Capítulo 2 - Malas apuestas, malos recuerdos

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Hubiera querido preguntarle a Ash sobre el tipo de ropa apropiada para ese restaurante, pero estaba cansado de Hills. Me encantaría decir que lo hacía por disfrutar de la vista, pero la única razón por la que había estado en aquel hermoso lugar, con su azotea adornada de cristales y una impresionante vista al mar, era por trabajar como mayordomo para los Clark.

Una vez en mi nuevo departamento en el campus, busqué entre mi ropa hasta dar con una camisa blanca y un chaleco negro, una corbata gris oscuro y unos pantalones de vestir. No podía olvidar que ya no estaba en mi antiguo hogar; este lugar era un poco más acogedor.

Ash había movido montañas para darme esa vista. Mi espacio de trabajo, separado por una puerta de la habitación, contaba con un ventanal que apenas se alzaba unas pulgadas sobre el suelo, y de allí se extendía hasta el techo, todo puro cristal. Un sencillo escritorio reposaba en una esquina, junto a una silla de cuero negro y algunos accesorios que ofrecían comodidad. A solo unos pasos, un pequeño balcón, y en dirección opuesta, una cocina sencilla, equipada con lo necesario.

Mi cachorro se había acomodado en un rincón de la habitación. Aunque el espacio no era enorme, tampoco era pequeño; había suficiente lugar para una cama tamaño full, un armario y un estante, dejando espacio libre para mi piano y mi cello, sin que se viera demasiado cargado. Había colgado en las paredes algunas fotografías enmarcadas de mi madre, cada una una ventana a recuerdos queridos.

Los libros llenaban el estante, y mi mochila yacía descuidadamente en un rincón. Eran alrededor de las siete; faltaba menos de una hora para salir hacia Hills y reunirme con Ash. Me calzé mis zapatos de vestir y recogí mis cosas, dedicando el tiempo restante a fumar un cigarrillo en el balcón mientras disfrutaba de la vista.

Cuando el reloj marcó las ocho, tomé las llaves de mi moto y arranqué a toda velocidad hacia el restaurante. El viaje no fue demasiado largo, pero sí lo suficiente para entender a qué se refería Stella al decir que la había dejado en blanco. No la rechacé; simplemente había declarado que no me era posible, y en verdad, no lo era.

Cuando llegué, estacioné la moto con soltura, saludando al joven del valet parking, Alex, a quien ya había visto en otras ocasiones.

Me abrí paso por el vasto y lujoso lobby del lugar, acercándome a la recepcionista y anunciando que venía a la cena de la Srta. Stella. Ella asintió, señalando la mesa y el lugar de encuentro, y le agradecí con una sonrisa.

Caminé hasta encontrar a Ash, de pie al lado del salón privado.

— Más te valía aparecer — dijo, sosteniendo una copa de champán en la mano. Un camarero se acercó a mí con una bandeja repleta de copas burbujeantes, y tomé una de ellas, sintiendo una extraña mezcla de incomodidad y emoción al ser atendido, cuando normalmente yo era quien se encargaba de atender a los demás.

— No entiendo por qué te dijo eso. No la dejé en blanco, solo le dije la verdad.

— Escucha — me respondió —, cuando un Van der Wildt te invita a un lugar, jamás lo rechaces, ¿entendido? Puede que estés de ambos lados de la mesa, pero parte de ti debe mantenerse en un perfil bajo por ahora, ¿de acuerdo? Son personas que pueden con todo. Mueven incluso a la prensa, a los políticos, y mucho más si es necesario. Lo sabes.

— Es una Van der Wildt... no lo he olvidado — dije, llevando la copa a mis labios y saboreando el burbujeante líquido. Aparté la vista de la mesa para mirarlo—. Eso no hará que la trate distinto. Es solo una persona. Sé que tiene poder, igual que tú, igual que todos, a excepción de mí. Pero no puedo vivir tratando a los demás de manera diferente por su estatus social, Ash. No soy así.

— Esa forma de pensar es lo que me hizo ser tu amigo. No te pido que la trates distinto, solo que no te pases de listo — dijo, posando una mano sobre mi hombro. Dirigió su mirada hacia Stella y luego volvió a mirarme —. Solo recuerda algo, ¿sí? Aquí no trabajas para nadie más que para ti mismo. Sé tú mismo; considérelo unas buenas y merecidas vacaciones.

Te Pertenezco (Parte 1) | Completa ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora