21. Venganza

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Max se fue y yo me quedé sentada en el banco, esperando a que Carl pasara por ahí, lo cual no tardó en suceder. Le saludé, pero él siguió su camino. Si hubiera sido cualquier otro día, me hubiera parecido bien, pero en ese momento yo le necesitaba y no podía dejar que me ignorara de esa manera. Le llamé, a lo cual él giró la cabeza, saludó y continuó andando.

Empezó a molestarme su actitud. ¿Por qué era tan frío? ¿Quizá yo había dejado de interesarle? ¡Eso nos estropearía los planes! Era la primera vez que experimentaba lo que era tener miedo a no gustarle a alguien. Y era terrible. Sentía impotencia, no me veía capaz de conseguir gustarle si él había perdido el interés. ¿Qué podía yo hacer?

- ¿Te pasa algo?

Alcé la mirada. Carl estaba delante de mí, viendo cómo había estado mirando al infinito con mis manos en las mejillas. Traté de parecer lo más normal posible. Pero probablemente podría aprovechar la situación y lo que sentía para dar comienzo al plan.

- Antes me ignoraste, ¿por qué has vuelto?- pregunté.

- Pensé que te pasaba algo. Pero si no es así, me voy y no te molesto más.

Iba a darse la vuelta, pero agarré el borde de su camisa, deteniéndole. Me miró arqueando una ceja, pidiendo explicaciones.

- Es que no me ha gustado que me ignoraras... ¿Por qué eres tan frío conmigo?

Carl trataba de disimular su cara de satisfacción. Me di cuenta de que lo había hecho a propósito para ver una reacción por mi parte. Inmediatamente me entraron ganas de dejar la actuación, pero debía aprovechar el momento. Miré hacia otro lado, tratando de ocultar la verdadera expresión de mi rostro, que no era muy agradable. Respiré hondo y traté de meterme en el papel de nuevo. Era más difícil de lo que imaginé.

- Porque me rechazaste. ¿Deberías ahora importarme después de cómo me trataste?- fue su respuesta.

Bajé la cabeza, fingiendo tristeza, aunque en realidad planeaba mi siguiente movimiento. La partida había comenzado y sus piezas ganaban terreno. Pero yo tenía en mente una estrategia para derribar sus peones.

- ¿Y qué pasaría si hubiera estado todo este tiempo reflexionando y me di cuenta de que cometí un error al no darte una oportunidad? ¿Es demasiado tarde para reconsiderarlo?

Era un ataque directo y arriesgado. Un jaque de alfil. ¿Apartaría su rey o mataría mi alfil?

- ¿Y qué pasaría si soy yo quien lo ha reconsiderado y ya no me interesa?- mi alfil fue eliminado. En su lugar, mi rey recibía el jaque.

- Pues tendrías toda la razón para hacerlo. Pero si aún quieres, yo... tendré... una cita... contigo- dije con dificultad, disfrazando mi rabia con timidez.

Interpuse la única pieza que tenía disponible entre mi rey y su reina. Él podía eliminarla y estaba perdida, pero decidió retirarse y no terminar la partida tan deprisa.

- Conque cambiaste de opinión... Está bien, fingiré por un momento que te creo y que no tienes otros intereses.

Ese golpe no fue un ataque a mi jugada, sino que fue directo a mi corazón, haciéndolo temblar. ¿Cómo convencerle de algo que no era cierto? Enarcó una ceja, esperando mi respuesta. Entonces le miré fijamente y descubrí que no solamente era inteligente para estudiar y memorizar, sino que también era avispado, se daba cuenta de las cosas mejor de lo que creí. No debí haberle subestimado. Me pareció bastante atractivo que fuera tan despierto.

- Yo... Yo...- empecé a tartamudear, quedándome en blanco absorta por su mirada y poniéndome nerviosa.

- ¿Touché?

El deseo de un villano #Wattys2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora