Capítulo 21

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Las almas heridas son peligrosas. Aprenden a hacer del infierno su hogar, y lo viven como si fuera la única verdad.


Regresamos a la casa de Mia, dejándola bajo el cuidado de sus padres y del servicio. Seguiría asistiendo a clases, pero por un tiempo más permanecería en su hogar. No había necesidad de explicar los porqués.

Ash y yo subimos a nuestros departamentos. Lo primero que hice fue despojarme de mi ropa y lanzarla al cesto. Había hecho lo que ya no quería hacer, pero no me dejaron otra opción. No era mi intención acabar con todo el personal ni encerrarlo en su mansión, solo a Víctor. Pero así es cuando te metes en lo que no te llaman.

Me dejé caer sobre la cama, mirando el techo. Mis mascotas, como siempre, se alejaron, evitando el olor que debía desprender. Eran cerca de las 11 de la noche. En algún momento, caí en un sueño profundo.

Conduje hasta el bosque. De repente, un color rojizo bañó el camino, y las cenizas comenzaron a cubrir la carretera. Aceleré, buscando entender qué estaba sucediendo. Una figura de cabello largo y casi blanco apareció frente a mí, a lo lejos, en medio de la ruta.

— Aléjate del camino... — me advirtió, pero no hice caso, dejándola atrás mientras aceleraba para descubrir la causa del desastre. Las luces de mi moto dejaron de servir. Quería saber qué estaba pasando.

— Regresa por donde viniste, Zanith... — repetía esa figura, pero, una vez más, la dejé atrás. La punta de los árboles ardía. Los pinos, que antes parecían inmensos guardianes del bosque, ahora eran enormes antorchas, iluminando el sendero con un resplandor infernal.

— Aiden... — un gran silencio tras esas palabras. Ya no estaba

— Zanith, regresa por donde viniste...

La mansión Van den White. Todo estaba en llamas. El fuego devoraba cada rincón con voracidad. Recordé el video, era exactamente lo mismo. Un niño tendido en el suelo, un auto arrancando con un brillo rojo. El niño permaneció allí un buen rato, mientras otro vehículo se acercaba.

Adolf salió de él, sorprendido por lo ocurrido.

— ¡Aiden! ¡Aiden! Llama al médico, hay que llevarlo a casa — gritó al interior del auto. — El señor y la señora Van den White siguen adentro, hay que... — Pero una enorme explosión de las ventanas y el colapso del techo lo interrumpieron. Adolf se inclinó un instante, ante la tragedia, y cargó al niño en sus brazos, llevándolo al vehículo, para luego partir de inmediato.

El escenario se volvió borroso, las llamas, la casa, todo se hizo irreconocible. Un instante después, estaba en casa de Ash.

«¿Qué está pasando?»

Mi mente no podía comprender lo que sucedía. Ni siquiera habían pasado cinco segundos cuando, sin tocar mi moto, todo había cambiado. Los rostros se desvanecían, pero los recuerdos seguían surgiendo, como una tortura interminable.

Las violaciones, las torturas, las noches sin comida, los días atado a rocas y paredes, el dolor de los latigazos en mi espalda... Todo volvió a mí con tal intensidad que no pude mantenerme en pie. Las cicatrices de mis brazos se reabrieron, y la sangre me cubrió completamente. Una vez más, estaba en el bosque. Ese abismo hermoso del que, alguna vez, había deseado lanzarme, para nunca regresar.

El mar rugía furioso al final del camino, sus olas chocando contra las rocas. Era como mi mente en ese momento: llena de ira y remordimiento. Los recuerdos brotaban a flor de piel, impecables, repentinos, sin sentido. Volví a sentir lo que sentí en esos momentos: el roce de la piel, el dolor físico. Recordé ese instante en que mi corazón se cubrió de hielo, decidido a nunca más sufrir. Y fue entonces, o poco después, cuando ella apareció.

Te Pertenezco (Parte 1) | Completa ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora