Parte 31

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Martes.

Mi alarma sonó ruidosamente, al comenzar a despertar noté de que me encontraba ardiendo por culpa del calor.

Abrí los ojos lentamente para darme cuenta que Cameron todavía dormía a mi lado.

Rápidamente, estiré mi brazo hasta llegar a mi celular, que se encontraba en la mesa de noche, del otro lado del pecho desnudo de el morocho.

Procedí a levantar la cabeza para ver si se había despertado ante mi alarma. y por fortuna, él continuaba durmiendo.

Todavía encima de Cameron, apoyé mi barbilla en mi brazo y me dediqué a observarlo. Se veía tranquilo, y su respiración profunda me transmitía paz. Me moví con sigilo para encontrarme la altura de su rostro e intenté despertarlo, acariciando su cabello y sus rasgos faciales.

Noté que empezaba a despabilarse tranquilamente, pero antes de abrir los ojos, tomó mi mano rápidamente con firmeza, dándome un buen susto.

Al abrir los ojos y encontrarse con los míos, que transmitían terror, reduzco la presión en mi muñeca, para luego dejarme en libertad.

Mi cara no seguía expresando sorpresa.

Parecía haber sido un reflejo, o un instinto de protección... Cameron se cubrió el rostro con ambas manos para luego llevarlas a su cabello y suspirar.

–Lo siento mucho. –se disculpó con total sinceridad.

–No te preocupes.

Le regalé la mejor sonrisa que pude formar con mis labios ahora temblorosos.

–Lo siento. Soy un idiota. –repitió, suspirando nuevamente con enojo.

–Oye –le llamé la atención, apoyando mi mano en su pecho y acercándome hacia él–. Enserio, no te preocupes, te has asustado, eso es todo –le insistí ahora con más seguridad–. Vamos, que llegaremos tarde a clase.

Comenté para luego salir de la cama y dirigirme hacia el baño.

Me tomé mi tiempo para lavarme los dientes, enjuagarme la cara, y ponerme un poco de maquillaje.

Al volver a la habitación, noté que Cameron seguía en la cama, parecía haberse vuelto a dormir.

–¡Despierta! –aullé mientras tomaba de sus brazos y tiraba de ellos, noté que se encontraba despierto, pero decidió dejar que yo haga toda la fuerza– Vamos, que las residencias no quedan a cinco minutos del edifico.

Luego de rendirme, observé como Cameron se levantaba para dirigirse hacia el baño sin ningún problema.

–¿Irás caminado? Me parece bien, yo tengo auto pero si prefieres caminar... –presumió antes de cerrar la puerta por detrás suyo.

Puse los ojos en blanco, sin poder evitar sonreír.

Elegí ponerme unos jeans claros, un sweater color crema y una chaqueta de cuero.

Cameron salió del baño y se dirigió hacia su ropa, que se encontraba esparcida por el piso. Se quitó los shorts para regalarme una clara vista de su figura, los rallos de sol que iluminaban la habitación me permitían apreciar la imagen mejor que la noche anterior, pero mis ojos se detuvieron nuevamente en su cicatriz, hipnotizándome.

–¿Qué, esto? –preguntó, pasando las yemas de sus dedos por la piel dañada– Heridas de guerra, fue hace mucho, ya no duele.

Me intentó calmar, pero había algo sobre ella que me inquietaba. Pero decidí no preguntar sobre el tema.

Cenizas del Pasado ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora