¹ 𝐄𝐋 𝐂𝐎𝐑𝐀𝐙𝐎́𝐍 𝐃𝐄 𝐅𝐔𝐄𝐆𝐎 ━━ PDC ✔

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CAPÍTULO 16

❝ TENEMOS UN TRATO ❞

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Will y Elizabeth finalmente estaban solos en la cabina. Los ojos de ella miraban a los suyos, la luz de la luna que entraba por el cristal reflejaba en sus labios rojizos. Era difícil para ambos describir lo que sentían en aquel momento.

Todos los instantes de su vida después de despedirse de Elizabeth en aquella isla, William jamás dejó sus pensamientos lejos de su amada. Esperaba el momento en que la tendría en sus brazos nuevamente, que sentiría el lleno de su piel y el calor de su cuerpo. El capitán del Holandés Volador le traía alegría el haber liberado a su padre de la maldición, pero también la tristeza de vivir lejos de su verdadero amor.

—Te vez más hermosa —Turner se acercó y acarició el rostro de su esposa.

—Will... —Ella lo abrazó fuerte.

Después de ser dejada en la playa Elizabeth permaneció allí observando las olas hasta el anochecer. Sus lágrimas eran una mezcla de felicidad y tristeza. Se había entregado a su gran amor y ahora sólo lo vería diez años después. La nostalgia le consumía todos los días pero la esperanza calentaba su ser. Guardó el baúl con el corazón de Will con la promesa de que regresaría al mar para quedarse junto a su amado aunque fuera por un solo instante. Y allí estaba ella, abrazada a él, la razón por la cual respiraba.

Ella lo miró y discretamente mordió el canto del labio inferior mientras delicadamente desabrochaba los botones de la camisa de Will. No podía esperar más. Su cuerpo ardía y clamaba por el otro, él la besó con intensidad. Ella podía percibir que aquella sensación era recíproca.

Turner levantó a su amada y ella entrelazó sus piernas alrededor de su cintura. Los dos seguían besándose hasta que la colocó sobre una cama no muy cómoda pero que en aquel momento pasaba desapercibida.

Lentamente él la despoja de sus ropas y con besos leves acariciaba su cuello. Elizabeth cerró los ojos y suspiró aprovechando al máximo esa sensación deliciosa. Ella coloco sus dedos finos sobre el pecho desnudo de Will. En unos instantes las piezas ya estaban sobre la madera fría mientras la pareja se amaba intensamente bajo el reflejo de la luna. Cada gemido, cada susurro era único. La llama del amor y el placer envolvía ambos haciendo ese instante de éxtasis inolvidable.

—Te voy a amar para siempre señor Turner.

—Por la eternidad señora Turner.