El camino hacia la mansión Marshall fue decidido sin palabras, como si la urgencia misma dirigiera nuestros movimientos. Aquella casa, ubicada más cerca del corazón de la ciudad pero rodeada de amplios terrenos, se alzaba con su aura de poder y sofisticación. Al llegar, dejamos que el servicio se encargara de los autos y nos dirigimos hacia la entrada. No hubo necesidad de preguntar; sabíamos que Zeth y Sky estarían juntos, compartiendo uno de esos momentos que solo ellos entendían.
El salón principal nos recibió vacío, con un eco sutil que delataba la grandeza de la estancia. Fue Emely quien señaló la terraza, y allí estaban. Sky, con las piernas cruzadas, irradiaba la elegancia tranquila de quien encuentra paz en la compañía correcta. Cuando notó mi presencia, su mirada se encontró con la mía. Zeth también levantó la vista, y ambos me estudiaron con una mezcla de sorpresa y cautela.
—Zanith —murmuró Ash a mi lado, haciendo una mueca cómplice.
—Tal vez este sea el momento ideal para empezar a contar la historia —bromeó con una sonrisa que logró arrancarme una ligera risa.
Me acerqué, saludando con una mezcla de nervios y camaradería. Pasaron unos cuarenta y cinco minutos en los que relaté, con pausas y detalles precisos, las razones de nuestra visita. Las expresiones en los rostros de Sky y Zeth eran inconfundibles: asombro, incredulidad, y algo más profundo que no logré descifrar.
Sky, con los ojos llenos de lágrimas, se levantó y me envolvió en un abrazo. Sentí el calor de sus brazos y la conexión de quien comprende mi pasado, respeta mi presente y, aún así, no teme ser parte de mi incierto futuro.
—Eres un desgraciado —dijo entre risas y sollozos mientras se secaba las lágrimas con las manos.
Zeth, siempre más reservado, estrechó mi mano con firmeza. Ese gesto llevaba una carga de aceptación y lealtad que aprecié profundamente. Tras felicitarlos por su compromiso, decidí no perder más tiempo.
—Necesitamos ayuda —dije con seriedad—. Recibí una llamada; la fortuna de los Van der Wildt será transferida tras la ceremonia. No sé si lo han notado, pero sigo con vida, y no tengo intención de que eso cambie. La fortuna debe quedarse en su lugar unos días más.
Sky asintió, como confirmando lo que ya sabía.
—¿Quieres retrasar el proceso? —preguntó Zeth, directo al punto.
—Exacto. Pero para eso tendría que detener la ceremonia o convencer a Adrianna de que la posponga.
El peso de la decisión me hizo guardar silencio unos segundos.
—Eso es lo que haremos. No hay forma de detener este proceso de forma legal; las reglas son claras. Pero si no hablo con Adrianna, nada cambiará.
—Hablar solo te traerá más problemas —dije en un suspiro—. Déjenme resolver lo urgente primero; después podré ocuparme del resto.
—¿Cómo podemos ayudar entonces? —intervino Ash, buscando un plan.
Zeth fue quien rompió el silencio con una idea inesperada.
—Busca a Kios De Forest. Ese chico tiene las manos más limpias que cualquiera de nosotros, pero su expediente está lejos de ser breve. Se rumorea que lidera su propio grupo. Si logras convencerlo, tendrás un aliado poderoso. Sky y yo iremos con Adrianna para intentar suavizar las cosas.
—¿Por qué no saboteamos la ceremonia para bien? —sugirió Emely, levantando su copa de vino con una sonrisa traviesa.
—¿Cómo puedes sabotar algo "para bien"? —respondió Mia, arqueando una ceja.
Ash negó con la cabeza mientras Stella reía. Pero la conversación giró pronto hacia un nombre familiar.
—Leo West —dije finalmente—. Llámalo, Mia. Lo necesitamos.
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Te Pertenezco (Parte 1) | Completa ✔️
RomantikMisterioso y peculiar, especialmente por su característico pelo blanco. Sin nombre, sin voz y sin poder de hacer nada en la posición en el que se encuentra. Condenado a sufrir por causa de un suceso del cual aun se desconoce la razones y el por qu...