Capítulo 40

8 0 0
                                    

POV MANDY

Víctor no se cree que no confíe en él y que por eso no me oye. Luego, en la noche, en la intimidad le contaré que estoy embarazada y que creo que es por eso que hemos perdido la telepatía.

Empiezo a sentir nauseas y le pido que salga con los invitados mientras voy al baño a refrescarme la cara para que se me pasen. Me dedica una sonrisa ladeada mencionando que quiere poseerme de nuevo y le envío con un ademan con la mano mientras río y me agacho a acariciar el perro por última vez antes de salir de la habitación.

Una mano grande tapa mi boca mientras me cogen e intento zafarme.

Intento gritar o gemir y pataleo intentando tirar algo del pasillo para hacer que me escuchen pero rápidamente me han sacado de casa sin que pueda advertir nada. Me ponen un saco por la cabeza y pierdo la conciencia tras un fuerte golpe en la nuca.

Despierto de golpe asustada, todo es oscuro y no veo nada. Siento el movimiento sutil del coche. Debo de estar en un maletero.

¿Pero qué hago ahí? Poco a poco empiezo a recordar la mano tapando mi boca y el golpe en la cabeza. Lentamente siento más lucidez a la vez que el dolor de cabeza me acribilla y aumenta en cuanto intento moverme.

Me percato de que estoy atada de manos y pies sin poder hacer nada. Tengo un buen trozo de cinta aislante en la boca que lo único que me permite es gemir.

Nadie va a poder escucharme, ya que el conductor tiene la música rock a toda pastilla, seguramente con la idea de mitigar mis ruidos y gemidos.

Empiezo a hiperventilar asustada, ya que mis intentos de desatarme e intentar que me oigan son inútiles.

Pienso en mi bebe y recuerdo que no es bueno el estrés. Intento controlar mis respiraciones, tengo que hacerle llegar suficiente oxigeno al embrión.

Respira.

Inspira.

Respira.

Inspira.

Pienso en Iván y su profecía de que hoy me pasaría algo malo y en que Víctor era muy pesado en eso. Tenía razón. Si le hubiera hecho más caso...

« Víctor, encuéntrame»

Sé que no va a servir de mucho, pero no pierdo la esperanza.

« ¿Me escuchas?»

« Estoy en el maletero de un coche»

« Sálvame»

Sé que es ineficaz, llevamos días sin escucharnos. Pero tengo la fe de que si nos dieron este don, fue por algún motivo.

El coche se detiene y mi corazón se acelera en cuestión de segundos.

¿Qué pasará conmigo?

¿Van a matarme?

¿Torturarme?

Recuerdo las pesadillas que tenía y me doy cuenta de que no eran pesadillas, sino premoniciones de lo que me iba a pasar. Caigo en la cuenta de que me van a enterrar viva.

« Víctor cariño, no puedo morir con tu hijo en mis entrañas»

« Ayúdame»

« Encuéntrame»

Oigo pasos que se acercan y se detienen cerca de mí, abren el maletero y la luz de una linterna me ciega. Sin dejarme ver quién es.

Me coge como un saco de patatas y me percato de que la noche es muy oscura, han debido de pasar horas desde mi desaparición. No se oye ni un alma. Me lleva por un camino a lo que parece una especie de cobertizo o cochera.

Cuando la abre me tira dentro sin miramientos un fuerte dolor en las nalgas me inunda pero consigo fijar la mirada en mi raptor cuando se agacha para quitarme el celofán de un tirón. Consigo verle la cara.

—¡Tú! — Exclamo aturdida. ¡No me lo puedo creer!

—Puedes gritar todo lo que te dé la gana, no hay nadie en kilómetros a la redonda.

Conectada a ti.    \#wattys2016/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora