Cap. 11

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1000 i'wos después de la caída de Saturno

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1000 i'wos después de la caída de Saturno.

La tierra. Ciudad de Nyx. 10:30 am.

Un olor a cacao inunda mis fosas nasales. El calor del fuego de una chimenea cercana acaricia mi piel y danza al mismo tiempo en que la lluvia azota a la ciudad de San Kara.

Mi madre quería hablar algo conmigo. Dijo que era importante. Y esperaba que fuéramos a hablar de mi cumpleaños, porque el año pasado lo olvido por completo. Claro, no la culpo por ello, porque tengo la mala suerte de estar de cumpleaños el mismo día en que la legión de luz tiene su ceremonia lunar, donde celebran a las lunas de Saturno, quienes le dieron todo a mi etnicidad para surgir en un planeta como aquel. Y aquí en la tierra, los humanos también celebran algo, creo que es el solsticio de verano, porque lo aprendí en la escuela, estaba segura de eso.

Por todas esas razones, la gente suele olvidar que estoy de cumpleaños. Mi familia está demasiado ocupada en esa fecha, puesto que todos trabajan en el gobierno de mi raza, así que puedo entender que se le haya olvidado. Pero este año, no se lo iba a perdonar.

El pensamiento me hizo suspirar tan fuerte, que casi apague el fuego.

Estaba muy aburrida y no podía hacer demasiado ruido porque mi hermano estaba tratando de dormir y mi madre estaba en su oficina con la abuela discutiendo de algo que no entendía del todo bien, pero que estaba muy interesada en descubrir.

Sus susurros parecían más una discusión que una charla tranquila, y eso me hizo reflexionar de nuevo sobre mi cumpleaños. Ahora, si lo pienso mejor, estaba casi segura de que mi madre iba a regañarme.

Para mi madre todo lo que hacía, aunque lo hiciera a la perfección, no era suficiente. Y no lo hacía porque no me quisiera, sino porque ella me veía como la prueba viviente del mayor error que podría haber cometido en su vida. Es por eso por lo que no soportaba estar demasiado tiempo conmigo, porque reflejaba su debilidad. Le recordaba el pasado, y no la parte prometedora de este.

Unos minutos después, mi madre salió de su oficina, sin ser acompañada por la abuela y me dirigió una mirada de reproche. Me mira intensamente con sus ojos miel oscuros por unos largos segundos. Acomodo su cabello dorado y lacio hacia un lado y luego entrelazo sus manos.

Me regañará. Eso lo sé con certeza ahora.

Sus labios estaban perfectamente en una línea recta y sus mejillas tenían ese eterno color sonrojado que la caracterizaba, aunque no significaba que estuviera avergonzada u orgullosa, sino que ella siempre estaba de esa manera, jamás cambiaba. Lucia serena ante todo en la vida, sin dejar que las cosas le afectaran demasiado.

-Zoee...

Aquí viene el regaño.

-Necesitamos hablar, linda. —añade, cuidando cada palabra que dice.

Crónicas Saturnianas I : Híbrida (No Editada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora