Capítulo 8 - Amigos con derecho significa un huracán de celos

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La tarde había transcurrido en un silencio que parecía hablar por sí mismo. Después de terminar con la tarea y compartir una ducha que nos dejó más livianos, decidí aceptar la invitación de Ash.

Cuando estuve listo para salir, tomé mis llaves y cerré la puerta detrás de mí. El eco del cerrojo resonó, como si marcara el inicio de algo que aún no entendía. Caminé hacia el elevador y presioné el número uno. La puerta comenzó a cerrarse, pero un pie — unos Converse negros, para ser exactos — la detuvo.

El elevador se abrió por completo, revelando el rostro de Ash.

—Pensé que ya te habías ido — dije, haciéndole espacio junto a mí.

—Eso pensé yo también. Pero aquí estoy, a esta hora en vez de estar ya en el bar — respondió, mirando las puertas cerrarse antes de girarse hacia mí. Sus ojos brillaban con un matiz inquisitivo —. ¿Estuviste con Stella?

Su pregunta atravesó el aire con una precisión quirúrgica.

—¿Metí la pata? — admití, suspirando.

Ash ladeó la cabeza, sus labios curvándose en una media sonrisa.

—No lo creo. Salió de ahí más coqueta que nunca. ¿Qué le dijiste? Mejor aún, ¿qué hiciste?

—Follar — respondí con una sinceridad casi desafiante. Vi su ceja levantarse, esperando más detalles —. Me dijo algo que me dejó sin palabras. "No fue tu culpa lo que me pasó... Prométeme algo: ¿cambiarías esa experiencia?"

Ash abrió los ojos, sorprendida.

Hasta sus pupilas parecían más verdes bajo las luces del elevador.

—Ella aceptó cuando lo propuse — añadí con un encogimiento de hombros.

Su reacción fue un leve asentimiento, pero su expresión hablaba de todo menos conformidad. Aunque no dijo nada, yo sabía que Ash entendía la fragilidad de esas palabras, de ese momento. Mientras el elevador descendía, pensé en lo mucho que deseaba que Stella no indagara demasiado en mis sombras, en mi pasado.

Cuando las puertas se abrieron, caminamos juntos hacia la salida.

—Creo que me iré contigo en la moto — dijo con un tono despreocupado.

Asentí, y sin más palabras nos dirigimos a mi motocicleta. El rugido del motor cortó el aire frío de la noche mientras avanzábamos. La brisa golpeaba mi rostro, despejándome y, al mismo tiempo, enredando mis pensamientos. Sabía que estaba entrando en un terreno incierto, pero algo en mí confiaba en encontrar una salida.

"Siempre la hay", pensé, como un mantra que no estaba seguro de creer.

Ash apretó mi hombro, devolviéndome a la realidad.

—Tranquilo, hombre, nos vas a matar — dijo, con esa mezcla de humor y advertencia que siempre usaba.

Reducí la velocidad y continuamos en silencio hasta llegar al bar. Aparqué la moto en el estacionamiento, y juntos nos sumergimos en el caos de luces y sonidos que nos envolvió al cruzar la entrada. Era un hervidero de cuerpos que bailaban, reían y bebían, casi asfixiante. Nos abrimos paso hasta la barra, donde pedí un whisky. El líquido ardió al descender por mi garganta, dejando un rastro de calor que, por un momento, aplacó mi confusión.

Mientras observaba el mar de rostros desconocidos, sentí que alguien tiraba de mi brazo.

—Él es Zanith, mi mejor amigo y toda esa cursilería — dijo Ash, presentándome a un grupo de seis personas.

Levanté la mano en un saludo informal, aunque no tardé en notar las dinámicas sutiles entre ellos: las miradas cruzadas, los gestos furtivos. Una de las chicas intentó tomar la mano de un chico rubio, pero él se zafó con disimulo. No dije nada, aunque mi instinto me pedía comentar.

Te Pertenezco (Parte 1) | Completa ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora