1000 i'wos después de la caída de Saturno.
La tierra. Ciudad de Nyx. 9:45 pm.
Timy estaba reproduciendo videos a todo volumen con su holograma portátil, solo para ignorarme. Quería decirle que apreciaba su intento de ayudarme, pero no tenía—en este momento—la fuerza de voluntad para disculparme por algo que ni siquiera creía que debía disculparme.
Deje escapar un suspiro, haciendo que unos mechones de cabello volaran hacia atrás, despejando mi rostro. Y volví a concentrarme en el libro. Era el único pasatiempo que me había permitido mantener. Y debía admitir que mis novelas favoritas eran las humanas, con toda esa fantasía mágica y esos héroes incognitos e imparables, me hacían recordaban Saturno. Y aunque la mayoría de los Sat que quedan hoy nacieron en la tierra, todos compartimos aquella adoración frenética por el folclor de nuestro planeta de origen.
Iba en la parte más intensa de la historia cuando mi móvil comenzó a vibrar. Era mi señal para volver a la realidad. Cerré el libro y lo lance sobre la mesita de centro, quizás con la intención de opacar la proyección del video musical que Timy estaba disfrutando, pero, aunque hubiera dado resultado, él no reflejo molestia alguna.
Me dirigí a la cocina a hacer algo de comer y así distraerme unos minutos. Comencé a buscar los ingredientes que necesitaba para cocinar la comida terrestre preferida de Timothy, tallarines con salsa a la boloñesa. También era mi comida preferida, y quizás si cocinaba aquello, Timy volvería a hablarme.
Abrí la alacena y escribí "salsa de tomate" en la pantalla ubicada en la puerta, para que esta escaneare el interior, en busca de una, y después de unos segundos, un pip me indico que el escáner había finalizado: no hay producto solicitado.
Se me escapo una maldición en nuestro idioma. Si quería tratar de disculparme con Timy, tenía que hacer lo imposible para que esa disculpa fuera perfecta. Y no podía salir en busca de una salsa de tomate por las tiendas de alrededor a estas horas, sabiendo que los oscuros de Kohn me buscan y que los humanos no me simpatizaban. Así que solo quedaba una opción.
Maldije para mí misma cuando me encontré frente a aquella puerta de cristal difuso. Era la última en el pasillo y por la información que había logrado captar de Timothy, esta era la correcta. Y por mucho que mirar hacia otro lado, por mucho que no quisiera tocar, no tenía otra salida más expedita que esta.
Mire el número grabado en dorado sobre la puerta. 992.
Aquel número se me hacía familiar. Lo repetí mentalmente y luego lo dije en voz alta, intentando recordar porque creía conocerlo. ¡Oh por los dioses! Hace una semana, cuando por fin dejo de llover en Nyx, tuve un sueño extrañísimo, donde todas las cosas tenía grabada la misma cifra: 992. En ese entonces no le había tomado mucha importancia al sueño, porque normalmente soñaba cosas muy raras por ser hibrida, pero ahora sí que tenía sentido.
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Crónicas Saturnianas I : Híbrida (No Editada)
Science FictionIntensa, Romántica y llena de acción! Esta historia, te cautivará desde el inicio. Zoee Holt es una extraterrestre proveniente de Saturno, que nació en la tierra, como muchos otros Sats, pero ella no es como todos los demás. Ella es una híbrida. S...