sonrisa pícara. No me gustaba esa expresión, significaba que estaba fantaseando otra vez y seguramente imaginando algo entre nosotros.
- Así que planes... Vale, ven mañana...
No nos quitaba los ojos de encima. Empezaba a ser incómodo. Las clases reanudaron.
- No es lo que piensas- traté inútilmente de arreglarlo, aunque si no iba a contarle lo que sucedió, difícilmente podía excusarme.
- Ya me contarás, ya...
Puse los ojos en blanco y resoplé, desesperada. Era un caso perdido. Al terminar las clases vi a Will esperándome en la puerta. Sara me dio unos golpecitos con el codo, chinchándome. Se marchó con una sonrisa bien grande y haciendo corazones con las manos. Me di una palmada en la frente, desesperada.
- Quería asegurarme de que no te escapabas- dijo él.
- No te tengo miedo. ¿Por qué escaparía?
No dijo nada. Su silencio me hizo pensar que si me dijo eso era porque había una razón por la que yo hubiera querido escaparme, pero no me percaté de ello. Por otro lado, podía haberlo dicho como excusa. Llegamos a casa y seguía preguntándome por qué Will pensaba que iba a escaparme. Se detuvo delante de su casa.
- Creí que querías ver los objetos traídos del extranjero- expresé mi pensamiento en voz alta mientras entraba al jardín.
- No se trata de eso. No hoy. Adelante- dijo abriendo la puerta de su casa y esperando fuera para que entrara.
Me quedé en mi sitio. El corazón empezó a latir más deprisa. Empezaba a dudar sobre sus intenciones. No me había dicho lo que quería.
- ¿Por qué motivo me invitas a tu casa? Yo tendría que ir a comer...
- Solo será un momento.
- ¿Pero para qué?
Me preocupaba que evitara la pregunta. Se dio cuenta de que dudaba y decidió ir a por mí, por lo que yo comencé a retroceder.
- ¿No decías que no me tienes miedo? ¿Qué te ocurre ahora?- insinuó.
En ese momento, el miedo se apoderó de mí y eché a correr. Salté la valla del jardín que separaba mi jardín del suyo y busqué las llaves de la puerta de mi casa. No las encontraba. Oí el tintineo de unas llaves y me giré. Justo detrás de mí estaba él, con mis llaves en la mano.
- ¿Buscas esto?
- ¿Cómo es que las tienes tú?
- Tenía que prevenir que escaparas. No prestaste atención cuando fui a interrumpiros a tu amiga y a ti. Si quieres recuperarlas, vas a acompañarme, ¿de acuerdo?
Quise volver a echar a correr, pero al retroceder, mi espalda chocó con la pared. Will vino y me cogió en volandas para evitar tener que llevarme a rastras.
- Me estás causando muchos problemas... Y yo solo te he invitado a mi casa.
- Tras robar las llaves de mi casa para que no escape. No había pensado en escapar hasta que lo dijiste y eso me hizo pensar que había razones para que yo quisiera escapar.
- Tú estate quieta y no te pasará nada.
Esa frase me heló la sangre en las venas. Me llevó a su habitación. Una vez dentro, me dejó en el suelo y cerró la puerta con llave. Tragué saliva. ¿Qué estaba pasando?
- Vamos a establecer algunas reglas. Uno: no le cuentes absolutamente nada a nadie sobre mí o lo lamentarás. Dos: vas a contestarme a cada pregunta que te haga y no me ocultarás nada. Tres: colabora conmigo y no te resistas o no saldrás de aquí hasta que consiga lo que quiero. ¿Dudas? ¿Preguntas?
- Sí, pero antes que nada, ¿qué quieres de mí?
- Debes darme tu palabra de que no contarás nada a nadie sobre mí, sobre lo que haga o diga o sobre lo que pase aquí o entre nosotros. Solo entonces te lo contaré todo.
No me quedaba más remedio que acceder, ya que como decía él, no iba a salir de ahí hasta que obtuviera lo que quería. No veía armas por ninguna parte, por lo que esperaba que no tuviera intenciones de hacerme daño. Por alguna razón, la cosa prometía ser interesante y ser parte de un secreto satisfacía mi curiosidad. Quizá supiera lo que yo quería averiguar. Sonreí, confiada.
- Te doy mi palabra.
- ¿Cómo puedo saber que puedo confiar en ti?
- ¿Qué prueba necesitas?- pregunté temiendo la respuesta.
- Me darás una copia de las llaves de tu casa. Así sabrás que si me mientes o me traicionas iré a por ti.
- Pero el trato es entre dos, tiene que ser justo. Tú también me darás una copia de las tuyas- exigí.
- Supongo que es justo. Trato hecho- extendió la mano y yo le di la mía, estrechándola.
Nos dimos una copia de las llaves y me devolvió las originales. Sentía que yo tenía más que perder que él, pero hacía lo que podía.
- Te he traído aquí precisamente para hacer este trato contigo. Eres la hija de Diane Brown, Sofia Brown. Se ve que no sabes quien era realmente tu madre. Más adelante te iré contando lo que sé y lo que quiero saber, pero de momento, hablemos de la apuesta que has hecho con tu amiga.
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El deseo de un villano #Wattys2018
Teen FictionHay una isla misteriosa que guarda un objeto capaz de concedérselo, pero está protegido y nadie puede acercarse y volver con vida. Para cumplir su deseo, nuestro villano hará lo que haga falta y no dejará que nadie se interponga en su camino. Du co...