3. Melodía triste y melodía alegre

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- ¿Qué es lo que deseas saber?- pregunté.

- ¿Qué os habéis apostado?

- Que la ganadora elegiría una posesión de la perdedora.

Will se quedó pensativo. Después me miró.

- Iré contigo. Ella puede tener algún objeto de mi interés.

- Y yo también quiero...- me callé sin completar la frase, era mejor que Will no supiera sobre la cajita de música-... ver qué cosas tiene en su habitación. ¿Y si tiene algo que te interese?

- Pues lo tomarás para mí como parte de la apuesta.

- ¿Por qué haría eso? Haz tú una apuesta con ella...- refunfuñé.

En un abrir y cerrar de ojos, estaba delante de mí, lo que me sobresaltó y caí de espaldas sobre su cama. Él se inclinó sobre mí y apoyó una mano en el colchón mientras que con la otra agarró mis mejillas, estrujándolas.

- No estás en posición de rechazar, Sofia Brown. No queremos llegar al punto de explicar las consecuencias si me desafías, ¿verdad?

Miré hacia otro lado, algo asustada. Se acercó todavía más, apoyando una rodilla en el borde de la cama y su rostro variaba entre enfado y picardía.

- Además, podría dejar de estar dispuesto a contarte cosas sobre tu madre.

Le volví a mirar. Desde luego eso me convencía más. Y cuanto antes asentía antes se quitaba de encima, que me ponía muy nerviosa.

- Está bien... Como desees- contesté sintiendo que estaba dejando a un lado mi orgullo al acceder y decir esas palabras que le satisfacerían.

- ¿A que no era tan difícil?- sonrió.

En cuanto quitó la mano de mi cara, me separé un poco hacia ese lado y mientras le agarré el brazo que estaba apoyado y lo moví de su sitio, lo que produjo que se cayera encima de la cama mientras yo me levantaba, cogía la llave de la habitación para abrirla y salía. Antes de desaparecer de su vista, miré un momento y vi que se había quedado medio tumbado boca arriba, mirando al techo.

- Sí, será divertido...- murmuró.

Entonces me di cuenta de que me había estado tomando todo eso muy en serio. Mientras volvía a mi casa pensé: "¿Por qué va a ser el único que se divierta con esta situación? Yo también me voy a divertir con esto. Me lo tomaré como un juego".

Después de comer, fui a practicar de nuevo la melodía con el piano. Cada vez sonaba mejor. Pero necesitaba esa cajita de música para saber exactamente cómo debía sonar. Esa noche tenía que ir a casa de Sara y esconder la cajita para que Will no la viera al día siguiente. Decidí ir a escondidas y no contarle nada a Sara. Era lo mejor. Volví a probar con el violín, pero las palabras de Will resonaban en mi mente y no podía concentrarme. ¿Tan mal me salía? Al recordar lo que pensaba sobre mis prácticas de violín dejé de tocar. Me estaría oyendo y riéndose de lo mal que me salía. Me senté en un sillón del salón, suspirando. Quizá no servía para ello después de todo.

Volví al piano para tocar la melodía y animarme viendo que al menos una cosa me salía bien. Entonces pensé que quizá me dio la partitura porque él no sabía tocar ningún instrumento. O quizá porque no poseía ninguno. De cualquier manera, me necesitaba. Si me cansaba de ayudarle, le enseñaba a tocar algún instrumento y que se las arreglara solo. Cuando llegaba al final de la canción, me inventaba la última parte, porque era desagradable que se quedara a medias. Quizá con la cajita de música descubría cómo tocar el final.

Esa noche, salí de casa con cuidado de no hacer ruido, no quería que Will notara que me iba. Crucé el pequeño parque de árboles que parecía un bosquecillo para llegar más rápidamente a casa de Sara. Las luces estaban apagadas, por lo que supuse que ya todos estaban durmiendo. Trepé un árbol que estaba frente al balcón de la habitación de mi amiga y entré. Era conveniente tener la costumbre de dejar la ventana medio abierta por la noche, para que entrara el aire, de esta manera podía entrar sin dificultades.

El deseo de un villano #Wattys2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora