Cap. 24

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1000 i'wos después de la caída de Saturno.

La tierra. Ciudad de Nyx. 8:10 pm.

Thayer me observa, enfurecido. No está muy contento con la idea de dejarme ir sola hasta la habitación de Merlia y quedarse aquí, vigilando a mi hermano.

-no voy a quedarme aquí a esperar lo peor. –me dice, en voz baja, para no despertar a Timy.

-entonces quédate aquí esperando lo mejor.

Él gruñe por lo bajo.

-Zoee...-me advierte.

-Thayer...-replico, riendo.

Apago la televisión y doy una última mirada al lugar.

Timy se encuentra acurrucado en su camilla, con su cabello castaño todo pasmado y pegado a su cabeza. Pero está bien, sin importar lo preocupado que debe sentirse con respecto a Merlia, o la culpa que percibo en sus facciones. Y Thayer, mi amigo y confidente oscuro, aun cuando este molesto conmigo, está aquí, apoyándome. Su chaqueta se encuentra colgada en el respaldo de la silla en la que antes estuvo sentado. Se ha sacado sus guantes, dejando a la vista sus intrincados tatuajes. Me observa, impaciente y como siempre, incomprensible.

-no puedes venir conmigo. –le aclaro, pero esta vez, más amistosa. –tu presencia solo me distraería y...

Él suelta una maldición y se acerca a mí, envolviéndome en un abrazo con gusto a despedida.

Me tenso, ante su frio toque, ante sus manos sobre mi piel, pero luego, me dejo llevar y lo abrazo de vuelta, intentando no pensar en que puedo ensuciar su elegante ropa con mi vestido sucio.

-apenas sienta que estas en peligro, voy a teletransportarme hasta esa habitación sin importar que. –susurra, sobre la coronilla de mi cabeza.

Yo me alejo del abrazo y asiento, segura de que lo hará. Thayer toma uno de los mechones rebeldes, que se han salido de mi improvisado peinado y lo intenta poner de vuelta en la trenza. Y eso me recuerda demasiado a Ryker.

¿Qué rayos me esta pasando?

-a veces olvido que también eres una Sat de luz. –comenta, con sus ojos azul zafiro reflejando melancolía.

Yo bufo en su dirección, algo nerviosa. La melancolía no es una emoción común en él.

- ¿Por qué has dicho eso?

-porque sé qué haces esto para sentirte buena. –responde, entrelazando sus dedos tatuados entre los pliegues sucios de las mangas de mi vestido. –sé que lo haces para sentir que puedes ayudar, que no eres solo...

-hibrida. –susurro, interrumpiéndolo.

Cierro los ojos, disfrutando del movimiento de sus dedos sobre la tela de mi vestido. Me acerco automáticamente a su cuerpo, como si la conexión extraña que compartimos me empujara a hacerlo. y cuando siento su respiración cada vez más cerca de la mía, abro mis ojos.

Crónicas Saturnianas I : Híbrida (No Editada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora