¹ 𝐄𝐋 𝐂𝐎𝐑𝐀𝐙𝐎́𝐍 𝐃𝐄 𝐅𝐔𝐄𝐆𝐎 ━━ PDC ✔

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CAPÍTULO 1

❝ UN DÍA NADA ESPECIAL ❞

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Dieciocho años después...

"Mariam... levántate... Mariam...despierta..."

La joven abrió los ojos repentinamente y se sentó en su cama. En seguida recorrió con la mirada toda la estancia en busca de la persona a quien pertenecía aquel timbre de voz suave. Pero no había nadie a su alrededor, así como todas las otras veces que oyó aquella voz desconocida.

Miró hacia la ventana y vio que el sol ya brillaba con intensidad sobre el cielo. Se levantó y camino hasta la ventana. Hizo una mueca involuntaria al tener contacto con toda aquella luz, pero luego respiró hondo y apoyó los codos sobre la ventana. La joven tenía hermosos cabellos ondulados en tono castaño claro, su piel era blanca y sus ojos eran como los mares del Caribe.

Después decidió cambiarse aquel vestido blanco de dormir por un vestido presentable. Ya que había despertado, era hora de salir de casa. Descendiendo por las escaleras con un vestido de color amarillo. Sus cabellos estaban atrapados hacia atrás con una corona pequeña de flores.

— ¡Buenos días querida! ¿Ya de pie tan temprano? —preguntó una mujer con algunos cabellos grises. La mujer ya estaba acostumbrada a ver a la joven despierta sólo por la tarde.

—Buenos días madre. Creo que no me quieren en la cama —respondió la ojiazul mientras la abrazo.

— ¿Qué tontería estás hablando, Mariam?... ¡Ah, ya sé! ¿Estás nuevamente molesta con el rumbo que la historia de tu libro favorito está tomando? —La mujer se acerco para observar mejor el rostro de su hija.

—No, no es nada de eso. La verdad, estoy en un capítulo sorprendente... ¿Dónde está padre y Alex?

—Tu padre ya se fue a trabajar y Alexander salió temprano para ir a jugar con amigos al puerto.

—Bueno... También estoy de salida. No te molestes por qué no voy a tomar el desayuno contigo. Estoy sin hambre —Mariam finalizó besando la frente de su madre y salió.

El semblante de la mujer se volvió serio. Suspiró pesadamente y fue hasta la ventana para observar a su muchacha.

Mariam es hija de Katherine y James Bradley. Su padre es comodoro de la marina real británica. Un hombre respetado por todos y que siempre luchó por la paz. Su madre una señora elegante y refinada. La familia también contaba con Alexander, el hijo menor de trece años. Mariam y su familia residían en Port Royal. La chica no conocía otra ciudad o país, pues algo siempre le impidió explorar nuevos horizontes.

Mientras caminaba observando la tan rutinaria vida de los habitantes de Port Royal, sintió el olor del mar invadir su nariz. No estaba cerca de él, pero era como si él la llamara.

— ¡Mariam! —El timbre de voz ya conocido llamó la atención de la joven. Y enseguida avistó a un muchacho con vestimenta simple y cabellos castaños oscuros, que descendían hasta sus hombros. Su sonrisa era perfecta y la poca barba realzaba aún más su belleza.

—Erick... —susurró la chica. Apresuró el paso para alcanzar al joven que sostenía por el arnés un hermoso caballo.

— ¿Qué haces aquí sola? ¿Acaso el señor Bradley anda tan ocupado? —El ojiverde sonrió.

—No huí, si eso es lo que estás insinuando —respondió Mariam frunciendo el ceño.

—Está bien, perdóname. Pero, no verte en compañía de guardias me dejó sorprendido —explico el chico, observando a la joven girar los ojos.

Mariam como hija de un hombre tan respetado y con una alta influencia como el comodoro Bradley, podría fácilmente convertirse en blanco de bucaneros. Como Port Royal ya había sido marcada por la piratería, el comodoro prohibió que su hija anduviera sin guardias por la ciudad. Pero la chica no le gustaba la condición impuesta por su padre. Y la noche anterior le pidió que al menos una vez la dejara ser libre como todas las otras muchachas de su edad. No fue una conversación fácil, pero con ayuda de Alex, finalmente ella obtuvo su deseo concedido.

Se acerco a Erick y los dos comenzaron a caminar. La señorita Bradley miró al caballo que estaba siendo guiado por el chico y sonrió.

—Es un hermoso animal.

—Sí. Él llegó esta mañana... es un regalo del Rey George para el gobernador Benedict. Lo traje para conocer la ciudad —El muchacho sonrió mientras paso una de las manos por el sedoso y negro pelaje del animal. Él trabajaba como cuidador de caballos para el guardia real a poco más de un año—. Me parece que no estás bien... ¿Es esa voz de nuevo? —preguntó al percibir que Mariam estaba distante.

—Sí. Estoy cada vez más confundida al respecto. Pensé que esto acabaría cuando me convertiría en una joven, pero al contrario sólo se reforzó —Suspiró entristecida.

—¿Sabes que he estado pensando? Creo que esa voz que oyes tiene algún vínculo con tu miedo al mar.

En ese momento los dos pararon de andar y ella lo miró, luego sonrió.

—No. Sinceramente no creo que tenga ninguna conexión —Miró hacia el puerto y vio un barco acercándose mientras otro de pesca se alejaba de la tierra firme. Todo aquello parecía tan bello, pero la incomodidad que sentía cada vez que pensaba que se acercaba a las aguas saladas era sorprendentemente sofocante.

—Mi mayor deseo es el mar —Erick empezó, mirando el mismo lugar que la chica—. Viajar por ahí, vivir varias aventuras... Sé que parece tonto, pero a veces ciento como si el mar me llamara —La mirada de la chica volvió al muchacho rápidamente—. Pero mis padres nunca salieron de Port Royal y quieren que pase ese legado —bufo—. Imagina Mariam, navegar por lugares que no están en los mapas, conocer el mundo allá afuera.

—Puedes entrar a la marina. Claro que desde el comienzo tu perspectiva será baja, pero si te esfuerzas lo lograras. Y quien sabe... podrías ser un comodoro.

—No —La interrumpió—. Entrar a la marina no me dará la libertad. Quiero tener mi propia tripulación.

—¡Claro! También me vas a decir que quiere ir a Tortuga para aliarte con piratas borrachos empapados de Ron, ¿no? —El chico soltó una carcajada.

—Sí. Ese sería el segundo paso. Lo primero seria ir a Isla del Noble. Oí decir que se está convirtiendo en un puerto pirata —El joven lo dijo serio y la muchacha se quedó sin expresión ante esa información.

— ¿Estás loco? Los piratas son embusteros, criminales inmundos, nuestros mayores enemigos. ¿Ya se te olvidó de lo que le hicieron a Port Royal hace tres años? —La bella chica se mostró perpleja con la actitud de su amigo.

—No lo olvidé, Mariam. Pero tal vez pueda crear una nueva forma de ser pirata —Los ojos de Erick brillaron con la posibilidad.

— ¿Nueva forma? ¿ser pirata? Gracias a Dios eres un buen hijo y vas a seguir el destino que tus padres eligieron para ti.